VII Memorias del cuerpo

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Disclaimer: Miraculous no es de mi propiedad al igual que el arte aquí utilizado.
Sin embargo, lo aquí escrito sí es de mi entera autoría.
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[Prepárate para lo inesperado, y acéptalo]

Caminaba por la tarde sin rumbo aparente, la gente pasaba a su lado sin siquiera preocuparse de empujarlo o hacer alguna cara desagradable, era ya bastante habitual para él. Se había acostumbrado a vivir encerrado tanto tiempo que en un principio se sentía ahogado de tanto aire y tanta información del exterior. Luego, como cuando pones una canción una y otra vez hasta hartarte, se había fastidiado de ver siempre lo mismo. Los niños corrían, las aves volaban, y las hojas de los árboles caían como desesperadas.

Hacía algo de calor, pero no planeaba sacarse la pesada sudadera, al menos así nadie notaría el encorvamiento y cansancio de su cuerpo. Se sentó en una banquilla que encontró, justo a lado a alguien se le había caído su helado de fresas. Sintió pena por esa persona, quizá eso le había arruinado el día. Se recargó por completo en el respaldo de metal. Sus ojos le dolían de la hinchazón que tenía, seguramente parecía que le habían soltado puñetazos uno tras otro y sin piedad. Exhaló con hastío y pasó su mano por el lado derecho de su rostro.

     ─¿Adrien?─  escuchó y pronto posó la vista al frente, donde ella le miraba atentamente─ Sabía que eras tú, nadie más tiene ese cabello─ mencionó con gracia.

El rubio le sonrió gentil y se levantó de su sitio para acercarse a saludarla.

     ─Hola, Marinette, ¿Cómo has estado?─ se atrevió a decir mientras acomodaba su cabello hacia atrás.

     ─ Bien, gracias─ enunció entusiasmada─ hace mucho no sé de ti─ habló un poco más bajo─ Yo he... comenzado a salir más, me siento un poco animada y mamá me manda a hacer mandados a lugares fáciles.

     ─ Me alegro mucho─ atinó.

     ─¡Adrien!─ casi gritó la morena como temiendo que se iría─ Lamento haber sido tan borde contigo, sé que estuviste llamando y yendo a casa, es que yo no me...

    ─No te preocupes, Nette, no estoy molesto contigo─ aseguró con una sonrisa y un encogimiento de hombros.

     ─De verdad lo lamento.

     ─ ¿Entonces qué tal si para recompensarme, me acompañas por un helado con André?─preguntó él. La chica le miró confusa y de inmediato reaccionó─ Es el mejor heladero, sé que te encantará.

Marinette vio en dirección a su anterior camino. No sabía cómo comunicarle a su mamá que tardaría un poco más. ¿Y si se perdía? ¿Y si luego no podía volver? Adrien le tomó la mano con delicadeza y un escalofrío le recorrió el cuerpo por completo. Miró a sus ojos boscosos y sus mejillas se arrebolaron sin comprender del todo por qué. Pero él le sonrió una vez más y sintió su cuerpo desbaratarse.

      ─ Te llevaré de vuelta a casa, lo prometo─ añadió el rubio con sinceridad. Marinette asintió y siguió su camino a su lado.

Como si toda la vida lo hubieran hecho así, como si estuviera destinada a andar de su mano ciegamente.

Llegaron al Pont des Arts donde un hombre con un carrito de helados atendía alegremente y con melodías curiosas a las parejas que se acercaban.

     ─Oh, la bellísima Marinette, el apuesto Adrien. Mora y menta, explosivos y a su vez complementan─ canturreó el mayor sirviendo en un cono el helado para ambos chicos.

Memorias de un guardián || MLB|| Adrinette / MarichatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora