Capítulo 15: Sombrío despertar

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Oscuridad, profunda oscuridad. Eso era todo lo que vio Alois cuando abrió los ojos, se preguntó si así se sentía la muerte, si se encontraba ya en el tétrico y lúgubre inframundo. Estirando las manos se dio cuenta de que estaba encerrado en un ataúd, comenzó a sacudirse y a gritar llamando a Claude. Estaba aterrado, estar solo en la oscuridad era uno de sus mayores temores.

En segundos su ataúd fue abierto por Hannah, Alois salió inmediatamente y observo a su alrededor: Estaban en la cripta de la familia Trancy, una docena de ataúdes estaban atrás y él acababa de salir del ataúd central donde se leía ''Conde Jim Trancy 5 de Noviembre de 1756- 14 de Diciembre de 1772''.

-¿Estoy muerto?- Pregunto Alois, aunque ya podía deducir la respuesta.

-Lo está, ahora es un vampiro.- Aclaro Hannah, Alois escucho un fuerte ruido y entonces apareció Claude saliendo de un pasadizo subterráneo que el joven desconocía.

-Unos ladrones asesinaron a su padre y a las dos sirvientas durante el baile de máscaras.- Dijo Claude.- Y por supuesto, a usted.

Alois recordó su infancia, antes de que su padre se volviera un maldito sin corazón o más bien antes de que mostrara su otra cara. Y a pesar de todo, sin poder evitarlo, lloró.

No lloraba por él pues no se lo merecía pero lloraba por no haber tenido un buen padre, porque su padre le robo la inocencia y la felicidad. Lloro por la muerte de sus sirvientas, por la pasada muerte de su madre, lloro como nunca antes lo había hecho mientras Claude y Hannah lo abrazaban intentando darle consuelo.


1830, Nordhausen, Alemania

Los primeros años de Alois siendo vampiro habían sido ''felices'' o al menos el mismo trataba de convencerse de que era feliz, se habían quedado unos años en Austria para luego recorrer Hungría, Eslovaquia y Chequia hasta llegar a Alemania donde ya llevaban tiempo viviendo en una bonita casa señorial.

Alois se sentía cada vez más deprimido y comenzaba a hartarse de su vida inmortal. Hannah era la misma de siempre, bebía sangre de forma discreta y era bastante seria con todos a quienes conocían pero siempre les sonreía con cariño a Claude y a Alois. En cambio Claude había cambiado mucho para mal: Se mostraba cada vez más distante con Alois y parecía que se aburría del menor, se había vuelto muy insensible en cuanto a alimentarse y no tenía ningún remordimiento al matar, coqueteaba descaradamente con sus víctimas... Todo esto tenía harto al joven rubio.

Pero la ''gota que derramo el vaso'' entre los tres, sucedió una tarde de julio donde Alois salió a caminar porque se sentía melancólico, dejando solos a su amante y a Hannah, al llegar los encontró juntos en la cama.

-¡Malditos traidores!- Les grito furioso y herido para después salir corriendo con las lágrimas bajando con su rostro. Lo sabía, sabía que Claude ya no lo amaba y que a Hannah siempre le había atraído su ex mayordomo. Pero nunca los creyó capaces de hacer tal cosa.

Salió al jardín donde se derrumbó en llanto sobre el césped. Su amado le había sido infiel con la mujer a la que veía como su madre, no podía creer que estuviese pasando. Escucho pasos tras él y pensó que era Claude, en el fondo esperaba escuchar a su amado disculparse, decirle que había sido un error y que no volvería a pasar.

-Joven amo.- Pero la que estaba ahí era Hannah, se había vestido y estaba de pie frente a él mirándolo con preocupación y arrepentimiento.

-Vete, Hannah, no quiero verte.- Sollozo el menor.- Me quitaste a Claude.

-Se que lo que hicimos estuvo mal pero yo no le he quitado nada, mi querido Alois.- Respondió la mujer en voz baja.- Él no nos pertenece a usted ni a mí.

El invitado | Ciel x AloisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora