17: El diablo tiene corazón.

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El cumple parte 2

••• Josie •••

Luego de unas buenas lágrimas y de que Martina volviera a retocar mi maquillaje era momento de la cena.

Mi mesa, a diferencia de las demás que eran redondas con manteles blancos y tules celestes y azules, la mía es rectangular, en esta mesa me siento yo junto a mis amigos.

Me detuve un segundo a observarlos.

Conciencia: Oie Jos...

Si?

Conciencia: ¿Tu crees que... Ellos nos duren toda la vida?

Yo...

—Josie. —Aki me sonríe triste.

Me asusta saber la respuesta.

—Dime.

—Estas hermosa. —dijo sonriendo.

—Tu también. —respondi admirando su vestimenta. Una pollera negra ajustada y un top blanco.

Hablamos y reímos un rato entre todos. Sin dame cuenta me quedé mirando a Alex como una boba.

—Josie, estas babeando —dijo él riendo.

—¿Qué? —desperté de mi mundo y Aki golpeó mi nuca y todos comenzaron a reír.— Ah... Si.—dije desviando la mirada.—Se ven hermosos —dije sonriendo.

De repente una angustia oprimía mi pecho.

—Es que lo somos —respondió Evan como diva, sin darle chance a Alex de darme alguna respuesta como "hermosos? Creo que solo te referís a mi"

Sonreí al pensar esa respuesta.

—Evan, la diva aquí soy yo.— respondió Aki.

—En tus sueños— susurró Evan.

—Chicos, chicos— dije mirándolos. — Todos saben que la diva es

—Yo.— dijo Mili acercándose como toda diva, y dió una vuelta luciendo su hermoso vestido amarillo pastel, suelto de la cintura hasta arriba de las rodillas.

—¡Oh no, no puedo con tanta divinidad!— dijo Kim tapando sus ojos dramáticamente — ¡es tanta divinidad que quema mis ojos! — sonrió y miró a mi hermana con picardía.

—Ya, Kim, cálmate.— Evan fulminaba con la mirada a su novia.

—Perdón.—Respondió Kim con una sonrisa inocente. —Te doy y no la hora chiquibeibi

—Alejate de mi hermana Kim. —le advertí seria.

Comenzamos a hablar y reír sobre alguna que otra locura, recordando varias cosas... En resumen la estaba pasando genial.

Antes de comenzar a cenar saludé a todos los invitados, pasando mesa por mesa, agradeciendo el hecho de que estén allí compartiendo conmigo.

—Gracias— le dije a mis padres cuando llegue a su mesa.

—No hay de qué mi bebe— respondió mi madre.

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