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Magnus:

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Magnus:

Gruñí enojado cuando el ruido del despertador retumbó por toda mi habitación. Levanté una mano y apague el aparato de un solo golpe.

Traté de ponerme de pie, pero estaba demasiado cansado para hacerlo. Todo me dolía. Mire el reloj cerca de mi puerta. 10:00 am. No es temprano, pero tampoco me siento con la energía necesaria como para empezar el día: mi cuerpo se siente agotado, mis ojos arden y la cabeza me pulza de dolor, culpándome de no haber dormido lo suficiente.

Suspiré, maldiciéndome.

No bebí casi nada de alcohol y sí bien, baile como desquiciado intentando enseñarle unos pasos prohibidos a Alec, la mayor parte de la fiesta estuve en el regazo de Lightwood, descansado.

No comprendo porque me siento mal.

Hacía frío. Demasiado frío para una mañana cálida, incluso cuando el sol entraba por la ventana, sentía mi cuerpo temblar aún envuelto en las mantas.

Bufé, molesto.

Puedo enojarme lo que quiera, pero la sensación bonita que me dejó la noche anterior nada me la podrá quitar. ¡Dios mío! Por poco tengo sexo con Alexander. Y aunque no sucedió, estoy bien con ello; pasó lo que tuvo que pasar y sí no llegamos a nada más que unos besos, fue una experiencia inolvidable e íntima que guardaré en mi corazón por siempre.

Fue una noche interesante, hubo demasiado y poco a su vez. Convivir con los amigos de mi hermano fue genial. Son personas realmente divertidas.

Anoche llegué un poco más tarde de lo permitido, pero, seguían siendo solo las dos de la mañana. Mamá se quedó despierta hasta que entré por la puerta. No pregunto nada, tampoco me reclamo el porque llegue minutos tarde, simplemente, me miró con reproche y subió a su habitación, deseándome buenas noches.

La alarma volvió a sonar, robando el silencio y tranquilidad que el comienzo del día estaba brindado a mi despertar. Enojado conmigo mismo, me moví con impaciencia por toda la cama, intentando dejar cualquier malestar fuera de mi cuerpo, y me levanté.

Fui directamente al baño y comencé a prepararme para ir a clases. Me bañe con agua fría, hice mi pequeña rutina para el cuidado de la piel, al terminar, me puse algo cómodo: un pantalón holgado de tela suave y una sudadera dos tallas más grande.

Baje a desayunar con mis padres y conduje a la Universidad. Por fortuna solo tengo 3 clases.

(...)

Las clases fueron un calvario.

Fueron solo dos horas, pero el malestar en mi cuerpo siguió enervante sobre mí, provocando cólera y haciendo que las voces de las personas a mi alrededor se volvieron insoportables.

Usualmente, estoy interesado en aprender, suelo participar e involucrarme en cualquier actividad que los docentes estén dispuestos a impartir en su horas. Este día fue la excepción. No debí ir a esa celebración de Halloween.

why ¡! malec auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora