Esa tarde no hicimos mucho, luego de su propuesta me dediqué a besarla un poquito más, hasta que Dinah llamó, pidiendo cenar y distraerse un rato, había tenido una discusión con Normani y necesitaba calma para resolver su asunto. Me despedí de ella con la promesa de vernos el sábado y darle la oportunidad de hacer lo que queríamos, pero a su manera.
El sábado llegó y desde que salí de mi edificio, sin darme cuenta comenzó la lluvia de emociones. Así como la primera vez que salimos, encontré a Lauren en su motocicleta, esperando por mi. Esta vez decidí vestir con algo sencillo pero que seguro le gustaría. Unos jeans azules y un crop top gris estilo hoodie, que dejaba al descubierto una parte de mi hombro y pecho eran mi mejor arma. Aunque debo admitir que ella se veía jodidamente preciosa con sólo unos jeans negros, una camiseta Harley Davidson y una chaqueta bomber atada a la cintura.
- Hola, Camz. - Saludó y besó la comisura de mis labios, dejándome con el deseo de un beso suyo. - Me encanta como te ves hoy, aunque siempre luces de maravilla. - Coqueteó un poco, mientras que con su forma de mirarme lograba erizarme la piel.
- Hola, Lolo. - Estaba tan nerviosa que no supe cómo responder a eso. - Deja de coquetear así y abrázame, quieres. - Ella solamente rió e hizo lo que pedí.
Me sentía pequeña entre sus brazos y su aroma era embriagante, me encantaba su calidez y lo suave que se sentía su cuerpo presionando contra el mío. Era como un enorme oso de peluche. No podía con tanto, sentía que mi corazón en cualquier momento iba a estallar. Necesitaba calmar todo lo sentía en ese momento y actúe sin pensar. Me alejé de su abrazo y tomé su rostro con mis manos para acercar su boca a la mía, fue un beso de segundos pero lo suficientemente apasionado como para hacerla suspirar.
- ¡Wow! A mí también me alegra verte. - Dijo aún desorientada por el beso. Yo sólo me escondí en su cuello y reír apenada. - No te avergüences, me gusta besarte... - Besó mi hombro descubierto mientras se abrazaba a mi cintura y dijo. -... Pero tienes que salir de tu escondite para poder irnos, tengo planes para nosotras hoy. ¿Trajiste ropa suficiente para la noche y mañana? - Asentí y me separé de ella.
Me entregó un casco, metió mi pequeña mochila a la alforja de la moto y me ayudó a subir. Me enganché a su cintura y ella comenzó a conducir con mucho cuidado. De vez en cuando me preguntaba si iba cómoda o me actualizaba sobre cuanto tiempo nos faltaba para llegar, porque prácticamente no había dicho ni una sola palabra cada que parabamos en un alto.
Pero yo estaba pensando en lo que estaba haciendo con ella, en lo que sentía por ella, pensando en por qué la besé fuera de mi edificio, sabiendo que sería un riesgo para mí, porque los vecinos estaban enterados de mi matrimonio. Pero como le dije a Lauren, me gustaba lo suficiente como para arriesgarme. Estaba jugando con fuego pero la verdad me encantaba la idea de arder en pasión por ella. Salí de mis pensamientos cuando el paisaje frente a mis ojos comenzó a cambiar y poco a poco los detalles de un lago rodeado por un pequeño bosque empezaron a aparecer.
- ¿Te gusta el lugar, nena? - Preguntó Lauren mientras bajaba la velocidad para que pudieramos admirar el paisaje.
- ¡Dios! Lauren, ésto es hermoso. Me encanta. - Sin querer acaricié su abdomen y sentí como se tensó, haciendo que aumentara la velocidad un poco de golpe.
- Quítate el casco, esta brisa es espectacular.
Y eso hice, puse el casco en mis piernas, cerré los ojos y levanté mis manos. No había mejor sensación que esa, la brisa tan fresca y limpia dando contra mi piel, el aire puro entrando por mis fosas nasales, llenando mis pulmones y relajando mi cuerpo con cada respiración y sumado a esto, la velocidad, el paisaje y la compañía de Lauren. Estaba fascinada con todo esto. Sin duda era uno de los mejores días de mi vida. Me sentía libre, despreocupada y muy feliz.
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Rosas Rojas | Camren
Fanfiction¿Amor a primera vista? Imposible. O eso pensaban Lauren Jauregui y Camila Cabello antes de que el destino las uniera de una manera algo... Extraña. Sólo bastó un pequeño choque de miradas para que esa simple frase de cuatro palabras tuviera sentido...