Lo siento si alguna vez dije que te odiaba.

Capítulo XVIII

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Bueno, ahora no sé que hacer. Cinco se fue con Klaus y yo me e quedado aquí, sentada en las escaleras.

Se supone que tengo que acompañar a cinco a donde quiera que vaya, pero si le insistía en que lo acompañará iba a sospechar.

Bajo las escaleras y entonces me detengo al escuchar la voz de Allison, parece estar hablando con alguien.

-Si quisiera un consejo, Vanya, sin ofender, no te lo pediría a ti -escucho decir a Allison.

No entiendo que carajos pasa, pero esa no es la manera para hablarle.

-¿Y eso que significa? -pregunta Vanya.

-No tienes hijos, ni siquiera tuviste una relación seria.

Mi teléfono comienza a sonar y entonces contesto inmediatamente.

-Hola, cariño -dice la encargada desde la otra línea.

-Hola, mamá -digo fingiendo emoción.

-¿Qué tal vas con el asunto de cinco? -pregunta. ¿Solo me llama para eso?

-No muy bien, madre -digo sonando un poco molesta-. Necesito más ropa, ¿En dónde nos vemos?

-En el hotel, Élégant, es el que está cerca de la academia -dice y inmediatamente lo ubico.

Cuelgo la llamada y me teletransporto a la entrada de la academia.

Decido ir caminando hacia el hotel. Miro a mis alrededores y minutos después escucho a alguien gritar a lo lejos. ¿Ese es Klaus?

-¡Mis veinte dólares!

Sí, si es Klaus. Me teletransporto a donde está.

-¿Qué pasa, Klaus? -pregunto, ya estando cerca de él.

-Cinco no me dió mis veinte dólares.

-¿Va en ese taxi? -pregunto apresurada y impaciente, mientras señalo el carro.

-Sí -dice y sin dudarlo saco mi teléfono y le tomo captura a la matrícula del vehículo.

-Gracias -paso a un lado de Klaus y sigo mi camino.

Después de unos quince minutos llego al hotel. Busco la habitación sesenta y ocho y al encontrarla inserto la llave y la giro, abriendo la puerta.

-¡Hola, mamá! -digo en cuanto cierro la puerta. Corro hasta ella y la abrazo.

-Hola, cariño -dice pasando los dedos por mi cabello.

-Solo vengo por más ropa y me vuelvo a ir -le aviso mientras me dirijo a una de las puertas.

-¿Por qué?

-Porque puede que sepa donde está cinco -digo y sonrió de oreja a oreja, forzadamente.

-¿Cómo?

-Tengo las matrículas del taxi al que se subió -saco mi teléfono y pongo la captura, me acerco de nuevo a ella y le doy mi teléfono.

Me dirijo a una de las puertas y la abro sin pensarlo. Tomo un poco más de ropa y la meto a una mochila.

Me acuesto sobre la cama y los ojos se me van cerrando poco a poco, hasta quedarme dormida.

-Cariño -escucho que alguien me susurra al oído.

Me sobresalto y me despierto. Volteo a lo lados y veo a la encargada del lado derecho mio.

-Te quedaste dormida -dice pasando la mano por mi cabello.

-¿Qué hora es?

-Son las siete -abro los ojos como platos.