Capítulo 3

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Los recuerdos flotaban en su mente a pesar del intento de pensar en el presente. Incluso a veces se sorprendía a sí mismo mirando las fotos en su celular.

Revolvió la papilla durante un largo tiempo y muy ocasionalmente se llevaba una cucharada a la boca. Se sintió orgulloso de sí mismo cuando notó que iba más de medio plato comido. Sin embargo, allí se detuvo. Las náuseas golpeaban con fuerza su estómago.

Luego tomó una ducha y volvió a vestirse con la misma ropa del día anterior. No le molestaba tenerla puesta, aunque admitía que no le favorecía en nada.

Liane apareció a las 10 en punto en su puerta con la misma expresión de disgusto que solía tener cuando estaba en su vista. Tweek supo que la mujer era bastante querida allí, pero también cierto grupo de personas la detestaban. Entonces Tweek dedujo que la mujer era amable siempre y cuando cumplas con sus expectativas de "persona de alto estatus" a pesar de que ella no lo fuera.

—Te llevaré a la cocina para que limpies el piso —se limitó a decir. No le había gustado que la dueña de la mansión lo defendiera, así que ahora se había limitado a dar órdenes fáciles para que no lo desobedeciera o la acusara con Laura.

Tweek la siguió en silencio, no se sentía con el derecho de negarse a hacer algunas tareas, la culpa lo hostigaba porque estaba viviendo de ellos y él no estaba aportando absolutamente nada. Asumía que la cocina era grande, pero dudaba que fuera de la misma extensión del pasillo del día anterior.

El lugar daba la sensación de ser hogareño, por la cantidad de elementos de color tierra y por la calidez de los hornos. Para esa hora de la mañana, donde ya todos habían desayunado, solo se encontraba un hombre sentado en una pequeña mesa.

—Limpia este lugar inmundo. Me daré cuenta si estuviste perdiendo el tiempo —aseguró antes de salir.

El hombre de piel oscura que estaba allí la miró arqueando una ceja, se notaba levemente molesto. Tweek sabía lo sagrada que era la cocina para alguien que pasaba su vida al lado de los alimentos, no había nada peor que criticar la limpieza.

—Hola, me llamo Tweek —se presentó.

—Me dicen Chef, niño. Puedes llamarme de esa forma —le dijo volviendo la mirada hacia él. Era una persona simpática a simple vista, también podía sentir cierta aura paternal en él. —No es necesario que limpies, ya lo hice yo. Así que puedes sentarte a gusto que esa bruja no vendrá por algún tiempo.

Era cierto que el lugar brillaba por la limpieza, así que obedeció a la sugerencia de Chef y se sentó en la silla. Luego de algún tiempo, se recostó sobre sus brazos y miró disimuladamente las anotaciones que poseía en los cuadernos aquel hombre. Eran recetas de galletas y otras cosas que desconocía el nombre.

Durante el poco tiempo que llevaba con ellos, supo que sus comidas eran insulsas, con muy pocos ingredientes incluso en los platos fuertes. Pero ahora con firmaba que no era el problema el acceso a los ingredientes, sino que ellos estaban acostumbrados culturalmente a comer de esa forma.

Tweek no podía imaginarse una vida comiendo avena y vegetales licuados con carne.

Chef se levantó de la mesa, sacando a Tweek de todos sus pensamientos. No había oído que la tetera estaba hirviendo. Lo observó silencioso mientras preparaba una infusión de hierbas en otra tetera de porcelana, después la colocó en una bandeja metálica junto a dos tazas del mismo material.

El agua llenó lentamente cada recipiente una vez acomodado en la mesa. Le fue difícil distinguir las hierbas que había utilizado, solo pudo identificar el hibiscus por el color rojo intenso.

—Esta es mi mezcla secreta... —comentó Chef. —Sirve para calmar el dolor de la pérdida. Sé que un niño como tú puede volver a sonreír en poco tiempo.

¡Eres mío! (Censurado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora