Capítulo 2: Un invitado

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El sol acababa de ponerse y mi padre y yo continuamos con nuestro paseo reflexionando sobre aquella carta. Llegamos al puente levadizo cerca del camino que pasa por delante de la mansión, donde nos reunimos con Madame Red junto a Meyrin y Ran Mao que acababan de salir para disfrutar de la maravillosa luz de la luna.

Era una escena verdaderamente hermosa y pacífica, a pesar de la fina capa de niebla que se extendía sobre la tierra, podíamos ver como la tenue luz de luna se reflejaba en el río.

Madame Red y mi padre conversaban alegremente. Madame tiene un alma profundamente romántica y un corazón tan apasionado como el color de su rojizo cabello que mi padre suele halagar, siempre he notado que ella esta perdidamente enamorada de él y probablemente mi padre corresponda sus sentimientos.

Mientras tanto, la señorita Ran Mao nos contaba una leyenda sobre la luna originaria de China, su país natal: Decía que se cuenta que antes había 9 soles que estaban quemando la Tierra hasta un hombre llamado Hou Yi terminó con 8 de ellos usando su arco, por su heroica acción fue recompensado por una Diosa entregándole un elixir para volverse inmortal pero él decidió no usarlo porque solo era efectivo en una persona y él quería permanecer junto a su bella esposa Chang'e. Sin embargo, un hombre llamado Feng Meng intentó robar el elixir cuando Chang'e estaba sola en casa y ella, al no poder derrotarlo, decidió beber el elixir. Se volvió una diosa inmortal, voló hasta la luna en donde vivió desde entonces junto a un conejo pero nunca volvió a ver a Hou Yi.

-Miren la mansión, las numerosas ventanas centellan iluminadas por la plateada luz de luna.- Dijo Madame Red haciendo que todos nos giráramos para apreciar la mansión.- Como si unas manos invisibles hubieran iluminado las habitaciones para recibir invitados sobrenaturales.

-¿Sobrenaturales?- Pregunto Mey rin algo asustada.

-Es un decir.- Se reía Madame.- La luna tiene extraordinarias influencias físicas en relación con la vida, tiene un gran efecto en las personas.

-Pues yo me siento melancólico.- Comento mi padre con cierta tristeza.

-¿Por qué, Vincent?- Le preguntó Madame.

-Tengo un mal presentimiento.- Respondió mi padre.

En ese momento nos llamó la atención un sonido de ruedas de carruaje y cascos de caballos acercándose por el camino, el carruaje debía transportar a una persona de alto rango, tenía un jinete al frente y dos atrás. De pronto, mientras el carruaje pasaba la cima del puente por donde se encontraba una antigua cruz de piedra, uno de los caballos se asustó y aterrorizó a los demás haciendo que el carruaje se sacudiera.

Podíamos escuchar los gritos de los pasajeros, el carruaje estuvo cerca de estrellarse en un árbol pero los caballos hicieron que se rompiera una rueda. Me abrace a mi padre cerrando los ojos, sin querer ver el inevitable accidente que se avecinaba, y escuche a Mey rin gritar angustiada.

Cuando volví a abrir los ojos, el carruaje estaba al revés y dos de los caballos yacían en el suelo mientras dos de los jinetes intentaban levantarlos. Al mismo tiempo, una dama albina de vestido morado acababa de salir del vehículo y el otro jinete elevaba por la puerta a un chico joven que parecía no tener vida.

Inmediatamente nos acercamos y mi padre fue hacia la dama para ofrecerle su ayuda pero ella no parecía escuchar, solo observaba al chico rubio que se veía inconsciente pero sin duda seguía con vida.

-Parece que mi hijo no está bien como para volver a la carretera, estoy en un viaje de vida o muerte y me veré obligada a dejarlo en algún lugar, no podré ver a mi amado niño hasta mi regreso dentro de tres meses.- Exclamó la dama albina de forma dramática, luego se dirigió a mi padre (que le había puesto una mano en el hombro en señal de consuelo pero la había retirado casi de inmediato cuando noto la mirada celosa de Madame Red).- ¿Podría decirme qué tan lejos está el pueblo más cercano?

-Padre, por favor pídele que se quede en la mansión.- Murmure emocionado.

-Si usted lo desea, puede confiar a su niño a nuestro cuidado y permitirle quedarse en la mansión como nuestro invitado hasta su regreso.- Le dijo mi padre, mientras tanto los tres jinetes ya habían acomodado de nuevo el carruaje y los caballos.

-Es demasiado pedir.- Respondió la mujer.

-Por supuesto que no, verá, el pueblo más cercano es bastante lejos de aquí.- Explico mi padre.- Y mi hijo Ciel acaba de sufrir una decepción porque una visita que esperaba no podrá venir, así que si su hijo se queda, para él será el mejor de los consuelos.

-No se preocupe, su hijo recibirá el mejor de los cuidados.- Aseguro mi tía Ann.

La mujer de vestido morado le dio una mirada al chico que no me pareció que fuera de preocupación y luego le hizo un gesto a mi padre para que se apartaran de nosotros, ella comenzó a hablar muy bajo y aunque no pude escuchar parecía ser algo muy serio.

Después de unos minutos, se dio la vuelta y caminó hacia donde yacía su supuesto hijo siendo sostenido por Mey rin, le susurro algo al oído y le dio un beso en la frente para luego despedirse de nosotros con un gesto y subir al carruaje. Nos quedamos mirando el carruaje hasta que lo perdimos de vista, luego observe felizmente a nuestro invitado de cabello rubio que en ese instante abría los ojos y comenzaba a mirar a su alrededor.

-¿Dónde está mamá?- Pregunto con voz triste, Madame Red le respondió con ternura intentando reconfortarlo y luego el niño continuo con sus preguntas.- ¿Dónde estoy? ¿Y Claude? ¿Dónde está él? No veo el carruaje.

Poco a poco pareció recordar el accidente mientras Madame Red intentaba explicarle y luego, al enterarse que su madre lo había dejado allí durante tres meses hasta su regreso, comenzó a gritar sollozando.

Estaba a punto de acercarme para intentar consolarlo cuando Mey rin me puso una mano en el hombro y me dijo:

-Joven amo, no se acerque por el momento, está tan angustiado que no creo que pueda soportar hablar con más de una persona a la vez.

Así que solo pude observar a nuestro invitado que no detuvo sus sollozos hasta que sus ojos azul cielo se cruzaron con los míos.

El invitado | Ciel x AloisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora