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Sara jugaba nerviosamente con un lápiz, veía todo con detenimiento, aunque parecía distraída, no lo estaba. Era la primera vez que se sentía tan concentrada en algo. Una carta, eso era lo que había captado su atención, pero no cualquier carta, era de Catherine. Un sobre con letras doradas, el nombre de Catherine, su letra cursiva, lo limpia que parecía aquel sobre, que en realidad estaba casi lleno por la perfecta letra dorada de aquella mujer. No se atrevía a leerla, solo jugaba con un lápiz nerviosa, como si ese objeto le diera valor, tomo el sobre, lo vio, leyó y releyo el nombre del remitente, una y otra y otra vez, tratando de convencerse que era real, no lo estaba imaginando. Tomó aire un par de veces y rompió aquel sobre para ver la carta, la desdoblo y la volvió a doblar, jugó nuevamente con aquel lápiz, lo movía con nerviosismo, lo mordía. Sus manos estaban bañadas en sudor, su corazón bombeaba con fuerza y rapidez. Desdoblo nuevamente la carta y comenzó a leer.

Sara
He tratado de convencerme todos los días de algo que no debería. No sé cómo explicarme, creo que ni si quiera en mi vida anterior tuve el valor suficiente para expresarme, pero tu me haces sentir viva.
No entendía lo que me decías indirectamente, me quieres, lo sé, lo escuché y lo siento. No tengo sentimientos o no creí tenerlos, pero siento que me quieres y siento que hay algo en ti que me atrae profundamente, no sólo eres una cara bonita, eres brillante, eres inteligente, culta y preciosa, eres como un girasol lleno de vida, eres tan cálida como el sol, eres un ángel. No se como describirte, pero para mí eres perfecta. Te escribo esta pequeña carta por que... No lo sé, no se por que. Te escribo esta carta por que estar contigo es especial y me haces sentir... En paz, me llenas de energía, de no lo sé, creo que tampoco soy buen para escribir cartas.

Sara negó con la cabeza y sonrió, se imagino a Catherine escribiendole de manera nerviosa y releyendo lo que ponía. Continuó leyendo

Me haces sentir como alguien normal, no me tratas como alguien celestial o sobrenatural, creo que eres la primer persona que tiene fe en mi y también confianza. Así que solo te escribo por que te quiero dar las gracias, creeme que nunca podría decir algo así en persona. Soy un poco patosa para esto de las cartas, un poco torpe y un poco de todo, pero espero entiendas lo que quiero decir. Nos vemos en clase, por favor nunca dejes de pensar cosas tan bonitas sobre mi.

Catherine B

Sara dobló nuevamente aquella hoja e inhalo el olor que desprendía, olía a la fragancia de Catherine, aquella que tanto le gustaba, olía a rosas, esperanza y sueños. La ojigris se recostó en su cama y cerró los ojos, últimamente su imaginación trabajaba demasiado y en todos sus escenarios aparecía ella.
Mordió sus labios tratando de reprimir una sonrisa, pero fue en vano, sonrió de oreja a oreja. Estaba feliz, después de mucho tiempo, por fin estaba feliz.
Eran tal vez las nueve o diez de la noche, tenía prohibido salir, pero aún así decidió ponerse una sudadera para que no le diera frío y salir en busca de Catherine. No sabía con claridad si la mujer rubia estaría en su habitación, pero se arriesgo. Camino a pasos lentos y trató de hacer el menor ruido posible. Cuando estuvo frente a la puerta de su profesora, ella salió, tenía una bata negra, sus blancas y fuertes piernas se podían ver con claridad, incluso podía ver el color de sus bragas. Sara estaba nerviosa, veía el cuerpo de aquella hermosa mujer, pero no podía verla a la cara.

—leíste la carta

La peliazul asintió lentamente, Catherine se hizo a un lado invitándola a pasar, Sara entró de manera lenta, rozando con su mano las piernas de su profesora y haciéndola estremecer.

—no creí que fueras de cartas

Catherine cerró y se adentro a la habitación, observó unos segundos a Sara y su corazón comenzó a latir con fuerza, como nunca antes lo había hecho.

—creo que las cartas son un clásico, no deberían de pasar de moda

La ojigris negó lentamente y relamio sus labios, quería lanzarse a la boca de su profesora, saborearla y jurarle entre besos y caricias que nadie la iba a querer como ella.

—pareces pensativa. — Sara jugó nerviosamente con los dedos de sus manos y miró los ojos de Catherine, sus pupilas estaban dilatadas, algo había cambiado en ella

—pienso demasiado. — admitió la rubia —pienso demasiado en ti, todo el tiempo

Sara se sonrojo y agachó la mirada, volvió a jugar con sus dedos. Catherine se acercó lentamente a ella, se hinco y alzó su rostro, se miraron, eran ellas, eran eternas, miradas que jamás acaban. La rubia la beso y cerró sus ojos, disfrutando el contacto de su lengua, la manera delicada que tenía de besarla, de tratarla o simplemente de rozarla. La profesora se separó un poco de ella y beso sus mejillas

—me gustas y me siento como una niña diciéndote esto. — rio incomoda —pero me gustas

—¿aunque seas una anciana y yo una niña?. — Bromeó Sara ganándose un empujón

—aunque tenga ciento veintitrés años, aunque tu seas una anciana, una niña o lo que quieras ser, siempre vas a gustarme

—¿como estas segura de ello?

Catherine llevo su mano al pecho de Sara y cerró los ojos, la ojigris comenzó a sentirse extraña, sentía amor y una conexión que no se podía negar.

—eres mi alma gemela y eres mía. — murmuró Catherine y acomodo un mechón rebelde de Sara

—¿tu eres mía?

—Soy tan tuya como tu lo eres de mi. — confirmo —no voy a evitar lo inevitable, solo quiero que todo fluya

Sara asintió y beso nuevamente los labios de Catherine

—hoy te he sentido mas cerca que nunca y más mía

—solo tu te perteneces, Sara y solo yo me pertenezco, aun así, elijo ser tuya y quiero que tu elijas ser mía

—lo soy, lo somos. — beso el dorso de su mano y la miró a los ojos, quería decirlo, lo pensaba, pero no sabía si debía hacerlo

—hazlo. — Catherine, quien leyó sus pensamientos, la animo

—¿hacer que?

—dime que me quieres

Sara tomo una bocanada de aire, miro con profundidad los ojos de Catherine y lo dijo

—te quiero

El corazón de la rubia, se sintió más vivo que nunca

El corazón de la rubia, se sintió más vivo que nunca

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