Lo único que podía oír eran sus pisadas y el crujir de la hierba seca. Era una de esas noches de otoño fría y sin estrellas, lo que le hacía pensar que tal vez existiera la posibilidad de que lloviese en cualquier momento. Si no fuera por la tenue luz de la luna, no vería nada más allá de su nariz, la oscuridad y la niebla eran muy densas. Para su sorpresa, oyó el eco remoto del aullido de un lobo, rompiendo súbitamente el silencio de la madrugada. El sonido cerril le hizo voltear, para cerciorarse de no estar siendo rastreado por una manada de depredadores salvajes. Realmente sería una locura pernoctar a la intemperie, por más que estuviese agotado al viajar durante toda la tarde. El sueño quería dominarle, pero decidió seguir.
Desconocía esos lares, eso fue lo que lo llevó a considerar que quizás haya sido una muy mala idea pasar por allí, aunque era la vía más corta para llegar a su destino. Por fortuna, y antes de que tales ideas negativas siguieran preocupándolo todavía más, no tardó en hallar una senda y, en lontananza, percibir un brillo difuso a la vera del camino. Apresuró el paso, sin siquiera plantearse si ese destello podría pertenecer a un ser hostil, en verdad fue casi como una apuesta. Solo por si acaso, posó su mano sobre la empuñadura de su espada, escondida entre sus atavíos. Una fuerte tos le hizo cambiar de parecer, porque descubrió que no hacía falta prevenirse; se había topado con anciano sentado frente a una hoguera.
El viejo, al percatarse de la presencia del recién llegado a causa del resoplido de su caballo, el cual se encontraba a un costado, pareció sentirse animado e invitó cordialmente al muchacho a pasar la noche en su compañía para descansar cerca del agradable calor de su fogata. El joven viajero, dándose cuenta que ese hombre más bien deseaba deshacerse de la soledad que seguro hacía mella en su moral y que además podría aliviar su agotamiento por unas horas antes de continuar con su travesía, no declinó el ofrecimiento y se sentó frente al fuego en respuesta a tal ofrecimiento. La apariencia del anciano, aunque inofensivo, no parecía del todo confiable; una capucha de manto raído le cubría la parte superior de su marchito rostro, y una barba tupida y encrespada le carcomía la otra mitad.
— Aparta tus pertrechos de ti, mancebo — Dijo el anciano, con un tono de voz casi paternal, mientras el frío le obligaba a arrebujarse entre sus ropajes — Puedes relajarte, conozco muy bien estos parajes y no hay peligro alguno, te lo aseguro.
El chico hizo lo propio, dejando sus armas a un lado. Luego extrajo una cantimplora para calmar su sed, ante la atenta mirada de su anfitrión. Le ofreció de beber, pero el viejo negó aquel gesto levantando la mano para enseñar la palma abierta. Se apersonó el silencio entre los dos de forma extendida, a lo que uno de ellos tuvo una idea, resolviendo que ambos ya no se prestarían a las bondades reconfortantes del sueño.
— La noche se presta para contar una historia, ¿no lo crees así? — Comentó el anciano, mientras levantaba la mirada para admirar el oscuro e infinito firmamento — Permíteme recitarte una ahora, es un relato muy antiguo que se ha transmitido entre los habitantes de mi pueblo desde incontables generaciones. Puede que sea de tu agrado.
El muchacho se dispuso a prestar oídos, a la vez que el viejo carraspeaba antes de comenzar y el fuego crepitaba por la fuerza del viento.
«Desde el inicio de las eras, mucho antes de que siquiera los seres pensantes empezaran a caminar sobre la faz de la tierra, existe un guerreo de extraordinario valor. Su propósito primordial es el de acabar con el mal que cada tanto asola este mundo, y para ello se vale de todo tipo de habilidades e ingenios místicos. Muy pocos conocen su nombre, o siquiera cómo luce. Algunos alegan que solo se trata de un niño, y otros, que es un adulto de asombrosa vitalidad. Pero al margen de eso, sus hazañas han perdurado hasta estos días, y se estima que continuarán aún en el futuro.
Sus virtudes realmente no tienen parangón, se cuenta que es capaz de trasladarse a voluntad por el tiempo y el espacio, repitiendo los días y los años desde el alba hasta el crepúsculo. Puede multiplicar su efigie por la cantidad de cuatro veces, o encoger su tamaño hasta proporciones minúsculas. Las estaciones, la tierra, el mar y el aire le pertenecen; y se moviliza entre ellas con instrumentos mágicos. En su cuerpo también se halla un instinto feral, el motivo corrupto de su ser, a causa de una feérica maldición producida por un reino oscuro.
Su identidad es múltiple, semejante a máscaras que representan numerosos acervos. Él responde a un destino designado por una fuerza mayor, el cual se compone de tres grandes potencias, y cuyo pilar principal le corresponde, que deben encararse hasta el fin de todo lo conocido y lo que resta por conocerse. De noble prosapia, sus antepasados se han encargado de protegernos desinteresadamente, porque su deber es un edicto inquebrantable.
Como una secuencia cíclica, las ejecuciones y los eventos se repiten, conservando su principio y su fin, pero no su nudo. A este insigne grupo de hombres, que son el plural y el singular a la vez, la humanidad los ha denominado como el 'Héroe del Tiempo', habida cuenta de sus facultades legendarias. Parece no pertenecer a esta realidad, como si de un ente onírico se tratase; pero tenemos entendido que ha nacido aquí, y lo hará una y mil veces.
Es obligación de cada uno de nosotros el prestarle la ayuda necesaria en sus peripecias, ya que su meta también nos es propia. Se cree que, habiendo llegado el último día, solo quedará él, como el único testimonio de nuestras voces y de nuestros sentimientos. En esa profética hora, él se volverá el guardián absoluto... tal cual lo fue, lo es y lo será. Este conocimiento es mío, ahora es tuyo y ha de ser de todos.»
El hombre terminó de hablar, observando hacia el horizonte. El joven hizo lo mismo, y oteó el incipiente brillo del sol asomándose entre las montañas. Del fogón que les daba abrigo solo quedaba una débil columna de humo y una pira de ramas chamuscadas.
— Me temo que esa es la señal para reanudar tu peregrinaje, mancebo — Manifestó el viejo, comprendiendo que debían separarse para retomar sus rumbos — Seas quien seas, espero que termines tu periplo a salvo. Ve a cumplir con tus designios, y mucha suerte.
El joven caminante se hizo de sus elementos nuevamente, no sin antes agradecer la hospitalidad que se le dispensó con una reverencia. Se sintió aliviado de que aquel señor no haya notado que, promediando la segunda parte del relato, se había quedado dormido sin darse cuenta.
A mitad de la mañana, llegó frente a la vera de un denso bosque. Link, como era su nombre, colocó su escudo en su antebrazo izquierdo y enarboló su espada. Con el aplomo y la entereza exhibiéndose en su semblante, continuó a paso firme. Casi podía sentir que una voluntad desconocida lo guiaba.
Sin saberlo, él formaría parte de la leyenda: la eventual promesa de una cruzada épica.=FIN=
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ADVENTURES | Zelda One-Shots
FanfictionOne-Shots de The Legend Of Zelda (todos los juegos) De la vida de estos personajes y de mundos alternativos, espero les gusten :D (Las fotos de portadas de los capítulos son mías) Empezada: 13 / 10 / 21 Terminada: Hasta que llegue a las 200 partes