17. La serpiente y el ratón

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Lea no comprendía lo que sucedía, pensó que tal vez se trataba de una ilusión...cuando de pronto un sonido irrumpió la discusión y todos voltearon visiblemente distraídos: era el timbre de la casa de Pharoll, insistiendo varias veces.

Entonces, una pequeña luz apareció en medio de la habitación vibrando y emitiendo un pitido. Lea corrió hacia él guiada por su resplandor. Era su celular recibiendo una llamada...de mamá.

-¿Bueno?-respondió ella.

-¿Fanny? Oye... olvidaste tu computadora en casa, estoy aquí afuera.

-¿Mamá?...¿estás afuera...de la oficina?-preguntó Lea sorprendida e incrédula.

-Sí Fanny, ¿podrían abrirme por favor?

Lea no sabía qué decir. Si la veía, seguro que su madre le preguntaría a qué se debía el sudor escurriendo por su rostro y el cambio de atuendo, así como las nuevas cicatrices que de seguro tenía en sus brazos debido al entrenamiento. Pero no podía negarse o se preocuparía más por ella. Ya inventaría algo.

De pronto, la habitación comenzó a recobrar su normal iluminación, desplazando la oscuridad que había en ella, revelando a Pharoll que estaba a punto de darle un golpe a la joven idéntica a ella. Pero ésta había detenido su puño con una mano y ambos se habían quedado en esta posición mirándola sorprendidos, petrificados como dos estatuas.

Por unos breves instantes, Lea se sintió apenada de irrumpir aquel extraño y bizarro conflicto que aún no acababa de comprender del todo, así que tomó sus pertenencias lo más rápido que pudo y bajó las escaleras.

-¿Qué demonios está haciendo y a dónde cree que va?-le preguntó aquella sombra a Pharoll aún sosteniendo el puño frente a su cara para evitar ser golpeada. Pero éste, sólo se limitó a seguir concentrando su fuerza para poder pegarle, ignorando por completo lo que estaba pasando.

Para su suerte, Lea encontró una toalla encima de un mueble, la tomó y trató de limpiarse el sudor y los hilos de sangre que escurrían en su frente y manos.

-¿Estefanía? ¿Se puede saber qué has estado haciendo y porqué estás vestida así?-preguntó al ver la playera y el pantalón deportivos que portaba su hija.

-Hola mamá...ah...¿esto?-preguntó Lea tratando de sonar lo más convincente y calmada que pudo-Estamos grabando unos videos que vamos a subir a Youtube, de hecho llegaste justo cuando estábamos en ello.

Lea se esforzó por sonreír despreocupadamente. Sabía que no era nada fácil engañarla, pero tal vez si se veía contenta dejaría de preguntar. Por desgracia, sus palabras no parecieron haber hecho tal efecto.

-Ah...¿sí? ¿Y de qué son esos videos?-preguntó entrecerrando los ojos, incrédula.

Lea sintió los motores de su mente trabajar como los de un tren.

-Son videos dirigidos a las madres embarazadas. Les explicamos los ejercicios que tienen que hacer para recuperar la figura...ya te los mostraré luego.-¿De dónde había sacado esa idea? no lo sabía pero al menos, esta vez, el rostro de su madre se había suavizado...un poco.

-Bueno...bien...de acuerdo...creo que has estado tan ocupada con esto que dejaste tu computadora en la casa...-mencionó su madre dándole el maletín negro.

-¡Desde luego que no mamá! como hoy íbamos a grabar los videos, no me la llevé, pero gracias de todos modos.-dijo Lea tratando de sonreír con naturalidad.

Su madre la miró con preocupación...

-Pero...¿estás bien? ¿No necesitas nada?

En ese momento Lea fijó su mirada en los ojos preocupados de su madre y notó como su fachada perfecta se desvanecía. Algo le hizo pensar que lo sabía. ¡Ella estaba enterada de todo y ya no podía seguir escondiéndolo más! Tuvo miedo, terror de que su madre le preguntara cualquier otra cosa. Dió un paso hacia atrás -lo cual no pasó desapercibido por su madre-, quizo despedirse y cerrar la puerta lo más pronto posible, pero antes de hacer cualquier otra cosa, su madre la tomó del hombro.

La Leyenda de Lea II : El RenacimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora