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—¿estas bien?. — pregunto Lauren por décima vez en el día

—Si Lauren, has preguntado muchas veces y mi respuesta sigue siendo la misma. No entiendo, ¿por qué te interesas tanto en mi?

—por qué somos amigas

—ya

—me siento diferente a tu lado, Sara, eres muy fácil de tratar

Ambas chicas estaban en clase de literatura, la bella demonio estaba pendiente de la ojigris y escuchaba su conversación, aunque aquellas dos estuvieran en la última fila y ella explicara el tema

—lo sé. — sonrió con prepotencia —no debes de preocuparte por mi Lauren, se cuidarme y creeme que cuando necesite la ayuda, se pedirla

—entiendo

—¿te gusta Robert?. — la peliazul preguntó de pronto

—no. — mintió o eso creía —¿por?

—la otra noche lo vi salir de tu habitación

—¿tu que hacías la otra noche como para haber visto salir a Robert?. En ese piso solo dormimos cinco personas, Robert, la profesora Catherine, Roger, Janely y yo. Así que es rarisimo

—Es que quería hablar con alguien, así que fui a buscarte, pero como vi que Robert salió de tu habitación, supuse que estarías bien atendida y cansada. — empujó su hombro y su amiga se sonrojo

—aceptaré que me gusta, pero no sé, siento que no le gustó

—¿no le gusta que? ¿Tu o el sexo?

Lauren abrió los ojos con exagerada sorpresa

—¿siempre tienes que hablar así?, se más disimulada por favor

—ay por favor, Lauren, ¿como quieres que le diga al sexo? ¿Cuchi, cuchi?. No seas ridícula. En fin, respondiendo a ti pregunta, yo creo que si le gustas

—¿como estas tan segura?

Sara señaló enfrente, en donde Robert miraba hacia atrás para ver a Lauren con admiración. La Chica al percatarse de aquello, solo se puso roja

—eso no significa nada. — se escondió en sus brazos

—no seas patética, Lauren, solo date la oportunidad. Digo, es mejor eso a estar con alguien prohibido. — la ojigris se encogió de hombros y miró a Catherine, hicieron contacto visual y por unos segundos la mente de Sara quedó en blanco

—¿por qué lo dices?

—¿que?

—de que

Ambas rieron

—¿de que estamos hablando?. — cuestionó Sara

—de tus amores prohibidos

—no tengo amores prohibidos

—a ti te gusta Catherine, ¿verdad?

—¿a mi?

—no te hagas la tonta

—algo así. — se recargo en su mano y posó su vista en el trasero de la rubia, quien al sentir la potente mirada de Sara, meneo sus caderas de forma sutil

—no te culparia, ella es preciosa, además tiene unos ojos

—a todo el mundo le gustan sus ojos

—pues si, a todos nos gusta la profesora Catherine

Sara sintió una punzada de celos, ¿como que a todo el mundo?

—si, supongo

—en serio te gusta. — afirmó

ENTRE PAREDES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora