・꒰🥀୧ 𝕍𝕚𝕠𝕝𝕖𝕟𝕥𝕠́𝕞𝕖𝕥𝕣𝕠.：La vida se trata de ver quien es el que sobrevive más ante las infamias del universo y una de ellas es el amor, si llega a hipnotizar tú corazón, estas acabado. El amor a primera vista existe, pero también el amor...
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Narrador Omnisciente.
La tensión entre el joven Luisardo y Aquino ya era mucha, horas sin que se dijeran nada, no iba a ser lo mismo que les paso hace tiempo, solo era algo corto y sin importancia, el de capucha era su sumiso sin control y ya estando bajo los encantos del castaño, iba a pedir perdón y si pudiera el, hasta hacer que lo trate de la misma manera o peor por su comportamiento.
Claro estaba que el de cabellos azabache era consiente de todo, pero le daba igual, solo quería atención del castaño, toda su atención, ¿Daba mucho que desear eso?, en efecto, su nivel de obsecion creció de modo considerable en los últimos días, comenzaba a estar cegado por completo.
El de mirada cansada estaba caminando a las afueras de Perú, con una pequeña mochila con cosas esenciales, se encontraba algo perdido y aun con el dolor de cabeza decidió buscar a Aquino, no iba a perjudicar esa amistad por algo que había pasado por su culpa, el era un pan de dios, más o menos, no era capaz de odiar a un cierto nivel, a pesar de sus molestias, podían hacer lo que sea y el solo no le tomaría importancia, aunque sus lagrimas no digan lo mismo.
Se sentía un niño perdido en busca de su madre, mirando a muchos lados y teniendo una expresión tímida y tierna, raro en el, claro que esa rareza de hizo costumbre por culpa de su corazón, odiaba la debilidad de amar, le había pasado hace años pero jamas quiso repetir la historia, ahora tropezaba con sus palabras del pasado, justo en su doble moral por hacer las cosas que juro no hacer en tiempos de ❝Adultez❞
Tardo horas entre su despistes y torpeza, pero al fin llego a esa casa, una no tan grande con paredes color salmón, nada extravagante de que sospechar que un Youtuber vivía ahí, aunque luego los gritos daban mucho que pensar para sus vecinos, fuera de ello, nada, ahí Aquino era solo Juan Diego, un chico normal y corriente, como todos.
Dando un suspiro, decidió tocar el timbre y con nervios corriendo en su cuerpo comenzó a respirar con dificultad, el pánico le llego de golpe, iba a ver al chico que le robaba el aliento y no podía estar más tembloroso, sus manos sudaban un poco, la paranoia comenzó, pero se fue aumentando cuando el castaño abrió la puerta, quería irse de nuevo pero ya era tarde.
─ Oh, eres tú ─Desvió la mirada por completo, no estaba de humor en querer verle, no después de lo sucedido.
─ ¡Aquino!, lo siento por lo de ayer, no era mi verdadera intensión ser así contigo, estaba en un mal día y... ─Fue callado por el de ojos cafés, su mirada era una no tan fulminante pero igual se notaba muy sería.
─ ¿Así nada más?, ¿Luego de lo que me hiciste pasar en todo el día?, ¡Jamas! ─Respondió en modo indignado, estaba más que claro su objetivo, quería cobrar lo del día anterior y su mejor opción era ridiculizar a Luisardo.
