12. Una Navidad Negra. Parte I

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Killion camina de un lado a otro jugando con sus manos, apretando y aflojando varias veces

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Killion camina de un lado a otro jugando con sus manos, apretando y aflojando varias veces. Me observa listo para decirme lo que piensa, pero se retracta, se vuelve a alejar. Esto sería divertido de ver, si no fuera porqué, mi mente está pensando en mi ex novia embarazada y escondida en casa de mi tía Emily en Nueva Orleans.

—¿Por qué está contigo? —Me atrevo a preguntarle, intentando esquivar su mirada ante la vergüenza que se apoderaba de mí.

—La iban a obligar a abortar al bebé, ella se sentía presionada y sola. —Da un suspiro profundo— Estaba asustada y en vez de apoyarla, solo le decían qué hacer.

Sentí miles de cosas al momento de escucharla. Fue una suerte que mi tía apareciera en su vida, no solo salvó la vida de ese bebe, si no, la vida de Alissa y lo que probablemente le hubiera causado una destrucción emocional enorme, de la cual sentía una responsabilidad mayor.

—Ella te buscó para que los dos decidieran, Connor. —Siguió explicando—. ¿Por qué la dejaste sola? —Pone una mano en mi mejilla para que levante la vista hacía ella— Te conozco, no eres capaz de dañar a alguien y solo no hacerte cargo.

—Yo... —Miro sus ojos, opuestos a los de mi madre, tan oscuros y atractivos— Ella vino a mí y lo que hice fue pedirle ayuda a mi mamá. Ella me dijo que esto del aborto fue algo que ellos decidieron.

—¡Oh!, mi niño —exclama en un tono de lamentación— Creí que ya conocías de lo que era capaz tu madre. —Da un pequeño movimiento con sus hombres en forma de negación— ¿Aún le crees a tu madre?

Entre más lo pensaba y lo analizaba, más creía en la teoría de que mi madre tenía que ver en esto. Ella se hizo cargo de una manera totalmente diferente a lo que yo le había pedido esa noche. No había soñado con la idea de tener a una pequeña persona corriendo por la casa o escuchándolo decirme "papá", pero tampoco quería sentir que la había obligado a abortar. Sé que pudieron existir diferentes maneras de solucionar esto, entre nosotros. Pero confiamos en mi madre y ahora ella estaba en otro estado, asustada y sin apoyo. Yo la había traicionado al dejarla sola con todo esto.

La ira era mayor al recordar esa vez que mi madre me juro que no tenía nada que ver con su huida, que intentó ayudarla para que sus padres no la obligaran a abortar... Me sentía el enemigo de mi madre en estos momentos. No pude verla a los ojos una vez llegué a casa con mi tía; solo me encerré en mi cuarto. Intentando darle una salida a esto. Pero todo era complicado y la idea de volver a buscar a Alissa para intentar jugar a la casita, me parecía estúpida, no me veía llegando a casa con ella ahí y nuestro hijo —mi hijo—me daba miedo. No era nadie para ese bebé.

Si había algo que siempre nos repitió mi madre, es que no podíamos aspirar a tener una familia, sin tener antes una estabilidad económica, y para ser sincero, yo no tenía nada. Solo la empresa de mi abuelo y esa no estaba en marcha en su totalidad, ni siquiera había culminado mi primer semestre en mi carrera y ya iba a tener un hijo.

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