XXIII

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Camila POV.


- Oye, Mila... - Sentí el toque de Elizabeth en mi hombro provocándome un susto. - ¡Hey! ¿Está todo bien?

- Claro, Lizzie. Sólo estoy cansada, tú sabes. - Respondí mientras organizaba los documentos sobre mi escritorio. - ¿Qué se te ofrece, amiga?

- Bueno, Lucia me pidió las copias de las estadísticas que tengo en la computadora. ¿Podrías prestarme una USB para llevar los archivos a imprimir, por favor?

- Si, hay tres nuevas en la canasta, puedes tomarla.

- Ok gracias, Mila. ¿Te veo a la hora del almuerzo? Iré con Allyson a un nuevo restaurante de sushi que está a unas calles de aquí. ¿Vendrás? - Preguntó amablemente, pero a decir verdad no tenía ánimos y no quería arruinarles el descanso a mis amigas.

- No lo sé. Creo que ésta vez paso, tengo bastante trabajo por terminar, quizá sólo vaya por un almuerzo rápido, gracias por la oferta. - Le sonreí y ella únicamente asintió, diciendo que más tarde me devolvería la USB.

Mentí cuando dije que tenía trabajo pendiente, no lo tenía, sólo organizaba documentos. En realidad me distraje cuando la idea de llamar a Lauren para almorzar pasó por mi cabeza. Tenía casi una semana sin saber de ella. No me mandó mensaje el Domingo por la noche para hacerme saber que había llegado bien a su casa, pero claro, ella no tendría porqué hacerlo. Tampoco apareció al día siguiente en mi departamento para pasar el rato como habíamos acordado. En fin, tal vez ella no me ha mensajeando porque debe estar molesta o incómoda conmigo por besarla. Pero vamos, si no le hubiese gustado me habría alejado al momento.

Por cierto, justo después de que la besé fuera de mi departamento Austin llamó, preguntando cómo estuvo mi noche, le conté algunas cosas pero internamente me sentía bastante mal por traicionarlo así, aunque por otra parte me sentía jodidamente feliz. Logré lo que desde hace mucho tiempo había deseado con locura hacer. ¡Besé a Lauren Jauregui! ¡Y ella me correspondió! Sólo que al terminar la llamada con Austin me empecé a sentir peor. Porque estoy arruinando cosas que son importantes para mi como mi matrimonio y mi amistad con Lauren.

En fin, callé a la voz en mi cabeza y continué con mis deberes, afortunadamente logré ocupar mi mente hasta la hora del almuerzo, cerré las carpetas de mi computadora y decidí comprar algo de comer, minutos después volví a la oficina con un hot-dog, papas fritas y una soda. El tiempo hasta el final de mi día de trabajo pasó jodidamente lento, sin ocupaciones, pero gracias a eso tomé la decisión de terminar con la intriga que ocupaba mi mente desde el fin de semana. Así que en cuanto salí de la oficina, subí a mi auto y me dirigí a la floristería de Lauren. Debía obtener respuestas.

Bajé de mi auto hecha una furia caminando rápidamente a la entrada de la floristería, Lauren se encontraba afuera arreglando las pequeñas jardineras junto a la ventana, pero se sobresaltó al escuchar el fuerte golpe de la puerta de mi auto. En cuanto su mirada se fijó en mí una sonrisa se plasmó en su bonito rostro, aquella sonrisa divina que me incita a lanzarme a sus brazos y besarla hasta el cansancio. Por suerte logré llegar hasta ella sin flaquear y la enfrenté.

- Hola Camz. - Dice Lauren aún jodidamente sonriendo cómo si no me hubiese ignorado durante estos días. ¿Porqué carajo sonríe?

- ¡No, Lauren! Deja de sonreír, deja de fingir que estás feliz de verme y si de verdad lo estás deja de hacerlo. Deberías odiarme. ¡Odiame, joder!. - Sé que era mierda lo que salió de mi boca, pero tenía que desahogarme.

Caminé como loca hasta entrar a la floristería, murmurando tonterías. Pensando que Lauren no me seguiría, hasta que escuché la puerta cerrarse con seguro a mis espaldas. Iba a seguir caminando pero Lauren me detuvo tomándome del brazo, girándome hacia ella, haciéndome chocar contra su cuerpo.

Rosas Rojas | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora