Capitulo 17: " - ¿Por qué tu tienes el morado?"

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- Auch, auch - me quejo saliendo de la ducha, envuelta en una bata blanca.

Jasson esta detrás mío, riéndose.

- ¿No que querías mas? - se ríe burlón.

- No es divertido - me giro para encararlo.

- Pues, desde mi respectiva, si - se tapa con una toalla y pone otra en sus hombros.

sus abdominales...

Le saco el dedo corazón y el sonríe con suficiencia, me volteo y sigo caminando como Bambi hasta llegar a la cama y me envuelvo en el albozor.

- Toma - dice Jasson dándome una de sus camisas.

- Gracias - me quito la toalla y me la pongo rápidamente, siento su olor, huele a el.

Jasson camina hacia el closet de nuestra habitación nuevamente ya vestido con unos pantalones de chándal y una camisa lisa negra.

Me acomodo nuevamente en el albozor y el se tira al otro lado de la cama, me agarra de la cintura y me acerca el.

- Descansa Rebecca - me da un beso en la frente.

- Descansa Jasson - dejo un pequeño beso en su cuello para luego acomodarme mejor en su pecho.

La pareja dormía feliz y en paz, sin importarles que sucedía su alrededor, sin importarles que los miraban.

- Olvídate de ella - dijo aquel chico desde los arbustos -, es y esa mi esposa.

Aquel chico mira hacia atrás y vio la figura de su madre.

- Madre, ¿Cuándo será mía? - le pregunta aquel chico cargado de ira.

- Ten paciencia hijo mío, eres el próximo al trono, conseguiré lo que quieres - le dice su madre.

- ¿Le dirás a padre?

- Necesitamos guardias para atacar - se encoge la reina de hombros -, necesitamos refuerzos.

- Le dirás a padre - asegura el chico y empieza a moverse de un lado a otro, jalando sus cabellos - Padre no puede saber, se reiría de mi, diría que no se mantener a una mujer a mi lado - habla cual maniático.

La reina lo toma entre sus brazos y deja plamaditas en su espalda, tratando de clamarlo mientras que el solo sigue susurrando "padre no puede saber, no puede".

La reina toma la cabeza de su hijo con amabas manos y lo mira fijamente - No le diré, pero todo tiene que salir bien, si se entera, seria traicionar al reino.

- Esta bien, madre - dice Sebastián.

Al siguiente día.

Me despierto por unos besos en toda mi cara, sonrió perezoso al saber quien es.

- Buongiorno amore - me saluda Rebecca besándome el lóbulo de la oreja.

- Hola - susurro perezoso.

- ¿Cómo despertaste? - me pregunta cerca de mis labios.

- Bien - agarro su nuca con ambas manos y la acerco a mi para darle un beso.

- No me he cepillado los dientes - me sonríe perezosa.

- ¿Sinceramente? No me importa - tomo otra vez su nuca y la beso mejor, un beso de deseo y una lentitud dolorosa.

De repente siento como se separa de mi.

- No seas asqueroso, Jasson - me dice y yo suelto una risa ronca -. Levántate y vete a cepillar los dientes - se cruza de brazos y mira para otro lado.

Drama queen: modo on.

- Claro que si - me levanto de la cama y me acerco a ella -, pero tu vienes conmigo - la tomo de los muslos y la cargo en mi hombro.

- ¡Suéltame! ¡Jasson! ¡Hazme caso! - chilla ella histérica y yo suelto otra risa ronca -. Apuesto a que disfrutas de la vista - se dio por vencida y suspiro pesadamente.

- No me quejo - le pego una nalgada y ella chilla de sorpresa -, si, no me quejo - sonrio y ella bufa.

- Ya.

Llegamos al baño y la bajo, se marea y yo la sostengo de la cintura para que no se caiga.

- ¿Ves? - me reclama - te dije que me soltaras por algo, oh, mi sangre - se lamenta.

- Ya, vamos a cepillarnos los dientes - le paso un cepillo azul y yo utilizo uno morado.

- ¿Por qué tu tienes el morado? - me pregunta poniéndole pasta dental al cepillo.

- Porque quiero - contesto repitiendo su acción.

- Pero, yo también quiero - se cruza de brazos -. Cambiemos de cepillos - me pide.

- No - me niego.

- Pero, yo quiero, venga, el morado es mas lindo - me dice sonriendo.

- No y ya cepíllate los dientes - ordeno.

- Claro, daddy - me dice ella sarcástica.

- No utilices palabras doble sentido - digo y ella ríe.

- Oh, ¿no le gustan daddy? - me pregunta.

- Rebecca - advierto.

- Lo siento, daddy, no lo volveré a hacer - me reta.

- ¿Ah si? - la pego a mi tomándola de la cintura.

- Si - me dice cual niña caprichosa.

- Segura? - restregó mi pelvis contra ella.

- Siempre hay cosas que no se pueden promete - suelta jadeando.

- Y ambos sabemos porque - contesto y me alejo de ella, escucho como emite un gruñido de frustración.

- ¡Jasson! - chilla molesta.

- ¿Que quieres ahora? - le pregunto.

- Aun quiero el cepillo morado, ¡Es mas lindo! - suelta como niña mimada.

Y es que es una niña mimada.

- ¿Esta nuevo? - me pregunta.

- Si, lo mande a comprar - contestó.

- ¡Ya damelo! - pega al piso.

- ¿Sabes que, mimada? Toma - le entrego el cepillo y ella suelta un sonido feliz de su boca.

- Gracias, gracias, gracias - me dice ella muy feliz para luego empezar a cepillarse sus dientes con una sonrisa.

- ¿Contenta? - pregunto y asiente cepillandose.

Definitivamente, aquella chica rubia y ojos claros, iba a volverme loco.

Y estaba bien con ello, mientras estuviese con ella no me importaba nada.

Porque Rebecca era de esos errores maravillosos y destructivos, de esos errores que no te arrepientes de tomar y valen totalmente la pena.

Así que, ser un loco, un posesivo, un celoso, lo que sea, mientra yo sea de ella.

Porque yo era suyo y ella era mía.

Yo le pertenecía mas a ella que a mi mismo y ella me pertenecía mas a mi que a si misma.

Sonreí ante mis pensamientos y Rebecca seguía cepillandose sus dientes.

Definitivamente estábamos locos, pero al menos, estábamos juntos.

Y eso, era lo que realmente me importaba, que estamos juntos y lo seguiríamos estando.

De eso me encargaría yo, no importaba a quienes tuviese que matar o degoñar.

Rebecca seguiría siendo mía hasta su último respirar, porque yo la salve, yo la compre, yo la arrebate de aquel principito.

Y jamás me arrepentiré de ello.


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