Capítulo XXIV

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Abro la boca para hablar, pero la vuelvo a cerrar al sentir como mis fuerzas vocales pierden todo tipo de funcionamiento.

Escucho su respiración del otro lado y unos ruidos como si estuviera desplazando cosas de un lugar a otro, hasta que se dejan de oír y escucho sus pasos como subiendo las escaleras.

El sonido de la puerta ser abierta no pasa desapercibido, ni la maldición lanzada al aire en un grito susurrado luego de escuchar un golpe seco.

-¿Skate, eres tú?- pregunta en un susurro.

-Si- contesto en el mismo tono de voz.

«¿Porque susurramos?».

La vocecita en mi cabeza se escucha en un leve susurro tan cómico que hace que suelte una pequeña risa y sin esperarmelo, del otro lado se escucha una risa.

-¿Porque te ríes?- pregunta.

-No lo se

-¿Entonces te estás riendo por nada?

-Pues si- respondo, encogiéndome de hombros aunque sé que él no puede verme.

Las risas cesan, pero en mi rostro aún se mantiene una sonrisa que se borra al instante cuando dice:

-Estas loca

Tal vez deberíamos ir a una consulta los dos. No olvides que eres mi hija, así que puede que estés demente también

Todo rastro de alegría que pude tener en ese momento, desapareció al escuchar sus palabras.

-¿Skate?- llama desde el otro lado, sacándome de mis pensamientos.

-¿Si?

-Tu risa es muy contagiosa ¿Sabes?. Hace mucho tiempo que no reía asi- lo ultimo lo dice con un toque de nostalgia y seguido escucho un suspiro de su parte.

-Asi que me tomarás como un payaso- digo tratando de rellenar el silencio tenso que se instaló entre las líneas.

-No, claro que no...

-Calma, hombre. Solo estoy bromeando.

Escucho una pequeña risa del otro lado, una risa que desde aquí se escucha forzada y sin gracia.

-Despues de dos semanas sin hacer como no existía y otra en la que no te has aparecido, lo menos que pensé es que me llamarías.

-Lo siento, es que...

-Tranquila, no te estoy reclamando. Se que todo esto puede ser confuso- dice en un tono calmado- el chico ha preguntado por ti.

E inconscientemente, una sonrisa aparece en mi rostro.

-¿Como está? ¿Mi padre no le ha vuelto a hacer... Eso?

-Esta muy bien, por el momento. Tu padre lo ha tratado bien, pero se que no durará mucho. Solo está dándole fuerzas para que a la próxima no muera.

Un amargo se instala en la boca de mi estomago, ocasionado que este se revuelva entre ácidos que me dan ganas de vomitar.

-No habrá próxima. Lo sacaré de allí.- expresión con determinación.

Nunca había estado tan seguro de algo, como que cuando tome mis maletas para irme de este pueblo, Tyler me de un gran abrazo deseándome suerte y que algún día nos volveremos a ver.

-Y yo te ayudare a hacerlo.

...

Nunca le he puesto mucho interés a mi cuerpo.

Se que no lo tengo muy acabado, ya que mamá me lo recuerda siempre y no sé el porqué, ya que lo primero que veo de comer, agarro.

Me observo en el espejo completo en la esquina de la habitación el cual solo utilizaba para revisar que tan grandes eran mis orejas y calcular lo que duraría el regaño de mi madre.

BranxtorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora