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—¿entonces?. — pregunto Lauren, Sara y ella se dirigían al salón de Arte y cultura

—¿entonces que?

—¿cuál fue tu castigo?

—me quedaré sin cena unos días. — mintió y Lauren la miró con sospecha

—¿segura?

—si

—La primera vez que yo llegue tarde me encerraron un día entero, no podía salir del dormitorio ni podía hacer nada, me quitaron el celular y pfff fue horrible

—ya, pues a mi no. — hizo una mueca

—entiendo, ¿Quien te dio el castigo?

—La directora. — volvió a mentir

—bueno, supongo que no fue tan severa por que eres nueva

—si eso creo, por cierto ¿nunca los han golpeado para castigarlos?

—no, bueno por lo menos a mi no, tienen prohibido el contacto físico con nosotros, de hecho nunca hemos tocado a un profesor

Sara la miro con curiosidad

—¿cómo? Es imposible no tocar a un profesor

—no lo es, nadie ha tocado a alguna monja, o sea solo hemos rozado sus manos

—entiendo

Anne llegó al salón y todos guardaron silencio

—Buen día jóvenes. — habló con voz neutro —señorita Walker, la quiero aquí enfrente

Sara frunció levemente el ceño y se levantó del lugar que había elegido con Lauren

—preséntese

La chica frotó su frente exasperada y tomó una bocanada de aire

—Soy Sara, tengo dieciocho años y no se que mas decir

—puedes decir por que estas aquí o sobre tus preferencias

—ah si, soy lesbiana

La clase estalló en carcajadas

—¡silencio!, Sara de tus gustos, no tus preferencias u orientación sexual

—me gusta investigar cosas que desconozco, soy muy extrovertida y no me gusta tener mi círculo social extenso

—vete a sentar. — ordenó Anne mientras suspiraba audiblemente

Sara obedeció y se sentó nuevamente con Lauren, quien la veía extrañada

—¿que?.— habló de manera brusca

—¿cómo se te ocurre decir que eres lesbiana? Estás en un maldito colegio con monjas, que es un lugar católico y sueltas aquello como si nada

—¿acaso aqui hay alguna terapia de conversión?

—no

—ahí lo tienes, ellos no pueden obligarme para que deje mis lesbianismos, como dijo Catherine. — se burló y viró los ojos

La clase pasó con total normalidad, de vez en cuando algunos chicos volteaban a ver a Sara, pero ella solo los ignoraba.

Cuando terminaron las clases, Sara investigó que clases extra curriculares habían, pero ninguna le interesó, así que volvió a su dormitorio y se recosto un rato. Tocaron su puerta y ella bufo molesta, cuando abrió se encontró a Catherine

—muévete. — la subdirectora entró empujando levemente el hombro de Sara, quien estaba completamente confundida

—¿pero que demonios?

Sara cerró la puerta y Catherine se acercó de manera depredadora

—no puede estar pasando esto, llevas cinco días aquí y me estás volviendo loca, quiero asfixiarte engendro del diablo

—no soy engendro del diablo, si quiere asfixiarme hágalo, tiene lindas manos. — la ojigris la miró con deseo

—eres una niña mimada, estás loca, no deberías de estar aquí

—¿por qué no?, ustedes están ganando dinero gracias a mis padres, si yo me voy pierden ganancias extras

—el dinero no me interesa, no puedes hacer lo que quieras, quiero asfixiarte. — repitió y froto sus manos

—hágalo, sus manos serían un lindo collar. — Sara se acercó lentamente a ella, tomó sus manos y las puso en su cuello —haga presión. — ordenó de manera lujuriosa

Catherine relamio sus labios, su respiración estaba entrecortada, la soltó de golpe haciendo que por la fuerza cayera al suelo. La Chica se extraño por lo fuerte que era aquella mujer, había algo que no estaba bien.

—se que usted es la subdirectora y debo de respetarla, pero si usted no me respeta yo no podré hacerlo, sea una persona con autoridad o no, ambas debemos de respetarnos, pero las cosas se ganan. Estoy cansada, así que le pediré amablemente que se retire

Catherine boqueo un par de veces y volvió a relamer sus labios

—tiene razón señorita, con su permiso. — paso a lado de Sara, abrió la puerta y la azotó

La peliazul tomó una gran bocanada de aire y posó sus manos en su pecho, esa mujer la intimidaba, pero no iba a demostrarle que ella tenía el poder.
Sara se quito los zapatos y se recostó nuevamente, cerró los ojos y se quedó profundamente dormida.

Cuando despertó eran aproximadamente las nueve de la noche, se levantó sobresaltada, su estómago rugia por hambre, pero recordó que le había dicho a Lauren que la habían castigado, así que se aguanto y no bajó. Sacó sus cuadernos y comenzó a hacer los deberes que habían dejado, bostezaba cada dos por tres, pero si pudo acabar todo, cuanto terminó habían pasado dos horas. Los ruidos extraños volvieron a hacerse presentes, así que bajo esta vez sin importarle si la regañaban o no y comenzó a husmear.
Se dio cuenta de que en el lugar había un sótano, así que bajo y abrió lentamente la puerta, no podía creer lo que estaba viendo.

Catherine estaba sentada, supuestamente meditando, pero en realidad estaba invocando demonios.
La mujer no se dio cuenta de la presencia de Sara, así que extendió sus alas y la peliazul al ver esto se escho para atrás, cayendo en una escalera, el aire comenzaba a faltarle. Catherine se dio cuenta de que había alguien y salió de aquel lugar, interrumpiendo su invocación y encontrándose con Sara.

—¿que haces aquí?. — su voz sonaba diferente

—eres un ángel. — Sara no salía de su asombro, ni si quiera sabía cómo era que podía hablar con normalidad, otra persona ya se habría desmayado

—no Sara, no soy un ángel, soy un demonio

La chica abrió los ojos con exagerada sorpresa y en esta ocasión si se desplomó, la situación era irreal.

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