XII El guardián de los miraculous

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Disclaimer: Miraculous no es de mi propiedad al igual que el arte aquí utilizado.
Sin embargo, lo aquí escrito sí es de mi entera autoría.
Se prohíbe cualquier tipo de copia y/o adaptación.

[Pero no tengas miedo, y no estés triste]

Alya rebuscaba entre los libreros, aprovechaba y sacaba unos cuantos para dar un vistazo y anotar los nombres en su mente para después regalárselos a Marinette. Giró la vista a sus compañeros. Chloé leía los papeles en folders y Nino y Adrien removían cada uno de los cajones con desespero. El rubio se apartó y con hastío se dejó caer en la silla  del despacho. El moreno se recargó en el escritorio mirando con detalle a su amigo.

     ─¿Qué es lo que buscamos?─ cuestionó el chico. Alya le miró con cara de enfado. Él sólo se encogió de hombros.

     ─ Una pista, lo que sea─ soltó la rubia sin apartar la vista de los papeles en mano, sobre todo sin siquiera mirar al otro blondo que aún no podía con el cansancio que cargaba.

     ─Pensé que estaba todo en la tableta, ¿Cuál es la urgencia entonces de buscar "algo"?─ arguyó el moreno enmarcando unas comillas hechas con las manos.

Adrien dejó caer la cabeza hacia atrás sacando el aire que llevaba rato aguantando en el pecho. Alya rodó los ojos nuevamente negando ligeramente

     ─Porque el libro sólo habla del proceso─ inició el de aurea melena─ y esto puede cambiar según el portador. Sabemos lo que hizo, sin embargo no sabemos qué pasó y a quién....─ volvió a bufar─ no hay nada.

 Se levantó del sitio con prontitud y tecleó un par de números tras el cuadro de su madre. Una puertecilla se abrió y atentamente su trío de amigos miraba su acción. Sacó de ahí una cajilla que contenía lo que Chloé recordaba eran los anillos de la familia. La tableta del maestro Fu, un par de recortes , una foto de su madre y una caja negra con bordes plateados.
Esa discreta caja había aparecido un día sin más en la oficina, pronto conoció su propósito, cuando uno de los akumas resultó atrapado ahí y pudo entonces comenzar a usarla como eso, un contenedor. Pero no tenía ni la más mínima idea de de dónde había salido. Quizá su padre la tenía desde antes, o quizá...

      ─¿Pasa algo?─ Se atrevió a preguntar la rubia dirigiéndole la palabra por primera vez en días.

     ─Esta caja apareció cuando Ladybug desapareció, ¿Recuerdan que una vez tuvimos una pelea más aquí mismo? Y la caja se abrió, absorbió el akuma aunque no lo purificó.

Los tres restantes asintieron.

     ─Pero solamente tú puedes usarla─ remarcó Nino─ ¿A qué viene tanto misterio?

     ─La tableta sigue aquí, ¿Eso no te dice nada?─ cuestionó con preocupación el Agreste. El moreno negó y las dos chicas parecían estar igual de perdidas que él. Adrien volvió a guardar todo en la caja fuerte a excepción de la caja. Tomó su mochila que colgaba del perchero a la entrada y guardó ahí el artefacto.─ Creo que debo ir a ver a mi padre...

     ─Adrien, no creo que vayas a recibir ninguna respuesta, tu padre no recuerda nada, además debe tener mucha seguridad guardándole─ completó Alya mirando con confusión el actuar de su ahora líder.

     ─Ya lo sé, pero estoy cansado de ni siquiera intentar, de quedarme aquí sentado lamentándome porque la perdí...

     ─ Adri, no es...

     ─Sí lo es, Alya. Es mi culpa, perdí a Marinette para siempre, y no estoy dispuesto a perderlos a ustedes también.

Cerró la puerta del despacho tras de sí y se encaminó a la entrada donde el fiel gorila aguardaba siempre. Con un asentimiento de cabeza el mayor procedió a abrir la puerta trasera para que el heredero Agreste entrara al vehículo.

Memorias de un guardián || MLB|| Adrinette / MarichatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora