Capítulo 1: Resaca

451 49 14
                                    

Madre mía, menudo dolor de cabeza. El alcohol es lo que tiene, que te deja inservible un par de días. Aunque una resaca después de una noche de sexo, se lleva mejor. Y la de anoche, fue una noche de sexo del bueno.
No lo recuerdo muy bien pero el dolor de entrepierna que tengo esta mañana me dice que la de anoche fue una sesión para recordar. Si algo bueno tengo, es la memoria. Puedo despertarme de resaca sin recordar nada y en un par de días soy capaz de recordar hasta los lunares en la espalda del chico en cuestión. Aunque para mí esos recuerdos son molestos pues tengo reglas muy estrictas en cuanto a los hombres.
Mis reglas son muy básicas: Solo quiero sexo, nada de llevármelos a casa, nada de apuntar sus números de teléfono y por supuesto nada de repetir. Obviamente hay excepciones. Un par de tíos de confianza no están de más.

Mi nombre es Dana, tengo 23 años y acabo de terminar la carrera de empresariales. Me cogieron en una empresa como becaria hace un par de meses, donde trabajo con uno de mis mejores amigos y voy a irme a vivir con el que es mi mejor amigo de toda la vida, Christopher. Sí, he dicho mejor amigo.

Le conocí cuando teníamos 3 años, hemos vivido en el mismo edificio toda la vida, hemos ido al cole juntos, al instituto juntos, somos amigos y confidentes. Nos contamos nuestros primeros besos, nuestras primeras veces, nuestro primer desamor. Nos hemos emborrachado juntos tantas veces que somos como una sola persona y ahora que tenemos trabajo es de ley que nos vayamos de casa. A la vez claro y juntos "of course".

Aunque hay algo que no hemos hecho y nunca haremos juntos y es enamorarnos del otro. Y aunque hemos tenido sexo, muchas veces, nos gusta hacerlo con terceros, no los dos solos. No sé si me explico. Somos sexualmente muy activos los dos y nos encanta experimentar. Juntos es menos vergonzoso y más divertido, muuucho más divertido.

El caso, que esta mañana es una mañana de resaca. Abro los ojos y me escuecen, no veo claro, pero a mi lado hay un hombre. Y ¡Dios qué hombre! Esto es lo que se llama un armario empotrado y de lo poco que me acuerdo guapo. Ahora no le veo la cara, esta boca abajo pero bueno. Me levanto y me estiro pues me duele todo.

Parece que estoy en la habitación de un hotel, una cama King size, con sábanas de raso. Un hotel de los caros, espero que lo haya pagado él, porque yo estoy sin blanca y me jodería gastarme lo poco que tengo en chorradas de estas. Recojo mi ropa y me meto en el baño. Me doy una ducha rápida y me visto. Justo cuando vuelvo a la habitación me doy cuenta de que ayer no le dije a Christopher que me largaba de la discoteca, luego le mando un mensaje.

Dejo la habitación del hotel y bajo en el ascensor. En la segunda planta se abren de nuevo las puertas y entra un hombre.

¡¡Joder!! Todos los hombres en este hotel tienen pinta de empotradores. Pelo negro, metro noventa por lo menos, cuerpazo y va absorto en su teléfono móvil. Aún no le he visto la cara, pero seguro que parece un modelo de estos de Calvin Klein de las revistas.

¡Dios, mi lívido! Creo que acabo de mojar las braguitas. Y cómo huele, uff, me acabo de poner como una moto. Mejor escribo a Christopher y me largo en cuanto las puertas se abran.

Un amor diferente. (Serie Amor Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora