Capítulo tres. La cita

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Tom acostumbró a visitar la tienda varias veces por semana. Nos hicimos amigos a raíz de aquello. Solía comprarnos dulces o galletas de chocolate.
Christine había dejado de gritar, gracias al cielo, cada vez que lo veía en la tienda cuando vio que venía a menudo. Añado que eso me sacaba de mis casillas.
Descubrí que era un chico bastante amigable, muy amable y muy buena persona. Mi amiga me comentó, un día tras verse ido Tom, todo el escándalo que habían montado hacía él no hacía mucho. Me sorprendió mucho que dijeran todo eso de él. No entendía como había gente tan mala en este mundo. A mí, me parecía un chico de lo más normal, quitando el hecho de que fuera famoso, pero no se comportaba como tal, por lo menos eso me parecía a mí.

Los días pasaban y a mí, cada día me gustaba más pasar momentos con él. Llegaba y se sentaba en el obrador a vernos trabajar. Simplemente nos miraba o se interesaba en como hacíamos los dulces. Los cosquilleos por mi estómago cada día iban a más. El estar cerca de él me ponía, en cierta manera, algo nerviosa, pero me sentía bastante agusto con su presencia.
La verdad es que no me atrevía a contarle nada a Chris, pero tenía que reconocer que ansiaba verlo entrar por las puertas de la tienda y me sentía algo triste el día que no venía, algo extraño pues venía casi todos los días.
- Ya me gustaría saber a mí el motivo por el que viene casi todos los días- dijo mi amiga un viernes al medio día mientras salíamos de la tienda para cerrar.
- Le encantará nuestros dulces. Además, a ti te encanta tenerlo cerca. Te encantaba en las películas, Christine.- dije cerrando la puerta.
Mi amiga me dirigió una mirada asesina. Su personaje favorito era Ron Weasley y la enfadaba con decirle eso. Aunque el hacerse amiga de Tom le gustaba y ella estaba más que encantada.
Me despedí de ella, pues su novio vino a recogerla y eché a andar hacia casa. Mi móvil empezó a sonar. Pensé que sería Chris para decirme cualquier cosa, pero por poco no se me cae el teléfono de las manos cuando vi aquel nombre en la pantalla.
Tom.
Ya hacía varias semanas que habíamos intercambiado los números de teléfono, pero nunca me había llamado. Algún que otro WhatsApp, sobre todo para avisarme que venía o no a la tienda, para desearme buenas noches o buenos días, pero poco más.
Respondí.
- Hola- dije tímidamente.
-¡Hola, Sofía! ¿Qué tal?- dijo él alegremente tras la línea telefónica.
Me lo imaginaba sonriendo.
- Bien, ¿Y tú?
No sabía por qué aquella llamada me puso tan nerviosa. Como dije antes, últimamente me sentía así cuando estaba cerca suya. En serio, hacia ya mucho tiempo que no me sentía de aquella manera.
- Perfecto, gracias. Oye, Sofía, quería comentarte algo.
- Dime.
Llegué a mi piso y empecé a subir las escaleras. Menos mal que vivía en un primero. Busqué las llaves en el bolso con una mano, mientras escuchaba a Tom hablar por el teléfono.
- Me preguntaba si querías cenar esta noche conmigo. Si te apetece y no tienes nada que hacer.- parecía él algo nervioso.
Me quedé muda y, las llaves que, al fin cogí, se cayeron al suelo.
- ¿Estás bien, Sofía?- lo oí decir preocupado.
- Eh... Esto... Yo... No... Si, si, quiero decir que si. Me parece bien. Si, si, podemos quedar... No tengo nada- respondí mientras me agachaba a recoger las llaves.
Intenté abrir la puerta, pero mis manos temblaban.
- Vale, me alegro. Te recojo sobre las siete, ¿Te parece bien?
- Claro, buena hora.
Respondía como tonta. ¿Qué me pasaba?
- ¡Perfecto! Pues te veo en un rato. ¡Hasta luego, Sofía!- lo oí decir e imaginé que sonreía.
- Hasta luego- respondí y oí como colgaba.
Abrí la puerta y entré en casa. Me dirigí al salón y me senté en el sofá. Mi gato saltó sobre mis piernas y a mí me entró un ataque de risa.
- Acabo de quedar con un chico que me lleva diez años, es famoso y tiene los ojos azules más bonitos que he visto en mi vida, Blanquito. Aunque te reconozco que es muy guapo. Pero en mí no se va a fijar en la vida. Quizás quedamos como amigos.
Mi gato ronroneó sobre mis piernas. Me llevé las manos a la cara y suspiré. Esto me lo dicen hace tres meses cuando lo conocí y no me lo creo. Pero ahí estaba yo, la que no quería enamorarse de nadie, la que había sufrido mucho, quedando con un chico.
Me levanté del sofá, con mi gato en brazos y me dirigí a la cocina. Lo dejé en el suelo y le eché de comer. Volví al salón y mi mirada se posó en una foto mía con mi amiga Christine. Paul lo sabía ya todo, pues no me podía esconder con él de nada. Tenía que llamar a mi amiga y contarle todo. Si, eso iba hacer inmediatamente.
Cogí mi móvil y busqué el número de mi amiga. La llamé.
- ¡Cómo me digas que tenemos un encargo para esta tarde, olvidate de mí! - dijo como saludo.
- He quedado con Tom. - le solté.
- ¿Qué?- gritó.
- Que he quedado con Tom Felton para cenar. Me llamó llegando a casa y me lo dijo. Le he dicho que sí.
- ¿En serio?- sabía a la perfección que mi amiga tendría los ojos abiertos como platos y su cara sorprendida.
- Tal cual como te lo estoy contando.
- ¡No me lo puedo creer! Ahora entiendo muchas cosas...
- Que entiendes el qué - ahora la sorprendida era yo.
- Tú no te has querido dar cuenta, pero Tom te mira como el que ve a Dios. No te quita la mirada de encima para nada. Sus ojitos brillan cuando habla contigo.
- No me vengas con tonterías, tía- dije.
- Sofía...
- Christine...
- A ver, amiga, yo soy la primera persona que mataría a quien fuera si te volvieran hacer daño, pero ya es hora de que pienses en rehacer tu vida. No todos son como ese... Ese malnacido. Y te aseguro que Tom no es así... Además, no te lo he querido decir, pero veo como reaccionas cuando lo ves entrar en la tienda. Te pones nerviosa si se acerca a ti o como aquel día, que nos ayudó a cerrar y estaba tan cerca tuya. Date la oportunidad ya de una vez. Tom es maravilloso, además de guapo.
Suspiré y mi amiga siguió con su monólogo.
- Sofía, te quiero muchísimo y sabes que todo lo que te digo es por tu bien. Queda con él, todo lo malo sea una cena. Y que pase lo que pase. Yo te aseguro que si, surge algo entre vosotros, soy la primera en apoyaros.
- Christine, tengo miedo...
- Te entiendo, pero no me vas a negar que te está empezando a gustar. Olvidate del pasado y vive el presente. Te mereces ser feliz.
Me paré a pensar todo lo me había dicho. ¿Sería eso, que me gustaba? Me pasaba el día pensando en él y en sus ojos. Era nombrarlo y sonreía.
- Creo que llevas razón. Creo que está empezando a gustar.
Christine río.
- Lo sabía, Sofy, te conozco a la perfección. Así que ya sabes, a disfrutar, amiga. Ahora ponte guapa e impresionalo. Aunque si ya te ha visto llena de harina y no ha salido corriendo... No creo que salga ya. Tranquila, todo va a ir bien. Ya me cuentas mañana.
- ¡Ains, amiga! No sé qué haria sin vosotros.
- Nada. Venga, a ponerse guapa. Desempolva esos vestidos que tienes tan bonitos y a disfrutar.
- Te quiero mucho, Chris.
- Y yo te amo. Besos, Sofía.- dijo y colgó.
Sentí un alivio cuando reconocí lo que sentía por Tom. Quizás Christine tenía razón y él sentía algo por mí. Una llama de esperanza se encendió en mi interior. Aunque iría con cautela, ya había sufrido demasiado tiempo atrás.
Me dirigí al dormitorio para elegir qué ponerme. Después, tomaría una ducha y me prepararía.
Esperaba que todo saliera bien...

Dulce Amor (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora