Capítulo 4

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El aroma del chocolate había tomado el protagonismo en la cocina. Para Tweek era el sabor por excelencia en las mesas dulces. Solo lo alternó con pasteles frutales y de queso, además de los dulces que Chef solía cocinar en cada ocasión.

Los últimos preparativos se hicieron en la mañana del día del té, que era el momento en donde prefería cocinar los panes.

Tweek bebió el té de hierba de Chef como si fuera café, de alguna forma había reemplazado su adicción por otra más sana. Una que realmente lo estaba ayudando a dormir.

—Si ya terminaste de cocinar ve a ordenar las mesas de los dulces —le ordenó Liane. Era la tercera vez que irrumpía en la cocina para enviarlo a hacer algo inútil.

Chef sospechaba que la mujer estaba celosa por la atención que estaba recibiendo de Laura, o también parecía molestarle los extranjeros por los problemas que había tenido en su pasado. Tweek se había sentido un poco curioso respecto a ella, pero luego de saber que había llegado a ese planeta como una prostituta prefirió no saber más.

En el patio principal ya estaba acomodado todo, Tweek no podía saber si faltaba algo porque nunca había presenciado un evento como aquel. Red y otros miembros de la servidumbre fueron acomodando la comida y los postres en su correspondiente lugar, Tweek observó tratando de memorizar el orden.

—Ve a dejar esto a la habitación tres. La que está en el fondo del pasillo.

Liane dejó la prenda en sus manos sin esperar ninguna respuesta. Tweek observó el traje, notando que era nuevo y de una costura exageradamente elegante, nada parecido a los que tenía en casa. Incluso ahora, comparándolo con su ropa de servicio, podía concluir que no se veía muy diferente a un vagabundo.

Quizás debía sentirse un poco avergonzado de su posición tan mediocre, pero era algo de lo que no podía escapar en esa vida. Antes, su madre jamás le hubiera permitido trabajar de esa forma; ahora era un golpe de suerte tener trabajo.

Tocó la puerta un par de veces, al no tener respuesta entró siendo precavido y dejó el traje al pie de la cama.

Tweek miró al rededor de la habitación sintiéndose estupefacto por el espacio exageradamente grande del lugar. La cama era del tamaño king en su planeta, solo que esta se veía ornamental con los diferentes detalles.

Incluso podía darse el lujo de tener una biblioteca y no sentir que se necesitara espacio.

Los libros eran viejos, pero estaban bien cuidados. Los temas que trataban eran sobre política, filosofía, ciencia, historia y literatura clásica; le pareció que todo correspondía a un plan educativo exuberante. No era extraño para personas que pertenecían a un planeta que prácticamente dominaba el universo.

—¿Qué estás buscando aquí?

Interrumpió una voz que Tweek podía reconocer, los vellos en su cuerpo se erizaron a causa del escalofrío que le provocó. ¿Por qué él estaría allí?

Quizás su nombre completo era Craig Tucker, pero no era momento de preguntar.

Volteó para enfrentarlo, sin embargo, su mente hizo corto circuito cuando vio que el hombre solo tenía una toalla cubriéndole la parte inferior del cuerpo. Su rostro se ruborizó inmediatamente, por instinto se cubrió sus ojos para comenzar a avanzar hacia la puerta. Craig era un descarado para aparecer de esa forma frente suyo, no importaba cuan grandes fueran sus músculos, no debía mostrarlos como algo natural. Si no supiera lo imbécil que era, Tweek sabía que podía quedar embobado mirándolo por la eternidad.

Pero ese tipo no tenía alma ni corazón. Solo era un sádico que disfrutaba del dolor ajeno.

—Debía traer esa ropa. Nada más —contestó.

¡Eres mío! (Censurado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora