Capítulo 18.

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Toco la puerta de la casa de Jack y esta vez, Karol me recibe.

Nos saludamos y le doy una deliciosa tarta que le he comprado.

— ¿Jack se encuentra? Me gustaría verlo. — le pregunto luego de tener una corta conversación con ella.

—Sí, creo que está en la piscina. Ve, puedes pasar. — le doy las gracias y voy hasta él.

Mientras más me acerco, más escucho los chapuzones de agua y ahí está, nadando en su enorme alberca. Contemplo su musculosa espalda mientras hace esos ágiles movimientos en el agua. Me quito la gabardina rojo vino que tengo desde esta mañana, la dejo sobre una silla y me acerco más.

Cuando sale a la superficie, pasa las manos por su lacio cabello negro y por sus ojos también.

—Amor, estás aquí. — sonríe y se acerca a la orilla donde me he sentado para entrar los pies.

Me rodea con sus brazos mojados.

—Quería desearte las buenas noches antes de irme a dormir. — le doy un beso y enredo mis brazos sobre su cuello mojado.

— ¿Te quedarás esta noche? — que lo pregunte con tanta felicidad me da ternura.

—No, solo estoy de paso. Le traje una rica tarta a tu madre. Espero que le guste.

— ¿Por qué no te quedas?

—Porque tengo que levantarme muy temprano mañana.

—Pero puedes hacerlo si duermes aquí también.

—Lo sé, pero tengo cosas que hacer y en mi casa lo haré más cómodamente.

— ¿Eso quiere decir que te sientes incómoda aquí?

— ¡No, Jack! No he dicho eso. — juego con un mechón de su cabello aguoso.

—Ok, entonces ya sé cómo resolver esto: me quedaré en la tuya. — y me encantaría, pero recuerdo que Jacob me irá a buscar muy temprano y no quisiera por nada del mundo que lo vea, porque aparte de que empezaría a sospechar, también se pondría muy celoso y no quiero que especule cosas que no son. — ¿No quieres que me quede tampoco? — frunce el ceño.

—No, no es eso, es que...estoy muy cansada y no podré darte la atención que mereces. — miento. De hecho, no tengo nada laboral que hacer en la agenda de esta semana.

— ¿Estás diciéndome indirectamente que soy un estrés para ti?

— ¡No! Deja de decir tonterías, ¿quieres? O me enojaré mucho contigo.

— ¿Entonces cuál es el problema? — el intenso azul de sus ojos y sus pupilas dilatadas remueven todas mis hormonas.

—No hay ningún problema y para comprobártelo: está bien. Puedes venir conmigo. Además, me hará muy bien tu compañía. Tener la casa para mí sola es desconsolador.

—Deberíamos empezar a considerar vivir juntos. — mi cara de asombro debe ser muy notoria. — Tenemos todo lo que se necesita para dar ese paso. Solo es cuestión de quererlo.

— ¿Hablas enserio?

—Por supuesto. ¿Te gusta la idea?

— ¡Me encanta! — sonreímos, lo beso y lo abrazo fuertemente sin importarme que me empape. — En tal caso iré investigando las mejores casas que estén en venta para no tardarnos. — me besa nuevamente.

— ¿Quieres que vivamos solos en una nueva casa?

—Sí. Es lo normal, ¿no?

—Sí, lo sé pero pensé que nunca dejarías a Karol ni a Lía para tomar una decisión como esta.

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