Tenía razón, se veía preciosa en ese vestido el cual enmarcaba a la perfección su silueta, quedó boquiabierto al verla, un vestido corte sirena exquisitamente ceñido a sus pechos, cintura y caderas, tenía un sensual escote en la espalda por la cual caían algunas hileras de pedrería, su cabello recogido por un broche a la altura de su nuca y un brillo en sus ojos que ni la luna más brillante asemejaría, su corazón latía a mil, jamás pensó que se emocionara tanto en ver a alguien vestida de novia caminando hacia él en un altar pero ahora, verla a ella, a quien lo hizo quitarse la venda de los ojos, era la mejor sensación que podía imaginar, sin duda era de las escenas que atesoraría por el resto de su vida.
Tomó su mano cuando llegó a su lado en el altar, no podían dejar de sonreír, el sacerdote comenzó con la ceremonia y ambos intercambiaron sus votos, sellaron su unión con un suave beso bajo el aplauso de sus invitados; se dirigieron al club dónde sería la recepción, el itinerario del evento corrió a la perfección dejando sorprendidos a los invitados con cada detalle, la comida excelente, no podía faltar la participación musical de Santiago cantándole una canción a su ahora esposa acompañado por el aplauso de los ahí presentes; el evento siguió su curso, su felicidad era evidente, sus labios se unieron en besos suaves en muchas ocasiones, en especial en su primer baile como esposos.
-¿Y qué te ha parecido todo?- preguntó Tiago mientras bailaban.
-Maravilloso- respondió viéndolo-, no pudo ser mejor mi amor.
-¿Cómo no?- dijo riendo-, Aún falta la luna de miel nena- le recordó arqueando una ceja.
-Bueno sí, aunque ni me has querido decir a dónde iremos- reprochó.
-Es sorpresa- respondió antes de darle un pequeño beso en los labios.
-Ok, no insistiré- aceptó.
La cargó antes de entrar a la habitación dónde pasarían la noche de bodas, estaba tenuemente iluminada con algunas velas, una hielera con una botella de champagne y algunos arreglos florales, brindaron por su amor antes de entregarse el uno al otro durante gran parte de la noche, casi le dio un infarto al verla en aquel conjunto de lencería que Esme había diseñado especialmente para esa noche, no se lamentó por el hecho de que haya quedado desgarrado en el suelo, sus cuerpos estaban unidos como uno solo, hechos el uno para el otro, jamás se cansaría de estar con ella en ningún sentido, sus miradas se cruzaron en varias ocasiones provocando espasmos placenteros en ambos.
Llegó el momento de irse al aeropuerto, Dieguito se quedaría al cuidado de sus abuelos, era la primera vez que estaba lejos de él por tanto tiempo aunque se fue tranquila de saber que estaría en muy buenas manos; el altavoz en la sala de espera comenzó a sonar, sintió la mano de Tiago tomando la suya para levantarse por lo que entendió que ese era su vuelo, sonrió al descubrir el lugar al que irían ya que ni siquiera la dejó escuchar el destino cuando hicieron el registro de documentos y equipaje.
-¿Nueva York?- preguntó sonriendo.
-Así es, bueno el principio- respondió viéndola.
-Y supongo que no me dirás qué sigue de ese principio.
-Exactamente- dijo riendo.
Llegaron al aeropuerto J.F.K después de un vuelo tranquilo y se dirigieron al hotel en un auto del mismo, sonrió al ver de qué hotel venía.
-El mismo hotel- dijo sonriendo.
-Y la misma habitación- respondió mientras la ayudaba a subir al auto.
-¿Enserio?- preguntó sorprendida-, ¿Cómo lo hiciste?
-Nada que una amable plática con el gerente no pudiera arreglar, se acordaron de nosotros y accedieron.
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El Futuro Es Hoy
Romance¿Qué pasa cuando tus miedos no te dejan avanzar? Cuando no quieres volverlo a intentar por tus fracasos pasados, cuando se te presentan grandes oportunidades y por ello las dejas pasar, cuando formas una coraza casi impenetrable y no te permites viv...