Por extraño que parezca, los maestros también podían llegar a faltar a clases. Cuando eso sucedía, los estudiantes disfrutábamos de una hora libre para hacer lo que nos viniera en gana. En mi caso, empleé aquel tiempo libre para poner al tanto a Martín de lo que había sucedido el día anterior. No me guardé tampoco el encuentro que tuve esa misma mañana con la Chola cerca de la entrada de la escuela. Desde luego, Debani se preocupó al enterarse que fui golpeado una vez más.
––No debiste quitarle esa navaja ––observó Debani.
––Si no lo hacía, habría intentado rajarte con ella ayer ––dije.
––¿Y qué es lo que harás ahora que la tienes? ––preguntó Martín––. ¿Piensas usarla en su contra o algo así?
––Parecía muy interesada en recuperarla, sí ––dije––. Ciertamente voy a usarla para traer su atención, ya que le interesa tanto.
––¿Pero qué tal si te golpea de nuevo? ––preguntó Debani.
––No está en mis planes permitírselo. No permitiré que vuelva a magullar este bello rostro.
Debani hizo una mueca y Martín rio.
––De cualquier modo ––continué––, no podría recuperarla por mucho que me apalee. La navaja está guardada en mi casa. Tendrá que escucharme primero si la quiere de vuelta.
––Y cuando la tenga, seguro que te la clava ––sugirió Debani.
––En absoluto. Pienso devolvérsela envuelta o algo para evitar cualquier ataque a traición.
––¿Vas a extorsionarla para que no se acerque más a Debani? ––preguntó Martín.
––No creo que funcione, pero podría intentarlo. De todos modos, mi objetivo es otro.
Tras decirlo, noté que Debani me observaba fijamente.
––No sirvió de nada cuando le dije lo que Alejandro me hizo ––dijo––. ¿Crees que funcionará lo que hagas?
––No lo sé, pero quiero intentarlo de todos modos. Quizás hasta mostrarle la grabación...
––Eso no––interrumpió mi amiga secamente.
––¿Por qué? Es la mejor prueba que existe.
––Pero no tienes que andar mostrándosela a todo el mundo. Además... puede que piense que está amañada o algo así.
––Entonces no lo haré ––Me recliné en mi asiento, apoyando la nuca en mis manos.
––¿Y luego? ––insistió Martín.
Moví los hombros.
––Quiere recuperar su navaja, eso es un hecho ––observé––. Supongo que seré su objetivo principal durante un tiempo, aunque igual podría seguir persiguiendo a Debani. Por lo pronto, me conformo con que vaya detrás de mí.
––Lo dices como si fuera cualquier cosa ––protestó Debani, desviando la mirada.
––Por supuesto que es cualquier cosa. Después de lo de ayer, dudo mucho que Ana Karen intenté hacer algo para vengarse. Las locas que le seguían están igual. Ahora mismo, todo parece indicar que la Chola está sola ahora. Aunque sea buena peleando a puño limpio, o sucio, la superamos en número.
Debani no lucía muy convencida. Se limitó a suspirar.
No sabía si contarle acerca de lo que me preocupaba, pero finalmente Martín me empujó a hacerlo.
––Es cierto, Ed. Con todo lo que ocurrió ayer ya ni nos hablaste de lo que tanto te molestaba ––dijo.
Tenía razón. El día anterior estaba decidido a contarles lo de Noemí. Como no había maestro, es un excelente momento para hacerlo de una vez.
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La conspiración de la princesa renegada
Roman pour AdolescentsSegundo volumen de '¿Por qué no soy yo el protagonista de este harem?' Eduardo ha sido suspendido por hacer lo que creía correcto, o eso piensa él tras haber insultado al director de la escuela. No obstante, consiguió su objetivo de exponer al infam...