Capitulo 28: " - Promete que no volverás a dejarme sola"

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Narra Jasson.

- Jasson, Jasson, Jassoncito - se acerca Sebastian hasta donde estoy encadenado, mirándome con una sonrisa de superioridad -. ¿Sabes lo satisfactorio que fue follarme a la que será mi mujer? - me dice y yo me muevo, tratando de soltarme de estas ridículamente pesadas cadenas.

- Idiota - le susurró con mis labios llenos de sangre, sus guardias se han encargado de darme una paliza durante las próximas horas.

- Claro, claro, yo soy el idiota y me folle a tu novia - se mueve de un lado a otro en el calabozo en el cual me trasladaron -. Sabes? Es toda una fiera en la cama, demasiado buena como para no compartirla conmigo, mi amigo.

Lo miro tratado de descifrar la verdad mediante sus expresiones, posiblemente quiera decirme esto para hacerme perder el control.

Miro como repite cosas que ya a mencionado, como da más información de la debida y como mueve su pie izquierdo.

Sus hombros tensos, su cuello marcado de venas y sus ojos inyectados de sangre, como si antes de venir acá no hubiese tenido la follada que dice que tuvo, más bien es como si le hubieran puesto un vibrador en el culo a máxima potencia.

- Tú no follaste - le digo, seguro, sonriendo.

Veo como su sonrisa cambia a una mueca de enfado , confirmando mis suposiciones.

- Claro que lo hice - me dice y mira hacia otro lado mientras habla - el lunar en él ombligo de Rebecca es precioso - me dice como si estuviese recordando.

- Imbecil, no está en el ombligo, está debajo del seno derecho - le digo y me analiza como si quisiese quemarme.

Sonrió, porque ni en sus mayores fantasías podrá follarse a la que será mi prometida y mi esposa.

Narra Rebecca.

Tiro la puerta y me caigo de bruces al darme cuenta de que esta no tiene candado.

Miro a la mujer rubia de mayor edad con unas llaves entre sus delgados dedos.

- Inesperado, ¿eh? - le dice la reina, mirándome y luego me ayuda a levantarme del piso.

- Us-ust-usted no es la re-reina? - le preguntó entre tartamudeos.

- Esa misma - me dice ella, mostrándome una sonrisa sincera -, pero linda, por la confianza que nos tenemos tú madre y yo, dime Coraline - me dice agarrando mi brazo.

- ¿Por qué me ayuda? - cuestionó, no muy segura de su sinceridad.

-Porque algún vez fui joven como tú y al igual que tú, llame la atención de una bestia disfrazada - me dice ella, veo cómo mira hacia una puerta con cierta nostalgia-. Me gustaría que alguien me hubiese ayudado como yo lo estoy haciendo contigo. - me dice ella y toma mis mejillas, acercando su rostro al mío -. Vamos a buscar a Jasson y ustedes dos saldrán de aquí sanos y salvos - me dice y me da una sonrisa ladina -. Después de todo, soy la reina y también tengo algo de poder por aquí.

Las dos caminamos hacia unos callejones, los cuales nos llevaron hacia las celdas del palacio, estás custodiadas por guardias reales.

- Su alteza - dicen estos y le dan una leve reverencia a la reina.

- ¿Que esperas? ¿Una taza de té con galletas? Ábreme - señala está con altivez y petulancia.

- Per-pero- mi lady, su hijo dio órdenes estrictas sobre que no dejáramos pasar a nadie - dijo uno de los guardias.

- ¿Ah si? Y quién es su reina? Mi hijo o yo? - cuestiona ella, con sus manos en sus caderas.

- Usted - dicen ellos, mirando al piso.

- ¿Quien los puede llevar a la pacotilla? - cuestiona ella.

- ¿Todavía usan eso? - pregunto, curiosa.

- Claro que si linda, hay una en mi habitación por si acaso - me dice ella y deja una palmadita juguetona en mi hombro.

<< - Abre las puertas o díganme si quieren probar cuán afilada está y les aseguro que mucho, todos los días la afilan un poco más- dice ella, cómo si estuviese perdiendo su paciencia.

- Pase, mi lady - le dicen ambos guardias mientras abren las grandes rejas de hierro.

Entramos y se siente un olor putrefacto y a eses, es asqueroso.

- Deberíamos de mejorar la calidad de las celdas, primera vez que vengo y no hay ni un recorrido siquiera - dice ella, tapando su nariz.

- Esto es asqueroso - le digo.

- Tranquila, aquí solo vienen los que merecen ver el infierno en vida - me dice ella, la voz le sale extraña debido a que tapa su nariz con fuerza, yo la miro extrañada -, ya sabes, violadores y asesinos, esos que no tienen perdón ni en el mismo infierno y por ello siguen vivos - aclara ella y seguimos caminando.

Vamos hasta el fondo de una de las celdas, donde veo esos característicos ojos negros los cuales me miran sopresivos.

- ¿Que carajos...? - cuestiona Jasson dejando la frase al aire, con sus labios y ojos totalmente hinchados.

- Sabia yo que te tendría que rescatar a ti y no tú a mí - le digo, sonriente -, la próxima vez te dejaré que tú me rescates, esto es una relación, debe ser mutuo - le digo, chistosa y él intenta soltar una risa pero le sale un quejido.

- ¿Que haces aquí? - me pregunta.

- ¿Que más? Rescatar al idiota de mi novio, que ni para rescarme a mí sirve - le digo mientras busco las llaves de su celda - todo yo, Jasson, ¿que vas hacer cuando me secuestren a mi primero? - le digo y arriba de su celda hay una llave grande y vieja, la agarro y abro su celda.

Me acerco y veo sus hematomas, ya no hay sonrisa en mi cara, solo una mueca de preocupación.

- Pero.. ¿que te hicieron, cariño? - inquiero, acariciando su mejilla moratada.

- Vámonos ya, luego tienes tiempo suficiente para llorar - me dice y aleja mis dedos de su mejilla.

- Pe- mi frase queda a medias.

- Creo que esta ves tu novio tiene razón, no hay tiempo para esto - dice Coraline, mirando alrededor.

- Vámonos entonces - agarro un brazo de Jasson y lo rodeó en mi cuello, tratando de que se apoye en mi.

- Puedo solo - me dice.

- Si, claro - camino con él hasta la salida de la prision y la reina va delante de nosotros.

Ella agarra un palo que estaba por algún lado de la prision y le pega fuerte a ambos guardias.

Jasson y yo la miramos horrorizados.

- ¿Que? Cuando estoy aburrida juego golf, ayuda con la puntería - dice ella y suelto una carcajada.

Salimos hasta el exterior de los callejones, a paso de la reina la cual nos saca por la puerta de servicio.

Bajamos hasta el garaje real, donde se encuentran todo tipo de autos.

La reina nos entrega unas llaves.

- Elegí esté porque es el más discreto, yo saldré con ustedes, pero luego vendré para no sospechar - dice ella y caminamos hasta que vemos un Mercedes plateado frente nosotros - es este, suban.

Ella nos abre el maletero.

Nosotros sin rechistar nos metemos a este.

- Promete que no volverás a dejarme sola - le digo, en medio de nuestra incómoda posición.

- Promete que no volverás a ponerte en peligro - me dice.

- Lo prometo.

Y nos miramos, prometiéndonos cosas las cuales queremos cumplir, pero que no sabemos si alguna vez lograremos.

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