Capítulo 6

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Una nueva pesadilla había dejado a Tweek petrificado en su cama, su respiración era superficial, arrítmica. El sudor frio en su cuerpo apenas lo hacía consciente de donde estaba en realidad, en un pequeño cuarto en una mansión de otro planeta. La oscuridad era tan profunda que se le hacía difícil entender que ya no estaba en el refugio en el patio de su casa.

En Internet siempre circulaban imágenes de alienígenas, muchas eran falsas y otras resultaban difíciles de creer. La humanidad se había extendido hacia tantos planetas, en los cuales exterminaron o desalojaron algunas especies, que resultaban menos evolucionadas en cuanto tecnología. Por la imposibilidad de comunicación, nunca habrían podido si quiera entablar un acuerdo con ellos. Era la razón de la poca información de aquellos seres extraños.

Tweek los había visto a través de una aplicación de su celular que conectaba con las cámaras de seguridad de su casa. Habían entrado a buscar algo que no hallaron, se fueron a los pocos minutos hacia la calle a exterminar a sus vecinos. Habría deseado jamás verlos, pero tampoco podía quitar sus ojos de la irreal imagen en la pantalla. Parecía la escena de una película vieja.

Eran como insectos con conciencia, extremidades asesinas, pero también funcionales como las de los humanos. No tenían armas porque ya tenían en su cuerpo algo que mataba a las personas con mucha facilidad.

No fue hasta que la claridad comenzó a entrar por la ventana que se levantó a tomar otra ducha y cambiar las vendas de sus manos. Había decidido encerrarse en la cocina durante todo el día para no tener que cruzarse con nadie, solo hablar Chef haría que su mente se despejara de las imágenes terribles que tenía.

Sin embargo, Liane había llegado demasiado temprano ese día con una porción de avena y chocolate y una prenda que estaba guardada en una bolsa para trajes de color negro. Tweek comenzaba a sentir la necesidad de ser cruel con ella por los pedidos que fácilmente podría hacer sin su ayuda.

—Come rápido y vístete con esto. Laura te está esperando en el estudio del señor Tucker —le dijo entre dientes. Parecía de un humor peor que el de días anteriores.

Solo pudo tragar un par de cucharadas de la avena, lo hizo porque supo que Chef se la había preparado de una forma que sabía que le gustaba y no quería despreciarlo. Pero tampoco le parecía bien hacer esperar a Laura.

Abrió la bolsa negra y se encontró con un traje de color blanco que se ajustaba perfectamente a su cuerpo, la camisa era de un azul claro. También había zapatos negros nuevos. Pensó en que quizás quería llevarlo a otro lugar para que la acompañara, había visto de ese tipo de servidumbre en la fiesta.

No le agradaba la idea de salir.

Se miró en el reflejo de una ventana, su cabello no concordaba con la vestimenta, por lo que se lo mojó un poco para que se vea menos revoltoso en el momento en que se encuentre a la mujer.

Lo poco que sabía de Thomas Tucker era que en su juventud había pertenecido a las fuerzas armadas, pero luego tuvo que dejarlo para ocupar un lugar político en aquel planeta. Nunca estaba en casa, por lo que no lo había visto hasta el momento.

Golpeó la puerta del estudio, se sorprendió cuando Clyde lo recibió. En el lugar había muchas personas que lo observaban, Craig estaba sentado en el escritorio, frente a él había un hombre de edad muy avanzada sosteniendo una hoja de papel entre sus manos, que luego dejó en la superficie de madera y la deslizó frente a una silla vacía.

Había algo que no estaba bien allí, su corazón comenzó a palpitar por la tensión que le ocasionaba estar bajo las miradas de tantas personas.

—Toma asiento, Tweek —le ordenó Craig con voz monótona.

¡Eres mío! (Censurado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora