EPISODIO 13 - La evolución perfecta

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Beelstarmon miraba al horizonte a través de una de las ventanas de su castillo, aunque no observaba nada en concreto. Estaba pensativa, los recuerdos se agolpaban en su mente. ¿Qué es lo que estaba recordando? Era ella... sí, se trataba de ella cuando era pequeña, cuando era solo un digimon de nivel Infantil.

 sí, se trataba de ella cuando era pequeña, cuando era solo un digimon de nivel Infantil

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—¡Huye PetitMamon! —gritaba un digimon más grande con forma de demonio blanco.


—Aceptad el destino que os ha sido asignado y doblegaros ante la muerte —respondió un amenazante digimon enemigo.


PetitMamon obedeció y escapó del lugar corriendo; estaba tan nerviosa que sus pequeñas alas no eran capaces de sostenerla en el aire. No pudo evitar mirar atrás y ver cómo aquel digimon, que parecía un caballero con armadura, clavaba una lanza en el cuerpo de su protector, el demonio blanco. Aquel asesino decía actuar en nombre de Yggdrasill; afirmaba que para que el Mundo Digital no colapsase, era necesario hacer sacrificios. 

No estaba matando al demonio blanco por parecer un demonio; tampoco porque hubiese hecho algo malo

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No estaba matando al demonio blanco por parecer un demonio; tampoco porque hubiese hecho algo malo. La mitología humana no regía la vida de los digimon, por eso resultaba indiferente si parecía un demonio o un perro; lo único por lo que un digimon se cataloga como bueno o malo era por sus acciones, a veces provenientes de características innatas, y otras veces de características adquiridas.


Los sucesos relacionados con las purgas de Yggdrasill, que Beelstarmon tuvo que vivir en su infancia, marcaron su carácter y forjaron en ella unas convicciones muy firmes. Había visto morir a muchos de los suyos; algunos eran simples niños, como ella en aquel entonces. A través de los años creó su propio ideal de justicia, y era evidente que estaba dispuesta a todo para transformar esas ideas en hechos. No fue mucho el tiempo que la Musketeer estuvo rememorando el pasado...


—Señora Beelstarmon, el señor Magnakidmon ha venido a verla —dijo un cauteloso MetalPhantomon, con la duda de si un arrebato de ira de su ama podría costarle la vida.

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