Capítulo 3.

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No puedo respirar. Siento que algo me oprime el pecho.

— ¡Tranquila! ¡Estamos aquí! Estás bien. — intenta calmarme la doctora. ¿Qué demonios ha sido esto? La enfermera entra para ver en qué puede ayudar, pero la doctora le asegura que lo tiene todo controlado.

—Escúcheme, no sé, no tengo idea de qué ha sido esto, pero no quiero que lo vuelva hacer, ¿de acuerdo? ¡No haré esto otra vez! — estoy muy alterada.

—Cálmate, Melanie. Es parte del proceso si de verdad quieres recuperar la memoria. Se volverá más fácil, lo prometo.

—¡No! No me someteré a esto otra vez, ¿le quedó claro? — intentan ayudarme a levantar, pero me alejo de ellas y salgo por mi propia cuenta.

Jack Connor.

— ¡Tío! — grita Lía en cuanto me ve entrar. Corre hacia mí, la cargo en mis brazos y le doy un tierno beso en la mejilla.

— ¿Cómo estás? ¿Cómo va la escuela?

—Va bien. Mis notas siguen altas.

— Muy bien, perfecto. El sábado te compraré muchos helados. — le doy otro beso y la bajo.

Ha crecido mucho este último año.

— ¿Y la tía Melanie? No vendrá hoy tampoco, ¿verdad? — desde hace un año siempre insiste en si volverá a compartir con nosotros y por más que le explique que ya no estamos juntos, sigue creyendo en la posibilidad de que algún día estemos unidos otra vez.

—Ya hemos hablado de eso. No estamos juntos y ahora, le pasó algo muy feo. Tuvo un accidente y está muy herida. — me agacho para estar a su altura mientras tomo sus manitas.

—Pero mejorará, ¿verdad? — incluso yo quiero saberlo. — No quiero que ella me abandone al igual que papá. — Jacob. Es otro maldito tema que no me deja dormir. ¿Dónde demonios está? He movido mar y tierra tratando de encontrarlo y ni siquiera el ministro me puede responder.

Justo cuando iba personalmente a buscarlo, le pasa esto a Melanie. Parece que nuestro único destino posible, es afrontar desgracias. El peligro siempre nos une una y otra vez.

—No te ha abandonado, te lo hemos dicho muchas veces. Incluso sabiendo que tiene un corazón muy oscuro, cuando se trata de ti, todo es muy diferente. Jamás te abandonaría, ni lo hará. — le aseguro.

—Hijo, ¿podemos hablar un minuto? — dice mi madre. Tiene cara de estar preocupada. Me apena que siempre lo esté. Esta familia no le ha dado más que dolores de cabeza.

Frederick se lleva a Lía para dejarnos a solas.

—Te escucho.

—Entonces aún no sabes nada de Jacob, ¿verdad?

—No. Desapareció, justo como lo hizo aquella vez. Lo encontraré solo si quiere que lo encuentre. Volverá solo si quiere volver. Así son las cosas cuando se trata de él.

—Está bien, ya me resigné. Quizá mi único problema ha sido tener esperanza de que algún día seamos una familia normal y estemos unidos.

—Somos una familia y estuvimos en paz todo este año. Lo único que nos ha atormentado es tener que sufrir las consecuencias de las personas que amamos.

—Como Melanie, ¿verdad? — y ahí vamos de nuevo. — La pobre ha pasado por tanto y de una forma u otra sigues ahí, envuelto en su vida. Es como si el destino quisiera desquitar todo el mal del mundo con ella.

—"El destino". — sonrío de tan solo pensar en la posibilidad de que pueda creer en eso.

—Tampoco creías en el amor y mírate. Pasan los años y sigues amando a la misma mujer sin importar nada ni nadie. Que por cierto, ¿cómo está?

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