El invitado | Ciel x Alois

Capítulo 21: Reencuentro

Narración de Ciel

Morir fue más desgarrador y horrible de lo que creía, aun así estuve dispuesto a hacerlo por Alois. Cuando me dispare pude notar el miedo en su mirada, vi en sus ojos la culpa y confusión, estaba más preocupado que yo por la posibilidad de que no me volviera un vampiro y esa fuera la última vez que nos viéramos pero no me iba a rendir así de fácil.

Intente aferrarme a la vida tal vez más tiempo del necesario, negándome a cerrar los ojos a pesar del dolor punzante en mi pecho y los mareos que me asaltaban mientras mi amado Alois me llevaba cargado corriendo a gran velocidad a través del pasadizo.

A medida que sentía la vida esfumarse de mi ser, intente grabarme el rostro de Alois en la memoria hasta el momento en que cerré los ojos dejándome llevar por la muerte. No dude de que volvería, así tenía que ser: Debía volver por Alois, por mi familia pero sobre todo debía volver por la venganza. Vengarme de ese hombre quien mato a mi madre y le hizo daño a Alois, de ese vampiro que lo forzaba a estar a su lado destruyendo todo lo que amaba para no dejarle más opción.

La muerte era como perder todo recuerdo y todo pensamiento para estar sumido en la oscuridad pero no me dejaría aterrorizar, después de bastante tiempo que para mí fue una eternidad torturosa, pude volver a sentir mi cuerpo y logre mover una de mis manos. Abrí mis ojos asustado y confuso, dándome cuenta que estaba en una habitación desconocida pero por fortuna Alois estaba a mi lado mirándome con los ojos llorosos pero alegres al verme despertar.

-Estas de vuelta, mi querido Ciel.- Me beso repetidas veces pero escuche un sonido que me hizo descubrir que no estábamos solos, había alguien más en la habitación: Una mujer estaba de pie en silencio mirándome con cierto recelo pero a la vez con infinita ternura, se trataba de mi madre.

Antes no podía recordarla pero desde que apareció en mi habitación aquel día, todas mis memorias habían vuelto con ella como si fuesen una sinfonía que sabía de memoria en el pasado pero que no se me había cruzado por la mente hasta volverla a escuchar. Su cabello rubio cobrizo, sus ojos como los míos y los rasgos de su rostro me resultaban tan familiares aun cuando se veía muy distinta, tal vez debido al vampirismo.

Tan perdido estaba en mi mente que no me di cuenta cuando fue que me puse de pie y empecé a caminar hacia mi madre hasta que estuve lo suficientemente cerca para abrazarla, mis ojos se nublaron y comencé a sollozar, había tanto que quería decirle pero no sabía cómo expresarlo.

Me sentía feliz por estar con ella y con Alois, por ser uno de ellos ahora y para siempre pero ¿Cómo se lo diría a mi padre? ¿Cómo podría si quiera mirarlo a la cara sabiendo que llamo a mi madre un monstruo cuando la vio volver de la muerte como ahora yo hice? Si casi enloqueció cuando vio a mi madre, actuaria de la misma forma al verme a mí, así que por su bien no podía volver a verlo y esto me lleno de tristeza.

Luego de un rato mis lagrimas cesaron pero no me sentía calmado, el hambre empezaba a hacerse presente.

-Lo lamento.- Dijo Alois quien se había mantenido en silencio mientras mi madre y yo nos reencontrábamos.- Le prometí a Rachel que no te haría daño y que no te volvería como nosotros pero tenía miedo de lo que Claude podría hacerte.

-Despertó, es lo importante, y parece que no ha perdido su humanidad.- Respondió mi madre con una leve sonrisa, ya habíamos deshecho el abrazo pero mantenía una mano en mi hombro en señal de apoyo. Entendí que por eso tenía esa expresión recelosa, Alois me había dado entender que muchos parecían perder su capacidad de sentir emociones al volverse vampiros y pasaban a actuar por puro instinto. No era mi caso hasta ahora.

-Estoy bien, esta fue mi decisión y no me arrepiento.- Les aclare a ambos, en un débil murmullo tímido agregue.- Tengo hambre.

Alois comento que era curioso que no hubiera saltado a morderle el cuello a alguien apenas despertara pero mi madre nos dijo que podría deberse a que no había nadie ''vivo'' cerca.