Capítulo 9: Dama de Blanco

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Una mañana muy temprano, como de costumbre, Alois salió de mi habitación para ir a la suya pero en el pasillo choco con mi tía Ann. Alois y yo cruzamos miradas, nuestro romance secreto había sido descubierto.

-Tía, no es lo que crees.- Dije sobresaltado, levantándome de mi cama para ir hacia ella e inventar una excusa del porque Alois estaba en mi habitación.

-Me hace muy feliz que estén juntos, querido sobrino.- Me interrumpió con una gran sonrisa.- No te preocupes, no le diré nada a Vincent.

Suspire aliviado, no quería que mi padre se enterara porque sabía que no estaba listo para verme crecer, siempre había sido su niño y el seguía viéndome como uno a pesar de ser un adolescente.

-¿En serio lo aprueba, Madame?- Le pregunto Alois emocionado.

-Sin duda, hacen una hermosa pareja.- Respondió mi tía.

-Creo que Ciel y yo estamos destinados a estar juntos.- Afirmo Alois felizmente mientras me abrazaba cariñoso.- Gracias, Madame Red, nos vemos en el almuerzo.

Alois se fue a su habitación dando saltos de alegría y yo me despedí de Madame Red para dormir un rato más.

-Gracias, tía Ann, ahora será nuestro secreto.- Le dije.

-Claro, tal vez mas tarde también descubras uno de los míos.- Afirmo con una sonrisa mientras seguía su camino por el pasillo.

Horas después, todos nos reunimos en el comedor. Alois bebía su chocolate mientras me tomaba la mano por debajo de la mesa y yo comía en silencio.

-El amor ha florecido en esta casa.- Dijo Madame Red de pronto, deje caer el tenedor nervioso de que fuese a decir lo de mi relación con Alois.

-Ciel, hijo. Alois.- Comenzó mi padre, Alois me apretó la mano en señal de apoyo.- Tenemos que hacerles un anuncio: Angelina y yo nos casaremos.

Esa inesperada noticia me sorprendió y alegró mucho, los felicite con un abrazo diciéndoles lo feliz que me hacía verlos juntos porque sabía que se amaban y porque Madame Red es como una madre para mí.

El resto del día transcurrió de forma normal.

Esa noche dormí sin la compañía de Alois y creí estar completamente solo, escuche una voz en sueños, una voz distinta a la que solía escuchar. Esta vez era una voz femenina, una voz tierna y dulce que me parecía familiar pero no recordaba a quien pertenecía.

Abrí un poco los ojos y vi a una mujer sentada en la esquina de la cama: Su cabello era rubio cobrizo y sus ojos azul zafiro, lucía un vestido blanco y sonreía de forma dulce pero parecía esconder una profunda tristeza y melancolía bajo aquella sonrisa.

-Ten cuidado con el asesino.- Susurro en voz baja como si temiera ser escuchada, su expresión se volvió más triste.- Lo siento mucho, Ciel.

Estaba aún medio dormido y no preste demasiada atención, sin embargo, reconocí a la mujer frente a mí. Susurre ''Mamá'' antes de volver a cerrar los ojos para continuar durmiendo, estaba tan cansado que no pude mantenerme despierto a pesar de que realmente quería hacerlo.

Horas más tarde, pude volver a abrir los ojos pero esta vez no encontré a mi madre si no una imagen aterradora: Alois estaba de pie cerca de mi cama, su camisón blanco estaba manchado de sangre y pequeñas gotas escurrían por las comisuras de sus labios.

Tal vez por miedo o por lo mucho que me impacto aquella imagen de mi amado Alois, grite y me cubrí con las mantas asustado. No debí haberlo hecho porque cuando me quite las mantas, Alois ya no estaba en la habitación.

Y la verdad estaba confundido, sin saber si aquella visión de mi madre y de Alois había sido real o solo un extraño sueño. Sin embargo, una inquietud lleno mi ser y en cuanto pude, me levante de la cama convencido de que Alois había sido asesinado y fui a pedir ayuda.

Meyrin y Ran Mao salieron de sus habitaciones alarmadas, inmediatamente fuimos a la habitación de Alois y tocamos la puerta con insistencia sin obtener respuesta alguna. La puerta estaba cerrada por dentro así que había que forzar la puerta, por lo que tuvimos que ir hasta el otro lado de la mansión para pedir ayuda a mi padre.

Cuando al fin volvimos a la habitación y mi padre forzó la puerta, entramos y todo parecía estar en orden. Pero Alois había desaparecido.

El invitado | Ciel x AloisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora