Capítulo 16: Sacrilegio

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Actualidad, 1892, Narración de Ciel

Al principio había soltado una risa cuando Alois dijo que era un vampiro. ''Vamos, déjate de bromas y dime lo que tengas que decirme'' le había dicho, al notar a través del confesionario la mirada triste de Alois y sus ojos destellar en tono rojo carmesí, me di cuenta de que no estaba bromeando.

Yo estaba sorprendido y un poco asustado pero lo mire fijamente esperando a que siguiera explicándome cómo era posible, me contó su trágica historia y las lágrimas se hicieron presentes en su rostro durante algunas ocasiones. Notaba el esfuerzo de Alois por seguir contándome a pesar de que se notaba el dolor que todo esto le causaba, no había terminado la historia aun pero se detuvo luego de contarme sobre Luka y comenzó a sollozar.

Sus lágrimas me hacían sentir triste también, mi amado era un vampiro a quien cualquiera consideraba diabólicos monstruos pero ¿Cómo podía considerarlo yo un monstruo cuando Alois había sido víctima de tanta crueldad y lloraba desconsoladamente como un niño herido?

Me puse de pie y Alois dejo de sollozar unos segundo para mirarme con una autentica tristeza en su rostro, tal vez creyendo que iba a irme pero para su sorpresa, me metí al confesionario donde estaba el y lo abrace.

-Ciel, Ciel, por favor no me odies.- Susurro en mis brazos.- No me dejes, no me pidas que me vaya.

Me aparte un poco para mirarlo, parecía un ángel llorando ¿Como podía ser mi dulce Alois un ser diabólico? ¿Como temerle cuando me estaba expresando sus sentimientos de aquella forma tan apasionada? No podría dejarlo ni pedirle que se fuera, quería estar con él.

-Te lo suplico.- Continuo, estrechándome más hacia él.

-No tienes que suplicármelo.- Le dije acariciando su rostro.- Escucha, Alois Trancy, no te odio ni quiero dejarte pero tengo que hacerte una pregunta y tienes que ser totalmente honesto.

Alois asintió mirándome expectante, trague saliva, no quería preguntarlo pues si su respuesta era una negativa quien estaría molesto y llorando después sería yo.

-¿Es verdad que me amas?- Pregunte al fin, Alois soltó una pequeña risa y parecía aliviado de que esa fuera la pregunta.

-Sí, Ciel, te amo.- Me dijo sinceramente.- Te amo cada vez más.

Sonreí y Alois me miró con adoración.

-Eso es todo lo que importa.- Respondí para luego besarlo siendo correspondido, sus brazos rodearon mi cintura con fuerza, limpie sus lágrimas con mis dedos y dejo de llorar.

Realmente tenía más preguntas pero ya era demasiada información para mi cabeza y decidí que ya se llegaría el momento de preguntar, por el momento solo quería que Alois olvidara su triste pasado.

Los besos aumentaron de intensidad, sin darme cuenta estaba sentado en el confesionario con mi espalda pegada a la madera y sus labios devoraban los míos con pasión. Lo aparte sutilmente y Alois bajo su rostro.

-¿Qué demonios haces?- Le pregunte frunciendo el ceño al ver que bajaba el cierre de mi costoso pantalón.

-Vamos querido Ciel, necesitamos quitar la tensión del momento.- Insistió mi precioso vampiro. Ya había tomado mi miembro entre sus manos y un gemido se escapó de mis labios, el eco del gemido se escuchó en toda la iglesia.

-No podemos hacerlo aquí.- Insistí avergonzado, estaba seguro de que mi rostro estaba totalmente sonrojado.

-No hay nadie, solo procura no gemir tan fuerte o te escucharan aun afuera.- Dijo Alois despreocupado sin entender lo que de verdad pensaba yo, que estaba muy mal hacerlo ahí, pero todos mis pensamientos comenzaron a desvanecerse cuando Alois lamió la extensión de mi miembro hasta llegar a la punta y meterlo en su boca.

El invitado | Ciel x AloisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora