[ ✎ ] ¿Qué sucede sí te enamoras del hermano mayor de tu mejor amigo, cuando una de las reglas que mantiene su amistad es precisamente: no involucrarse con familiares?
¿La amistad será más fuerte qué los sentimientos?
ꕤ ˚ᥐ . magnus ↓ alexander ↑
...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Alexander:
Las horas pasaron como un tren sin destino, rápido y sin aviso. Me sorprende como el tiempo transcurre demasiado rápido cuando Magnus está cerca. El día está por acabarse y ni siquiera me dí cuenta.
Regresamos al departamento como a eso de las seis, sin embargo, Magnus sufrió un percance estomacal que lo obligó a correr al baño y no salir de ahí como por media hora.
Le dí su espacio y me encamine a la farmacia más cercana a comprarle algo para ese malestar, desde adentro clamaba. Cuando salió le ofrecí un vaso de agua y la pastilla que muy amablemente la anciana que atendía el local, me recomendó.
-¿De verdad me tarde mucho? -cuestiona avergonzado, mirando con sorpresa el medicamento ofrecido.
-Un poco, sí. Tomate eso, me dijeron que alivia cualquier dolor.
-Joder, Alec. Eres tan tierno. No tenías porqué ir a la farmacia, solo fue un calambre estomacal.
-Está bien, solo camine una cuadra.
-.. juro que no pasó nada extraño u oloroso allá dentro -señaló él baño.
Reí. -No pasa nada. Supongo que te hizo daño la hamburguesa de la tarde. Lo que me pone a pensar que no hemos comido nada aparte de eso. ¿Tienes hambre?
-Demasiada.
-Te prepararía algún líquido caliente, como suele ser cuando algo nos causa daño, pero no sé cómo hacerlo y no hay demasiadas cosas en esta casa.
-Pidamos algo por internet. No te preocupes. Ah, y muchas gracias por el medicamento -sus movimientos fueron inseguros, pero llevó las pastillas a su boca y las ingirió sin ningún problema.
-Sin problemas, espero y funcionen.
(...)
Después de una hora, la comida llegó. Decidimos pedir algo grácil para el estómago al ser ya de noche. Comimos con tranquilidad, mientras discutimos sin ningún mal quién dormiría en el sillón.
-... no dejaré que duermas en el sillón, es tu departamento, así que usa la cama -dice, sin apartar la vista del gran televisor que se encuentra a centímetros de nosotros, completamente hechizado por el programa infantil que están transmitiendo.
Nos encontrábamos sentados en el suelo, usando de comedor la pequeña mesa de la sala.
-Tú eres mi invitado y es descortés dejarte dormir en el sillón -contraataco.
-Yo me invite solo, así que no cuenta -alega, más rápidamente agrega -¿Estamos hablando de quién dormirá en el sillón cómo en Wattpad?
-¿Cómo en qué?
Niega rápidamente, haciendo un ademán con la mano. -La cama es grande y sí no te incómoda podemos dormir los dos ahí.
-De acuerdo, pido el lado izquierdo -digo de inmediato, antes de que pueda arrepentirse. -¿Quieres que te preste algo para dormir?
-Aprovechando tu amabilidad, por favor -pestañea coqueto.
Sonrió levantándome del piso, para ir a buscar algo lo suficientemente pequeño para prestarle a Magnus, al armario.
Demoró unos minutos, pero con éxito encuentro un short y camisa lo suficientemente cómodos y ajustables.
Al regresar, él sigue con su atención en la caricatura, luciendo más que encantador. Dejó la ropa en el sillón y vuelvo a donde antes estaba sentado, justo a su lado.
Lo observo en silencio por unos segundos, admirando cada detalle de su perfecta anatomía. Magnus solo necesita un segundo de atención, para dejar en claro lo seductor y agraciado que puede llegar a ser. Su simple presencia impone elegancia y poder.
-Eres la persona más hermosa que he conocido -declaro, honesto y sin titubeo.
Voltea a verme sonrojado, pero con una preciosa sonrisa, que transmite credulidad ante lo que está sucediendo, haciéndome saber que, aunque parezca imposible, estoy siendo correspondido. Aún no sé de qué forma, pero Magnus no me es indiferente.
-Me gustas.
-¿Cuántas veces más me lo vas a repetir? -inquiere curioso.
Mis ojos se pierden en el brillo natural de sus labios y mi mente revive de manera exacta esos besos que hace apenas unas horas, con tanto vigor nos, compartimos.
Aún siento como una corriente eléctrica recorre cada célula de mi cuerpo, provocándome cosquilleo y emoción. Incluso sigo percibiendo esa sensación que dejó aquel suave roce de su boca contra la mía. Todavía percibo su sabor.
-Las veces que sean necesarias -digo.
-¿Lo prometes?
-Lo prometo.
-¿Sin importar que algún día envejezca y ya no sea la persona más hermosa que has conocido?
-Siempre serás la persona más hermosa para mí, Magnus, aunque seas una pasita.
El sereno sonido de su risa, llegó hasta mis oídos, como una divina musicalidad.
Cuando la carcajada cesó, nuestros labios se volvieron a encontrar, acuciosamente, en un beso descuidado, que prometía más.
No me dí cuenta en qué momento, pero estaba pasando otra vez.
En un meneo habilidoso, tomé su cintura y lo senté a horcajadas sobre mí, sin ninguna intención más allá de comodidad.
Nos seguimos besando, hasta que un sabor salado llegó a mi paladar. Confuso, detuve los movimientos y abrí mis ojos, encontrándome con un Magnus siendo un desastre de lágrimas.