EPISODIO 30 - La última batalla

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Mientras todo a su alrededor se desmoronaba, Hajime estaba en estado de éxtasis por la alegría de ver que aquel ser al que había despertado era casi invencible. Desde su posición, aunque muy alejada de donde se estaba desarrollando el combate, tenía constancia en todo momento del estado en el que se encontraba UltimateChaosmon gracias a algunos analizadores de datos cuantitativos. Tan ensimismado se encontraba el hacker que ni siquiera se percató del sonido emitido por unas pisadas que se acercaban a él.


—Vaya, parece que todo está yendo según lo habías planeado —dijo aquella misteriosa presencia, con tono soberbio, como si buscase mofarse.


—¡Fu... Fumiko! ¿Qué haces tú aquí? —tartamudeó Hajime al girarse y ver a la mujer de pelo rubio apuntándole con una pistola.


—Hm... Me has hecho quedar como una completa idiota. He estado encubriendo todos los crímenes que has cometido, fui cómplice indirecta en toda clase de entramados... incluso me autoconvencí de que lo nuestro era algo serio, aunque en el fondo supiese que solo me usabas para divertirte. —Conforme las palabras iban saliendo de la boca de la doctora Sakurada, su gesto se tornaba de arrogante a furioso.


—No hagas locuras, por favor. Si me matas serás juzgada por asesinato... ¿Quieres arruinar así tu vida? —preguntó Hajime casi suplicando.


—¡Mi vida ya la has destrozado tú! ¡La culpa de este desastre recaerá sobre mí! Me engañaste para que rompiera el sello de ese monstruo sin ser consciente de lo que hacía...


—No... no te preocupes, aún podemos arreglarlo. Seguro que muchos de los miembros del Crack Team morirán y no volverán al mundo humano. Solo tenemos que manipular los datos y culpar a alguno de ellos. Ambos testificaremos y...


—¡Cállate! Ni siquiera yo puedo tolerar que hayas llegado tan lejos. Esto se ha acabado.


—¡Suelta esa pistola, zorra! —Hajime intentó abalanzarse sobre Fumiko, pero esta no dudó y disparó dos veces sobre el cuerpo del hacker, que cayó desplomado sobre las máquinas que custodiaba en aquella pequeña caverna.


Sakurada era consciente de que ya no había vuelta atrás, de que ese crimen, junto a todos los demás que se le imputarían tanto por su causa como por la manipulación llevada a cabo por Hajime, provocarían que fuese condenada si regresaba al mundo humano. No estaba dispuesta a aceptar esa realidad, no podía enfrentarse a algo así, a ser señalada por la sociedad como una de las mayores criminales de la historia, a que su familia la rechazase o se avergonzase de ella. Con sus treinta y dos años de edad, pasar el resto de su vida entre rejas era impensable, por eso agarró la pistola con sus dos manos temblorosas y se introdujo el cañón en la boca. Por su rostro empezaron a caer lágrimas desde unos ojos que miraban a la nada; segundos después disparó y pereció en medio de un enorme charco de sangre.

 Por su rostro empezaron a caer lágrimas desde unos ojos que miraban a la nada; segundos después disparó y pereció en medio de un enorme charco de sangre

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