XI El músico de corazón roto

406 43 31
                                    

Disclaimer: Miraculous no es de mi propiedad al igual que el arte aquí utilizado.
Sin embargo, lo aquí escrito sí es de mi entera autoría.
Se prohíbe cualquier tipo de copia y/o adaptación.

[Al crecer nos damos cuenta de que la vida no siempre nos da lo que esperamos]

La lluvia es normalmente más pesada cuando la tarde llega. Como piedras cayendo sobre tu espalda, como los pecados de los de antes que ahora recaen sobre ti. Y el vapor sale del suelo, mientras el petricor inunda tu sistema, y corre por tus venas recordándote que eso es apenas el comienzo. Las gotas impactan contra el suelo, algunas rebotan, otras tantas se fragmentan y cubren tus pasos y el rastro para encontrarte a ti mismo.
Los amantes se recuerdan, los enemigos se enamoran y los cómplices padecen.

Ruido interminable, dolor en el corazón.

La puerta se ganó tres golpes y extrañado se levantó de su sitio para ir a donde le llamaban. Se repeinó el pelo con cansancio, poniéndose las pantuflas mientras arrastraba los pies. Le miró ahí parada en la puerta que daba a la cubierta, su ropa estaba mojada y su rostro enrojecido. Sólo atinó a tomarla de la muñeca para hacerla entrar y sin decir mucho corrió en búsqueda de una toalla o algo que la ayudara a secarse aunque sea un poco en lo que el calentador encendía.

─ Pensé que no vendrías esta noche, vi en las noticias que...

La rubia lo interrumpió, corriendo a abrazarle el torso con fuerza, escondiendo su rostro en su pecho, sollozando y temblando. Luka no entendía del todo lo que estaba pasando, sin embargo correspondió el abrazo, acariciando su pelo mojado, dejándose empapar el pijama. Chloé no habló, él procedió a cubrirle la espalda con la toalla. El músico dio un corto beso en la coronilla de la contraria. Se alejó para guiarla al baño y que pudiera darse una ducha.

Ella no soltó ni una sola palabra, no reaccionó a las sonrisas que él le daba cuando intentaba ayudarla a desabrochar su camisa, o cuando le quitó el resto de la ropa en la espera de que la tina terminara de llenarse. Hacía bastantes semanas que "vivían juntos". Su madre y Juleka habían preferido irse a una zona más céntrica y menos peligrosa que el río. Él, más por nostalgia, había preferido quedarse en el Liberty, recibiendo sus visitas de vez en vez. La Bourgeois había llegado un día a mitad de la noche, le había pedido ayuda y él la recibió con los brazos abiertos. Desde entonces, siempre que no eran arrestados injustamente, pasaban las noches en el barco, escuchando música o historias de antaño.
Habían conseguido una tina preciosa a petición de ella. A veces tomaba baños largos, otras tantas, sin estar llena la tina, se tiraban ahí a hablar de la vida. Con las piernas flexionadas y el hedor del aromatizante calándole en las fosas nasales.

Luka cerró finalmente la llave y Chloé se introdujo en el agua con lentitud. Quedó solamente sentada, colocando cada brazo en los bordes paralelos del contenedor. El muchacho apreció los moretones de su cuerpo, esos que conocía bien y que él también compartía, aunque no en los mismos sitios. La sangre en sus nudillos era fresca, igual que la pequeña herida en su labio inferior. Se levantó a rebuscar el botiquín que guardaban tras el espejo del lavamanos y con un antiséptico y algodón se acercó a limpiar las recientes heridas. Ella miró su acción y finalmente le brindó una sonrisa. Con la mano libre se soltó el pelo. Lo tenía mucho más largo que de costumbre, seguramente su madre le diría que se veía fea y que debía cortarlo un poco. Sí, eso le diría si tan solo siguiera con vida. Suspiró aguantando el leve ardor en la mano que Luka detenía y a la cual le dio un corto beso después.

─Lamento no haber estado ahí...─ se disculpó. La otra simplemente negó con ligereza apartando la vista de él. El de pelo oscuro le miró removerse en un respirar acelerado y se preocupó, pero ella decidió no mirarle.

─Toda mi infancia me sentí tan sola hasta que conocí a Adrien...─empezó viendo los azulejos de la pared contraria─ él era la única persona que me quería como su igual. No porque me tuviera miedo o porque buscara algo a cambio. Y me enamoré de él como una estúpida cuando teníamos ocho años, pero jamás sintió lo mismo. Y dolía verlo, tenerlo tan cerca y aún así sentirlo tan ajeno. Luego se enamoró de esa tonta, y aunque ni siquiera lo acepta, yo lo sé.
Pero vino hoy, y me apuñaló de la manera más cruel que existe. Porque cree que soy como Kagami. Porque cree que fingiendo que me quiere va a solucionar toda esta mierda. Porque cree que el hecho de haber tenido mi cariño incondicional una vez, le da derecho a destruirme para su propio bien─ Quejó por último haciendo ya evidente su llanto. Miró al muchacho que paciente la escuchaba.

El Couffaine pareció ignorar ese hecho. Se levantó a tirar el algodón en el bote de la basura y luego se lavó las manos sacudiéndolas para quitar el exceso de agua y una vez que se las secó con la tela del pantalón volvió a sentarse donde antes. El rostro de Chloé estaba destrozado, y las lágrimas corrían sin parar mezclándose con el agua y la esencia de lavanda.

─Una vez yo estuve enamorado de una chica─ sonrió con ironía mirando la mano empuñada de Chloé─ Parecía que me quería, y lo hacía, pero no de la manera en que esperaba. Entonces hubieron secretos, mentiras, y aunque yo lo sabía no quería presionarla, porque amar sin poseer era más lo mío. Entonces pensé en escribirle una canción con mi guitarra, y deshacer mi corazón para que ella pudiera usarlo como quisiera. Pero ella prefería la melodía del piano y las flores nocturnas en su balcón─ Luka tomó la mano de Chloé llevándola a su pecho, haciendo que ella sintiera el latir desenfrenado de su corazón─ Cada madrugada despierto con miedo, temo que no estés junto a mí al despertar, que te hayas ido porque te has enamorado, o porque lo sigues amando. Pude superarlo con Marinette, pero sin ti no sabría... No podría volver a vivir.

La muchacha se reincorporó acerándose para dar un beso corto en sus labios. Uno que no sabía a amargura como el que recibió en la tarde. Él sonrió ante su gesto, y no pidió nada más. porque sabía que en ese mismo instante lo tenía todo.

─ Yo deseo tus melodías por toda la vida.

─ Son tuyas desde el primer día... al igual que mi pobre corazón.

[Me hubiera encantado decírtelo en persona, Marinette, pero si estas leyendo esto significa que ya perdí mis recuerdos]

4/7 Nos podemos morir ya. Hoy más temprano porque tengo tarea que hacer jajajja.

Nos leemos mañanaaaa :3

─Cj

Memorias de un guardián || MLB|| Adrinette / MarichatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora