Capítulo 7: Saturday night!

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Dana

¡Por fin es sábado!

Sábado, sabadete, vestido provocativo y un polvete.

¿Así es el dicho no?

Bueno, da igual, a mí me vale. Esta noche hemos quedado con mis amigos de la Uni, un par de compis del curro de Chris y alguna gente más que no sé quiénes son. Es el cumpleaños de Berta una amiga que suele venirse con nosotros. Cumple 26, es la más mayor del grupo, pero la verdad es que la chica los sabe llevar muy bien. Iremos a cenar a un restaurante japonés que me encanta en el centro y luego a la discoteca de moda. Tenemos un reservado y vamos a beber hasta quedar inconscientes. Yo al menos.

Chris me ha elegido el vestido que voy a llevar mientras me duchaba, él es un crack de la moda. Le encanta y sabe sacarme ese partido que por mí sola sería incapaz de sacarme.

El vestido es azul eléctrico en la parte de arriba con transparencias en los laterales. El escote en uve abierto delantero y trasero hace que no pueda llevar sujetador, pero no me preocupa. Aunque tengo un buen pecho, aún lo tengo bien colocado y no se cae. La parte baja del vestido es una minifalda ajustada negra que queda justo por debajo de los cachetes del culo. Si no voy con cuidado acabaré enseñándole hasta el desayuno a cualquiera.

Pero me queda taaan bien.

Los taconazos, de 15 cm son negros y con plataformas. El pelo me lo he dejado con ondas naturales y suelto con un semirrecogido lateral. El maquillaje muy discreto y mi perfume favorito.
Chris va espectacular. Pantalones pitillo negros y una camisa con estampado de corazones pequeñitos que le marca los músculos de manera perfecta. Está para comérselo, si hay alguna soltera por ahí, mi hombre está disponible. Jajaja.

Llegamos al restaurante algo retrasados, pero todos nos conocen y saben que siempre nos pasa lo mismo. Creo que, si algún día llegamos puntuales, la gente pensaría que nos ha pasado algo. En la puerta está Álex, también guapísimo con vaqueros y camisa blanca. Está escribiendo por el móvil muy concentrado, pega un respingo cuando Chris llega por detrás y le pellizca en el culo.

— Joder Chris, — dice con cara de pocos amigos— no vuelvas a hacerme eso. Sabes que odio los sustos.

— Eres don sensible, cachorrillo mío — Chris siempre dice que Álex es como un cachorro, juguetón, gruñón, pero necesitado de amor.
Berta sale a buscarnos a la puerta. Ya nos están esperando todos dentro.

La mesa es muy grande y alargada, habrá como 30 personas y a la mitad ni las conozco. Hay algunos chicos muy guapos que se me quedan mirando al entrar. Eso me encanta. Y a Chris también le miran, chicos y chicas. Ay mi Chris.

La cena ha sido divertida, le hemos traído algunos detalles de cumpleaños a Berta y se los hemos entregado. Ahora nos vamos a distribuir para ir a la discoteca. Álex, dice que no va, que ha quedado con una chica, entiéndase, que han quedado para echar un polvo, y que si eso... luego se pasa.

Algunos de los que no conozco también deciden no venirse con nosotros y al final quedamos unos 8 o así. Así tocamos a más bebida. ¡Yuhuuu!

Cómo no tenemos que hacer la cola de la discoteca entramos por un lateral. Ya hay mucha gente bailando y disfrutando, y yo, me agarro a Berta para no caerme al subir las escaleras. Llegamos al reservado, que no es más que una zona acordonada con sillones para nosotros y un par de mesas para la bebida. La cumpleañera ha comprado para nosotros 3 botellas con sus refrescos. Pensó que íbamos a ser más. Así que, me da que mañana voy a tener una buena resaca. Empezamos con las copas mientras charlamos, nos reímos y nos hacemos selfis para subir a las redes sociales. Yo ya llevo 3 copas, algunos chupitos y voy algo achispada. ¡Quiero bailar!

— Chicos, me quiero ir a bailar ¿Quién se apunta?

Berta se viene y Chris también. Un chico llamado Salva también viene y los demás se quedan charlando.

Hace muchísimo calor aquí en la pista. Mucha gente bailando y lo que no es bailando. Yo me arrimo a Chris y me restriego un poco con el temazo de reggaetón que está tan de moda. Berta se pone detrás de Chris y le hacemos un sándwich con el baile. Él nos da besos en el cuello alternativamente a las dos y Salva nos mira sin saber dónde meterse.

Berta empieza a rozarme los brazos y yo la sigo. También besamos a Chris de vez en cuando, un besito en el cuello, en la mejilla. Lo típico, vamos. Al cabo de un rato me empiezo a agobiar un poco porque hace mucho calor y el alcohol me está pasando factura.

— Bombón —le digo a Chris—, me voy al baño.

Chris me da una palmada en el culo y me guiña un ojo. En el baño me retoco el maquillaje que empieza a correrse, haciéndome ver como un payaso. Me acomodo los pechos, me coloco bien la minifalda y me paso por el reservado para servirme otra copa.

Vuelvo a la pista de baile dónde veo a Salva solo, bailando con un chico muy pegados. Miro los alrededores y un poco más a la derecha veo a Chris y Berta dándose el lote como si el mundo se fuese a acabar. Sonrío y decido que lo mejor en este caso es bailar a mi rollo. Cierro los ojos con mi copa en la mano y me dejo llevar por la música.

Levanto las manos mientras muevo mis caderas y mi pecho al ritmo. De repente noto calor detrás de mí y dos manos que me sujetan de las caderas. Sigo con los ojos cerrados y me dejo llevar ahora por la persona que tengo detrás mía. Sus manos me acarician y empiezan a subir muy lentamente por los laterales de mi cuerpo, noto como su respiración es agitada, seguramente debido al baile. Me dejo caer ligeramente hacia atrás para recostarme cobre el torso del hombre. Porque es un hombre. Parece alto y puedo percibir su perfume. Jean Paul Gautier.

Irresistible.

Quiero seguir sintiéndome así, por lo que, no abro los ojos. Las manos siguen tocándome ahora por mi abdomen mientras encaja sus caderas con las mías y las movemos a la vez en círculos.

Puedo notar que tiene una gran erección ahora mismo y yo me estoy poniendo como una moto. Las manos siguen su curso y comienza a tocar la zona de mis costillas justo debajo de mis pechos, un poco más arriba y rodea al arco de mis pechos como si fuese un sostén, un poco más arriba y los rodea con sus grandes manos. He dejado de estar en la discoteca, estamos solos. Completamente solos, Él y yo. Restriego mi trasero contra su erección de nuevo y gime contra mi oído. Aprieta ligeramente mis pechos y pellizca uno de mis pezones. Ahora gimo yo. ¡Dios mío! Ojalá esto no terminase nunca. Quiero a este hombre entre mis piernas.

Intento girarme, pero deja mis pechos para sujetarme por los brazos y evitar que lo haga.

— Quiero más —le digo entre jadeos.

Él me besa el cuello, sube al lóbulo de mi oreja y mientras lo muerde acaricia el lateral de los brazos arriba y abajo.

Electrizante.

Lo que siento es indescriptible, creo que podría correrme sin que haga nada más que esto un par de minutos más.

Ufff. Sigue besando mi cuello. Son besos húmedos, sus labios se notan carnosos. Uno de sus brazos ahora me rodea por la cintura y el otro vuelve la atención a mi pecho. Pellizca de nuevo y gruñe en mi oído. Tengo que acabar con esto de una vez, necesito que me bese y me lleve dónde sea para acabar con esta tortura. Porque si no lo hace, voy a morir por combustión espontánea.

Embiste un par de veces más su erección contra mi trasero y ya no aguanto más. Muevo mi cabeza para que me bese, pero no llego.

¡Mierda!

Cuando noto que hace algo de menos fuerza, me giro de golpe y abro los ojos. De repente el mundo explota a mi alrededor.

Bum, Bum.

No puede ser él. Él no, por favor. Dos ojos verdes me miran con atención. Es el maldito moreno del ascensor, es el maldito tío bueno de la cafetería. He dejado de respirar en este preciso instante. Él rodea mi cintura, rápidamente, me atrae hacia él y ¡¡ME BESA!!

Un amor diferente. (Serie Amor Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora