1. Lugar y tiempo equivocados

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"Bienaventurados los que aun conservan la capacidad de asombro en el corazón porque de ellos será el reino de lo intangible"
El hombre gris de Quilmes

Ya habían pasado varios años desde aquella última batalla, una donde una joven guerrera se había enfrentado espada a espada contra el enemigo de Hyrule y había salvado su tierra.

Recordaba con lejana alegría a todos aquellos amigos que había hecho en el camino, incluyendo a Link, crucial aliado en sus batallas.

Ella al final se había demostrado a sí misma y a los demás ser la verdadera elegida por las diosas para salvar ese reino mágico...pero ese día, justo antes de haberse ido al trabajo, Lea recordaba todas sus aventuras en aquel lejano reino. Ya todo le parecía más un sueño que una aventura real que de verdad hubiera sucedido.

Lea se alistaba para ir a su trabajo un día más. Se baño, se peinó, y se alistó para un día más.
La verdad no se sentía muy a gusto en su nuevo empleo. Se dedicaba a manejar las redes sociales de varias marcas, un trabajo muy común en esa época en la que ella vivía.

Ya habían pasado 8 años desde que cayó de aquel tejado para despertar en esa mágica tierra llamada Hyrule, y ahora, hela aquí, alistándose para la aventura diaria de ser adulta.

La joven Lea se recogió el cabello rubio en una hermosa cola de caballo y colocó un suéter sobre sus hombros con prisa ya por salir, cuando otrora colocaba una cota de malla y una pechera de metal con la insignia de la familia real.

Eran tiempos distintos, la guerrera lo sabía, y trataba de hacerse a la idea de que este era otro mundo, y aunque no era de su total gusto, sabía que era un camino que debía asumir.

Y así, caminó de prisa para llegar hasta aquel edificio verde, de extraña y lúgubre aura que todas las mañanas se encontraba ahí viéndola llegar e irse a veces temprano, a veces no tanto. Al llegar, la esperaban sus jefas como siempre.

Lea sintió como su estomago se apretaba al verlas. Si le hablaban no era por lo general para nada bueno. Y claro, porque cada trabajo en el que había estado siempre era lo mismo. Simplemente no podía evitar sentirse incómoda en un lugar donde siempre le daban órdenes, donde no tenía el poder de decidir nada, donde no quedaba más que obedecer.

Pero, contraria a su naturaleza, trataba de bajar la cabeza y decir sí a todo. Aunque en el fondo supiera que, de alguna forma, no debería estar ahí, como si su lugar fuera otro, como si estuviera parada en el lugar y tiempo equivocados, justo como se sentía aquel día, hace 8 años, cuando cayó del tejado de su casa para viajar a otro mundo.

Incluso a veces, sentía esa sensación tan fuerte y viva que creía en cualquier momento se abriría la tierra y la tragaría para regresar a aquel extraño paraje. Pero todas las veces tenía que despertar de su deseo para acatar todo aquello que estas dos mujeres le pidieran o reclamaran.

Esa mañana, tras más de 5 horas seguidas de trabajo duro y constante, simplemente decidió levantarse e ir al baño para tomar un respiro. El baño parecía ser el único lugar tranquilo de aquel lugar.

Se paró y entró en aquel pequeño espacio para estar de nuevo sola consigo, el único momento del día donde podía volver a estar sola con sus pensamientos.

Aquel baño era un lugar extraño, pues a pesar de ser pequeño contaba con un gran espejo que cubría todo lo ancho de la pared, el retrete y en el piso, una coladera como si antes, hubiera existido una regadera, quizá alguien acostumbraba bañarse allí.

Lea vio su reflejo en aquel espejo de gran tamaño y se preguntó si era posible que alguna vez aquella que veía en el espejo había luchado espada a espada con el feroz espíritu del poder de Ganondorf...y si alguna vez el espíritu del coraje había habitado en aquel cuerpo que no inspiraba otra cosa más que un infinito aburrimiento.

Vio sus ojos, algo tristes y apagados ahora, que nada tenían que ver con los fieros ojos de la guerrera Lea...

"¿Qué te ha sucedido campeona?" se preguntó al ver su triste y tan cambiado aspecto. Colocó su mano en aquel gran espejo queriendo tocar su mano y esperando una lágrima salir de sus ojos, cuando de pronto, vio algo en el reflejo que ella no hizo definitivamente, la imagen del espejo cambio de tener una mirada triste, y en un segundo vio como le guiñaba un ojo.

Lea no tuvo ni siquiera el tiempo para sorprenderse de este extraño suceso cuando ya veía otro aún más inexplicable: la imagen del espejo estiró el brazo de tal forma que salía de él. Y en un abrir y cerrar de ojos la imagen tomó a Lea del brazo con brusquedad y la introdujo al interior del mismo. Cuando Lea parpadeó solo pudo ver como la imagen que la había jalado hacia el otro lado salía corriendo...no sin antes dejar en el suelo un reloj con una marca muy familiar en él...

-¡Traidora!- oyó decir a alguien muy cerca de donde se encontraba.

-Te odio.- decía la voz que replicaba muy cerca.

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La Leyenda de Lea II : El RenacimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora