16. Una aventura que nunca comenzará

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Al día siguiente Pharoll y su asistente Delza se levantaron más temprano de lo normal, a las siete de la mañana ambos ya habian desayunado y estaban listos para comenzar con el primer entrenamiento de Lea.

El joven Sheikah se estaba colocándo sus muñequeras cuando de pronto escuchó un estruendo proveniente de su estudio. Sin pensarlo dos veces, corrió a toda prisa para ver lo que lo había ocasionado.

Una enorme flama azul ardía delante de su escritorio, y -cosa extraña- sin quemar nada. Esto sólo podía tratarse de una magia muy poderosa, una que él conocía muy bien...

-¡Pharoll!-rugió una terrible voz proveniente de aquel fuego.

-¡Aquí estoy mi Señor!-le respondió el Sheikah de inmediato.

-¡¿Dónde está Lea!? ¡Ya han pasado dos días! ¿Porqué aún no me la has traído?

-Me disculpo por el atraso Milord, le pido por favor que tenga un poco de paciencia, Lea estará en Hyrule muy pronto, ¡le juro que ya estoy trabajando en ello!

-¡Quiero a Lea mañana en mi castillo! si no...¡iré por ella yo mismo!

-Así será Señor Ganondorf, prometo que se la llevaré para encontrar la Trifuerza de Dark Link como le dije. Usted ya conoce mis métodos, ¡no fallaré!

Pharoll sentía su estómago retorciéndose de nervios. Pensaba que Ganondorf no hablaba en serio, el viaje a otra dimensión le haría gastar grandes niveles de magia y eso lo dejaría exhausto...por lo menos por unos instantes. Aún así no quería arriesgarse, conocía bien al Gerudo, éste nunca amenazaba en vano y era capaz de hacer cualquier cosa con tal de ver sus deseos cumplidos. Ya no podía seguir perdiendo más tiempo. Tenía que darse prisa.

La flama azul desapareció en un repentino destello dejándo tras de sí un olor a azufre y papel quemado.

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-¡Mamá! ¡ya llegó el taxi! ¡ya me voy!-exclamó Lea desde las escaleras de su casa.

-Espérame, ¡ya voy!-respondió la aludida corriendo para ir a ver a su hija y desearle suerte en su primer día de trabajo. Estaba orgullosa de ella. Antes de verla partir, la abrazó con fuerza.

-Da lo mejor de ti Fanny, sabes que siempre te apoyo.

-¡Así será mamá!- "Te prometo que no te volveré a fallar" pensó ella mientras le devolvía el abrazo.

-Ve con mucho cuidado por favor y avísame cuando llegues.

-Claro que sí, ¡adiós mamá!- Lea tomó la maleta donde llevaba su laptop y se encaminó a la puerta emocionada.

Cuando Lea entró a la casa de Pharoll algo se removía en su estómago, ¿serían nervios? ¿miedo quizá? No. Ella estaba segura de que llegaría nuevamente a moverse en batalla tan bien como lo hace siete años. No había duda alguna, después de todo era la heroína elegida por las Diosas.

Al entrar fue recibida por Delza, quien ya la esperaba con un paquete en las manos.

-El Señor Pharoll me dejó esto para ti.-le indicó haciéndole entrega de lo que parecía ser su nuevo atuendo de combate-dijo que no podrás luchar bien a menos que estés cómoda.

Lea se sorprendió al ver que Pharoll había pensado en su confort, pues aunque las ropas que había traído le favorecían haciéndola ver femenina y elegante, no le serían muy prácticas a la hora de la batalla.

-Si gustas puedes cambiarte en el baño. Cuando estés lista puedes subir con el Señor Pharoll-dijo Delza amablemente.

Lea agradeció e ingresó al pequeño baño que había en la planta baja. Al inspeccionar la ropa que había sido cuidadosamente doblada para ella, descubrió que le habían escogido un pantalón de pants color gris oscuro y una playera del mismo color para entrenar. El pensamiento de que Pharoll se hubiese preocupado por ella, aunque fuera sólo un poco, le hizo volver a sentir la cara caliente. A penas si la había conocido y ya había tenido un detalle con ella. Pero pronto se sacudió ese pensamiento de la cabeza. Se conocía bien, era muy dada a idealizar y pensar lo mejor de la gente, y este no era el momento apropiado para hacerlo, ¡Tenía que enfocar su mente!

La Leyenda de Lea II : El RenacimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora