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Pasaron semanas en donde el cuarteto veía a la pelinegra ir de un lado a otro sin tiempo siquiera de respirar, ni siquiera podían hablar con ella ya que en cuanto acababa su horario de clases el Señor Bong ya se encontraba esperándola en diferente...

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Pasaron semanas en donde el cuarteto veía a la pelinegra ir de un lado a otro sin tiempo siquiera de respirar, ni siquiera podían hablar con ella ya que en cuanto acababa su horario de clases el Señor Bong ya se encontraba esperándola en diferentes puntos de la escuela para evadir a los periodistas.

Necesitaba un minuto a solas a lo que solía subir hasta el último de los edificios de la Universidad Ming-de en donde en compañía de una pequeña bolsa café llevaba lo que el Señor Bong le había comprado para desayunar, por lo general era algo ligero para poder comerlo con calma. Miraba como el sol alumbraba todo lo que tocaba, no por nada su Universidad era una de las más hermosas en todo el país, le daba incluso tranquilidad el como los alumnos se paseaban por allí así sentía que era ajena a ellos incluso con solo ver podía suponer lo que pasaba en sus vidas.

—Eres buena para esconderte—escucho que una voz se acercaba mientras el viento soplaba en su cara.

—Solo necesitaba un momento—respiro profundo sintiendo los principios del invierno.

—Nuestra gran empresaria—sonrió suave ante sus palabras—¿Cómo te sientes?

No se había detenido siquiera a pensarlo, con tantas cosas por hacer era la primera vez que alguien se lo había cuestionado. Redirigió su mirada a Meizuo dándose cuenta que también la observaba, giro su cabeza al lado contrario casi de inmediato, sentía sus orejas y mejillas calientes.

Carraspeo después de unos segundos, de reojo vio cómo con su mano sobaba su nuca.

—Siendo sincera—se enfocó en su mano herida—A parte de que me siento fatigada lo cual ya es usual, me siento nostálgica, nunca llegué a pensar que sentaría cabeza más rápido que ustedes.

—No tuviste opción—dijo acercándose a la orilla, apoyándose en la baranda—Estoy seguro que si nos hubiera pasado una situación similar no lo hubiésemos manejado tan bien como tu.—Sueno como si me estuviera casando—empezó a reírse, paró de manera abrupta—¿No crees que me hayan comprometido a mis espaldas o si?

Sonaba muy alocado sin embargo viendo su historial familiar tanto sus padres como sus tíos incluso abuelos tuvieron la suerte de tener un compromiso arreglado, según la tradición casi desde que el heredero estaba en el vientre.

DIANTHE (SEGUNDO ACTO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora