Capitulo 3

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Los guardias nos sacaron del establecimiento pues ya iban a cerrar.

—Vamonos a otro bar a seguir con la fiesta—Propuso Ochako.

—Señorita, este es el único sitio que está abierto hasta las cinco de la mañana, los demás están cerrados—Habló el guardia.

—¡¿Cinco de las que?!—Grité horrorizada.

Revisé la hora, eran un poco más de las cinco.

Bakugou me mataría.

—Hay que irnos—Dije guardando mi teléfono, nadie se apresuró—¡Muevanse que tengo que llegar a mi casa pero ya!—Grité y todos se apresuraron a llamar un taxi.

Subimos al taxi apenas llegó, fue dejando una por una en sus casas, como la mía era la más lejana, llegaría de última.

Al dejar a las chicas una por una, ví como las recibían Denki reclamándole a Jirou, a Kirishima reclamándole a Mina, los únicos calmados fueron Shoto y Deku.

Bajé del taxi al acabar el recorrido y llegar a mi casa, revisé la hora antes de bajar del auto.

6:44 a.m.

Abrí la puerta sin hacer ruido, quité mis zapatos y mi chaqueta.

Suspiré pensando que no había sido descubierta, pero cuándo estaba apunto de subir las escaleras una luz se prendió en la sala de estar, iluminando a un rubio sentado en el sofá.

—Que bonitas horas de llegar—Habló con un voz tan calmada que me dió miedo en voz de paz.

Estaba calmado, está vez si que estaba enojado.

—Es una bella mañana, como para irse a dormir—Sonreí y subí las escaleras.

Llegué a la habitación y me puse mi pijama, me dió pereza ducharme.

—¿Que tanto hacías?—Preguntó el rubio entrando a la habitación.

Me observó en silencio mientras quitaba mis joyas.

—Nada, simplemente se me pasaron las horas volando entre bailes y tragos, nada más—Me encogí de hombros entrando a mi cama.

—¿Es que acaso tú no ves que ya estás como que muy grandecita como para hacer este tipo de cosas?—Dijo este mirándome.

—Pues por eso, como ya estoy muy grandecita, yo decido que hacer y que no, a qué hora llegar, etc—Hablé mientras me acomodaba entre las sábanas—Eres mi esposo, no mi padre—Lo miré una última vez antes de cerrar mis ojos.

—Pudrete—Casi gritó.

—Cuando despierte hablamos—Me acomodé más de lo que ya estaba y me dispuse a dormir .

—Haz lo que quieras—Habló bruscamente y después susurró:—No sé con quién me vine a casar yo.

Abrí mis ojos ofendida y lo ví a los ojos con mis cejas fruncidas.

Ahora la enojada era yo.

—¡Entonces ve y consíguete a otra!—Grité y el puso sus ojos en blanco saliendo de la recámara—¡Vuelve aquí, rubio del demonio!—Volví a gritar pero él no volvió—¡Que vengas te digo!

Lo maldije una última vez y volví acomodarme para poder tranquilamente.

Dormiré y luego me concentraré en lo demás.

Necesito una siesta para poder volver a actuar como un humano, por qué si no sería un demonio que no se aguanta a nadie.

Problemas En El Paraíso || Bakugou Donde viven las historias. Descúbrelo ahora