25: Solo quiero llorar.

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•• Agus ••

—Ahg, estoy agotada. —Nina se recostó en mi cama.

Desvíe la mirada del celular para mirarla a ella. Estaba con ambas manos tapando su rostro, me depare en su voluptuoso y pequeño cuerpo.

Una sensación extraña me revolvió la mente.

Agus deja de pensar cosas estúpidas.

¿Hace cuánto que nos conocemos?

Fuimos criados juntos, podría considerarla casi una hermana, pero debo admitir que esa visión se ha distorsionado en estos años y más ahora que las hormonas vuelan por todo nuestro ser.

A veces me pregunto si a ella le sucede lo mismo.

Se destapó la cara e inmediatamente miré hacia otro lado, pero ella había notado que la estaba observando.

Un poco incómoda carraspeó la garganta.

—¿A caso estabas mirando mis naranjas? — preguntó con un todo divertido haciendo que me incomode.

—Lo siento. — me acomodé en la cama. —Yo no quise hacerlo.

—Pero lo hiciste. —Se rió con las mejillas rojas.

—Si y no me arrepiento. —La miré fijamente.

Mi corazón latía demaciado rápido, repentinamente ese cariño que sentía por mi amiga, la hija de la señora de servicios, la niña con la que me había criado... Se había convertido en mi nuevo deseo.

Autora: les recuerdo que Nina es la hija de la señora que limpia la casa de Agua, fueron criados juntos a partir de los 6 años.

••• Josie •••

Mi desesperación aumentaba a medida que el tic-tac del reloj resonaba por la sala de estar.

Estoy junto a mis padres y Daniel.

Estamos esperando la llamada de Sack.

—Siento que voy a morir de los nervios. —dije temblando.

—Josie, no te preocupes, seguro no es nada grave y estás haciendo un drama. — resopló mi madre.

—Ma, te estoy diciendo que literalmente tuvieron que llamar a la ambulancia, escuché todo por la llamada.

—Jos, hijita, no te preocupes, estoy seguro que Sack va a llamar y no será nada grave.

—Encima no sabemos a qué hospital lo llevaron. —Dijo Daniel jugando con las llaves de la moto en sus manos.

—Tengo miedo de que algo salga mal. —confesé angustiada.

Por favor universo, que nada malo le pase a Alex.

Los minutos pasaban y mis nervios aumentaban al igual que mi miedo. Seguíamos sin noticias de Sack, ya eran las diez de la noche y aún no me llegaba ninguna llamada.

—¿Y si algo malo le pasó? —pregunté paranoica.

—No lo creo.

Cómo si el santisimo estuviera escuchando mis ruegos me llegó una llamada de Sack. Atendí y lo puse en altavoz.

Josie... —susurró.

—Por favor decime que Alex está bien.

¿Con quién estás en este momento? —se me retorció el estómago ante el mal presentimiento.

—Estoy con Papá, mamá y Daniel.

Necesito que me pases a Dan.

—Si pero... —Daniel me quitó el celular y lo puso en voz baja.

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