Bajo la sombra de las Hojas

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Las notas de mi ocarina, se fundían con el suave viento que hacía crujir más hojas a las que mecía. El sonido de los animales o los Deku que habitaban allí, se entremezclaban con los sonidos de los riachuelos que ahí había.

La melodía de la canción que yo tocaba, la canción de los bosques, era alegre y llenaba de vida los bosques. Pero desde que él se fue mis armonías denotaban nostalgia, soledad y sobretodo, tristeza...

Aunque lo vi hace un par de semanas, no dejo de pensar en el momento que nos dijimos adiós. Ahí en aquel puente a la salida de los bosques... le entregué una Ocarina con la mía, la cual dudo que aún conserve... Ni siquiera me abrazó cuando nos despedimos, tampoco dijo palabra alguna. Sus ojos tristes me miraron y se fue lejos de allí... para volver sólo una vez, pero ninguna más... hasta el día de hoy.

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Moví mis pies al son de la música que salía de la ocarina, pero igual que mi música, mis pies ya no se movían como antes, lo hacían más lento y más tristes como yo.

Seguí tocando fundiéndome con la melodía de mi canción, hasta que de repente tuve la sensación de que alguien me observaba. Paré en seco de tocar y abrí los ojos. Justo ahí, delante de mi, estaba él.

Link.

— Siempre parecías estar en otro mundo cuando tocabas la Ocarina — sonrío, aunque no era como siempre, sentía que algo en él era distinto.

— Hola, Link... pensé que no volvería a verte.

— Este lugar siempre será mi hogar, aquí están mis amigos... — sacó la ocarina que le regalé de uno de sus bolsillos — Aquí vive mi mejor amiga...

— Me da la impresión que no vienes para quedarte...

— Ojalá te dijese que si, que vengo para quedarme... pero todo ha cambiado mucho, yo he cambiado y necesito tu ayuda porque tú eres la única que me puede ayudar...

Vi como sus ojos color cielo comenzaban a llorar. Las lágrimas brillaban con el mínimo reflejo del sol mientras recorrían su rostro. Lo abracé con fuerza, desde luego le apenaba tener que irse de nuevo.

— Por favor, Saria, tienes que ayudarme... — me dijo en una voz baja mientras aún me abrazaba con fuerza.

— ¡Está bien! — me separé de él y le sonreí con amabilidad — ¿En qué necesitas que te ayude?

— Navi... se marchó hace tiempo, bueno al menos a mí me ha parecido que fue hace mucho tiempo... no sé dónde está, donde buscarla.

— Está bien Link, te prometo que la encontrarás.

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Bajo la sombra de las hojas del bosque sagrado, nos pasábamos la mayor parte de las horas del día pensando en donde podía comenzar su ardua búsqueda. El resto del tiempo lo pasábamos riendo, tocando la Ocarina o de aventuras en el bosque. Todo como dos niños aunque ninguno de los dos éramos niños en nuestro interior.

Una fría noche, comprendimos que Link debía abandonar el bosque para poder encontrar a Navi. Nos tumbamos en la hierba sin dirigir palabra alguna, ese silencio, era cortante e incluso más frío que la noche.

— Ojalá no me tuviese que ir — la voz de Link rompió el incómodo silencio en el que estábamos.

— No pasa nada... Te esperaré hasta que la encuentres — lo miré con una sonrisa triste.

Dirigí mi mirada al cielo, justo en el momento en el que una brillante estrella fugaz lo cruzaba de lado a lado.

— ¿La has visto Saria? — marcó Link entusiasmado — ¿Has pedido un deseo?

— Si, he pedido que encuentres a Navi, y que ambos estén sanos y salvos — le mostré una sonrisa amable y sincera.

— He pedido que cuando la encuentre mis pasos y mi corazón me guíen una vez más hasta aquí, al bosque y así nunca más poder separarme de ti.

Cuando finalizó sus palabras, sus ojos se entrecerraron y se acercó con suavidad. Me besó en los labios con dulzura. Le acaricié la cara y nuestros labios se separaron.

— Te quiero Saria, te prometo que volveré — me miró a los ojos y me dió un último beso sin darme tiempo a reaccionar — Adiós... — se fue corriendo a toda prisa.

— Yo también​ te quiero Link... — comencé a llorar viendo como la persona por la que mi corazón latía con tanta fuerza se marchaba... pero esta vez, con la promesa de que volvería para jamás irse.

 pero esta vez, con la promesa de que volvería para jamás irse

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