Capítulo 5.- Alguien a quien solía conocer (Parte 5)

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El domingo fue un día corriente, sin mayor clase de suceso imprevisto. Eso ayudó a que me relajara y pudiera descansar después de tanto estrés sufrido en la semana. Sin embargo, en aquella sensación regresó. No por lo que pudiera depararme la escuela luego del careo con Villanueva, sino por lo que su pandilla de secuaces podía hacer. Quizás podían echarme montón si el mayor imbécil del mundo lograba convencerlos que mis acusaciones son mentira.

Por ello me mantuve alerta durante todo el trayecto hasta la escuela, donde no me encontré con nadie ni presencié espectáculo alguno como lo del viernes.

Todo parecía normal hasta que me adentré en la escuela, donde todo el equipo de baloncesto se hallaba al pie de la escalera del edificio en que mi salón se ubicaba. Todos ellos, incluido Raymundo, se dirigieron hacia mí en cuanto me vieron.

––Espera, no tenemos intenciones de nada ––dijo Raymundo tan pronto llevaba a cabo mi maniobra evasiva.

––Luego de haber dejado a su líder en vergüenza el fin de semana, ¿debería creerte? No soy tan idiota ––comenté y traté de seguir mi camino.

––Aguanta, he dicho...

Me tomó del brazo, pero me zafé con un movimiento brusco.

––No me toques ––dije molesto––. Hoy no estoy de humor para pelear con desventaja.

Raymundo se apartó enseguida, con las manos en alto.

––Tranquilo, hombre. Sé que no hemos tenido encuentros agradables antes, pero te aseguro que esta vez es diferente.

Lo cierto es que le oía tranquilo, sin aquel tono agresivo que había mostrado en las ocasiones que hacía mención.

––Entonces, ¿qué es lo que quieren? ––pregunté, siendo yo el que se portaba tosco.

––Solo queremos hablar un poco sobre lo del viernes ––informó Raymundo, muy cortés para lo que me esperaba.

––¿Quieren defender a su excapitán? Lo siento, pero tengo asuntos más importantes que atender.

––Lo sabemos ––dijo otro miembro del equipo de baloncesto––, pero de verdad no vamos a golpearte o algo parecido.

––Solo queremos saber exactamente qué sucedió entre Alejandro y su ex ––dijo Raymundo.

––Ya se los conté todo el viernes. Si quieren saber más, pregúntenle a Alejandro.

––Ya lo intentamos ––respondió otro de ellos––, pero no nos quiere hablar del tema.

––Se escuda enseguida diciendo que son mentiras ––añadió Raymundo––. Ni siquiera aceptó salir con nosotros el sábado. Parecía como si nos hubiera evadido.

Al final mis palabras hicieron mella en su confianza, ¿eh? Qué lindas sonaban aquellas palabras de desconcierto.

––Por eso queremos hablar contigo ––dijo Raymundo––. Y de ser posible, también queremos hablar con tu amiga.

La campana de la escuela sonó, anunciando el inicio de clases.

––Bueno, la verdad a mí me da igual ––dije––. Depende de si Debani quiere hablar con ustedes. Lo que sucedió entre ellos dos no fue cualquier cosa y tengo entendido que puede hacerle mal hablarlo así sin más.

––Haz lo posible para convencerla, por favor.

––Claro, claro ––Y empecé a subir las escaleras.

Un rápido vistazo hacia atrás me permitió descubrir que todos ellos me observaban subir. Parecía que tenían genuino interés en conocer la verdad. No obstante, después del fin de semana, los días de libertad que le quedaban a Villanueva estaban contados.

La conspiración de la princesa renegadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora