❝Tipo de ansiedad que tiene que ver con el miedo a la muerte, el proceso de morir o perder a un ser querido.❞
Con la llegada de la guerra, James Potter tiene miedo de perder a las personas que ama.
Hay gente que tiene miedo de morir, el simple hecho...
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El lugar donde la Órden del Fénix se reuniría para la primer reunión de los nuevos integrantes era algo tétrico.
Según había dicho Dumbledore, era la casa de uno de los integrantes.
La sala del lugar era de un tamaño justo, las luces eran algo oscuras y hacían el ambiente un poco más aterrador de lo normal. Algunas velas ayudaban a la iluminación.
En el centro de la sala de estar había una larga mesa de madera y unas sillas a su alrededor.
Algunos integrantes se encontraban hablando en grupos reducidos, y ninguno de ellos disimulaba su mirada hacia los nuevos.
Sirius levantó su mentón sin dejarse intimidar, al igual que James, que colocó un brazo sobre los hombros de Alexandra de forma protectora.
Algunas personas eran de una edad relativamente avanzada, pero otros no tanto. De hecho, reconocieron a varios ex alumnos.
–Dumbledore llegará en unos minutos. –comentó un señor con voz ronca y aspecto de loco.
–Maravilloso, estamos rodeados de locos. –comentó Sirius por lo bajo.
–Canuto...
–Ya, ya. –dijo ante la mirada de su novio. –Me calmo.
–Esta gente es intimidante. –dijo Dorcas a un lado de Alex.
–Si, un poco. –dijo mirando a los mayores que bebían de un licor como si fuera agua.
–¡Blue!
Alex frunció el ceño ante el apodo y se volteó buscando el dueño de aquella voz.
–¡Aquí, tonta!
Se giró un poco hacia su derecha encontrándose con Fabian y Gideon, ambos estaban mucho más altos de lo que recordaba.
Los gemelos seguían con su cabello naranja brillante, y sus sonrisas resplandecientes continuaban presentes en sus rostros.
–¡Fabian! ¡Gideon!
Ambos corrieron hacia ella y la abrazaron con fuerza mientras festejaban a los gritos.
–¡Oigan, imbéciles! –gritó una voz. Los tres se separaron y fijaron su mirada en el señor de aspecto loco. –Si siguen gritando de esa forma los echaré.
Fabian rió sarcástico pero a los segundos se encogió en su lugar por la mirada amenazante del tipo.
–Ese es Moody. –dijo Gideon. –Intimidante, si.
–Si, no parece muy estable que digamos. –dijo ella mirándolos nuevamente.
–¿Qué haces aquí, mocosa? –comentó Fabian despeinando su cabello. –Creímos que nos habíamos deshecho de ti.
