Capítulo X

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------- Los recuerdos IV --------

Una semana después.

-Estás bajando tu rendimiento, _________ -dice Reginald, serio y mirándome a los ojos.

Estoy en el despacho de mi padre. La verdad es que tiene razón, en los entrenamientos ya no soy tan buena como antes, suelo llegar tarde a los desayunos y sobre todo ya ni sé controlar mis poderes.

-Trataré de mejorar -digo segura y mirándolo a los ojos.

-No es tratare, es voy a mejorar -me corrige, Reginald.

-Bien -digo firme, Reginald me hace un gesto con la mano para que salga de su despacho y así lo hago.

Salgo de su despacho. Me detengo unos segundos antes de subir las escaleras, con la cabeza mirando al piso comienzo a descender las escaleras y entonces alzó la vista al escuchar unas pisadas, solo para ver esos ojos verdes.

Nos miramos por segundos que parecen una eternidad. Subo los escalones lentamente y puedo sentir su mirada sobre mi.

Háblale.

Decía mi conciencia, pero yo me niego, probablemente terminé ignorada y todo empeorará.

Paso a su lado y nos volteamos a ver al mismo tiempo, nuestros ojos se encuentran nuevamente, pero vuelvo a mirar al frente y me dirijo a mi habitación, abro la puerta y entró.

Estoy aburrida. Un recuerdo llega a mi, de la vez que cinco me regalo su tocadiscos. Me pongo de pie y saco uno de mis discos favoritos, la canción comienza a sonar.

Forever young.

Me acuesto en mi cama y mientras suena nuestra canción favorita, comienzo a recordar bellos momentos, eso me pone triste y pequeñas lágrimas descienden por mis mejillas.
Minutos después el sueño comienza a hacerse presente, cierro los ojos y entonces escucho que tocan la puerta.

-¿¡Quién!? -digo de mala gana. Me pongo de pie con pereza, me acerque a la puerta y abro, es Vanya.

-Hola -dice, nerviosa.

No esperaba a Vanya. Dejó de hablarme desde lo sucedido con cinco y yo.

-Hola -digo un tanto emocionada.

Vanya, se a convertido en una mejor amiga para mi, aparte de Allison. Al principio me caía mal, pero con el tiempo y gracias a cinco, comenzamos una amistad.

-¿Puedo pasar?

-Ay, pero que maleducada soy -me hago a un lado dejando pasar a Vanya.

-No te preocupes -se sienta en la cama y yo me quedo de pie.

El silencio se hace presente y solo se oye la música de fondo, Vanya se mueve sobre la cama, incómoda.

-¿Cómo has estado? -pregunto, para romper el incómodo silencio.

-Bien, ¿y tú?

-Bien.

Vanya, me mira con los ojos entrecerrados, se pone de pie y se acerca a mi, su mano se acerca a mi rostro y con su dedo índice, toca cerca de mi ojo izquierdo, no me limpié la cara antes de abrir.

-Estabas llorando -afirma.

Asiento, es imposible negarlo.

-Tranquila, _________ -dice Vanya, bajó mi vista al piso y entonces siento los brazos de Vanya cubrirme, acercándome a ella.

-No puedo, Vanya -digo dejando escapar un sollozo y recargando mi cabeza en su hombro-. Es difícil ver a cinco y no poder hablarle.

Escucho la puerta abrirse, pero no volteó y entonces escucho su voz.

Lo siento si alguna vez dije que te odiaba.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora