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Alexandra no pudo reprimir una sonrisa al ver lo que la carta decía

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Alexandra no pudo reprimir una sonrisa al ver lo que la carta decía.

Una de las editoriales más importantes del Mundo Mágico había accedido a comercializar un libro en honor a Sam. Habían transcurrido varios meses, ya que se encontraban a mediados de Agosto.

A ella no le importaba el tiempo.

En este caso, no le importaba si habían pasado varios meses o la editorial se demoraba en publicarlo. El resultado que obtendrían le hacía feliz.

Iba a ayudarlo a cumplir su sueño, y eso era más que suficiente.

James se había dedicado a conseguir varias direcciones de correo y contactos de editoriales que trabajaban junto a sus padres. Varios de ellos ayudaban a Euphemia y Fleamont a difundir y promocionar las nuevas pociones.

Los acuerdos no eran muchos. Ellos exigieron dividir las ganancias a su favor, lo cual a Alex no le inquietaba ya que el dinero era lo que menos le importaba. También habían dejado en claro que lo publicarían una vez finalizada la guerra, esto era algo deprimente para ella, ya que quería que todos leyeran sus escritos lo antes posible y cumplir el objetivo.

Aún así aceptó.

Ella sabía a la perfección que la guerra podía demorar años en acabar, pero era preferible tarde que nunca.

Concordaba y entendía a la editorial, no querían arriesgarse. Alexandra quería dejar en claro que Sam Macmillan era una persona con muchos sueños y objetivos, y que la mayoría de ellos no pudieron cumplirse por culpa de los mortifagos, que lo habían asesinado como si nada.

Los encargados en publicar el libro y diseñarlo estuvieron de acuerdo con ella, pero siempre y cuando sea al finalizar todo. No querían tener problemas con los seguidores de Voldemort al dejar a vista de todos sus actos.

Alex sirvió una taza de té caliente y subió las escaleras, encaminándose a una de las habitaciones extra que había en la casa.

Remus se asomó entre las mantas y gruñó por lo bajo al sentir la claridad de la luz. Alex se acercó a paso lento y tendió la taza de té humeante.

–¿Cómo te sientes?

–Mejor, pero el dolor de cabeza continúa.

Ella hizo una pequeña mueca y tomó el termómetro para colocarlo debajo del brazo del licantropo.

Remus había ido a casa de Alex y James para que ella cuide de él en los días previos a la luna llena. Últimamente ella no había podido hacerlo, ya que entre su recuperación luego de lo sucedido y las mudanzas de ambas parejas se había complicado.

–Las pociones sirvieron, la fiebre bajó un poco. –murmuró viendo el termómetro. Apoyó su mano sobre la frente del castaño, aún continuaba tibio.

–Ya se pasará. –restó importancia antes de beber un sorbo y dejar el líquido sobre la mesa de noche. –Te ves cansada, ven.

Alex dudó un poco, pero no rechistó y se acostó junto a Remus. Ambos se taparon con las mantas y se quedaron mirando el techo fijamente.

THANTOPHOBIA; James PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora