❝Tipo de ansiedad que tiene que ver con el miedo a la muerte, el proceso de morir o perder a un ser querido.❞
Con la llegada de la guerra, James Potter tiene miedo de perder a las personas que ama.
Hay gente que tiene miedo de morir, el simple hecho...
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La casa de Alexandra y James estaba decorada al máximo, esto gracias al último y a Sirius. Habían colocado globos con los colores de Gryffindor, guirnaldas y algunas pancartas.
Lily y Alex se dedicaron a la comida, habían cocinado bastantes pizzas sabiendo que todos comerían hasta explotar. Todo esto además de los típicos snacks, los cuales había comprado Dorcas.
Dorcas y Marlene se encargaban de que ninguno de los presentes, en especial Sirius y James, tocara o robara algo del pastel que Molly había horneado amablemente.
No habían invitado más gente, les hubiera encantado pero ya era demasiado riesgo el hacer una fiesta con ocho personas. Aún así, Fabian, Gideon, Alice, Frank, Molly y Arthur le habían obsequiado algo a Remus esa misma tarde, en la reunión que tuvieron con la Órden.
Reunión a la cuál Alex no fue, aún no se sentía preparada, y la gente de su alrededor tampoco creía que lo esté. Sin embargo, James había asistido, ya no podía tomarse más tiempo.
Habían regresado de la reunión tres horas atrás, excepto Remus, que visitó a sus padres antes de la pequeña fiesta.
Alex tomó las botellas de alcohol y comenzó a acomodarlas sobre una mesada, era demasiada bebida para pocas personas, pero los chicos eran unas esponjas cuando se trataba de cerveza de mantequilla y whisky de fuego.
–Esto es increíble, me...
–...emborracharé como nunca. –finalizó Alex, Sirius la miró indignado. –Sí, lo sabemos.
–No iba a decir eso.
–Sí lo ibas a hacer. –replicó James limpiando el dorso de su frente y mirando con admiración el lugar.
–No. –cruzó sus brazos en su pecho.
James se acercó y abrazó a Alex por detrás, apoyando su mentón en su hombro derecho. La miró de reojo, admirando el vestido corto y suelto de color azul oscuro.
–Esto de organizar cumpleaños se te da bien. –ella giró y lo miró dudosa.
–Ustedes hicieron mucho.
–Pero tú organizaste todo, Sirius casi muere en el proceso.
Alex rió y dirigió su vista a Sirius, que miraba impacientemente la chimenea por la que Remus ingresaría en unos minutos. Ella se volteó y terminó de acomodar los vasos descartables.
–¿Te imaginas cuando le preparemos algo así a nuestros hijos?
Alex dejó caer uno de los vasos, rápidamente se agachó para tomarlo y continuar con los suyo.
Una sensación de incomodidad la invadió, no creía que James se esté dando cuenta de cuánto le afectaba hablar de ello. Después de lo sucedido lo último en lo que quería pensar era en hijos.