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—¿Cómo qué la demanda no puede proseguir?—corto el discurso de sus abogados claramente irritada—Les pago para que traigan soluciones, no desastres que después tendré que arreglar yo misma

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—¿Cómo qué la demanda no puede proseguir?—corto el discurso de sus abogados claramente irritada—Les pago para que traigan soluciones, no desastres que después tendré que arreglar yo misma.

—Vera Señorita Xan—carraspeo el señor de traje temblando ligeramente por los nervios. Había confirmado los rumores en carne propia de su ahora jefa, era una mujer que a pesar de ser joven era exigente, no por nada había elevado las ventas y popularidad de su empresa, era terrorífica—Hay una clausula en uno de los contratos que sus antepasados pasaron por alto, eso significa qué la mayor parte del negocio se la llevarían los Daoming.

—Conozco a mi familia—apretó la mandíbula casi rechinando los dientes. Sabía que si seguían hablando sobre cosas sin sentido el escritorio no sería impedimento para descargar su enojo en la incompetencia—Quiero que hagan una contrademanda, hagan lo necesario para que no haya perdidas, y quedemos absueltos del caso, si no tendremos que buscar a alguien que si haga su trabajo, conocen la salida caballeros.

Se giro en su silla dándoles la espalda, se escucho como abandonaron su oficina apresurados. Restregó su frente con la mano, su tic en el ojo había empeorado al igual que la situación que no esperaba que le diera tantos problemas, lo que no tomó en cuenta eran los errores de sus antepasados o al menos que dejaron pasar. Conocía a sus abuelos, estaban enterados de esas clausulas porque eran tan detallados en todo lo que hacían a lo que se preguntaba porqué dejaron esa gran desventaja, era demasiado ilógico.

Empezó a sonar su teléfono de oficina, lo dejo sonar por un tiempo verificando de quién se trataba. Suspiró presionando el botón para escuchar a su secretaria.

—El joven Daoming se encuentra esperándola—alzo levemente las cejas sorprendida—¿Lo dejo pasar? Tengo apuntada la conferencia con la prensa en diez minutos.

—¿Dijo que era urgente?—su voz ronca sonó a lo qué tosió levemente—Mejor comuníquele cuando se acaba mi ultima junta, y por favor tráigame su remedio para la garganta.

—Enseguida—colgó de inmediato. 

Cerro sus ojos respirando profundo, según su doctor debía de alejarse del estrés y descansar, ya que los mareos habían vuelto, lo descubrió justo cuando salía con Mei que básicamente la arrastro al hospital.

Sonrío de lado recordando lo preocupado que se encontraba su novio, siempre era muy atento con ella incluso parecía saber más de sus padecimientos que ella haciéndole gracia.

—Tiene tres minutos para tomarse esto—la puerta se abrió encontrando a la Señora Gin poniendo en su escritorio el remedio de hierbas de casi un litro—Al menos que quiera llegar a tiempo a la conferencia en el piso dos.

Asintió con la cabeza haciéndole caso a la de mayor edad que en cuanto tomo la última gota agarro la botella vacía, apresurándose a abrir la puerta en donde el Señor Bong ya la esperaba para escoltarla hacía el elevador tan rápido que ni siquiera su amigo se había percatado de su salida por estar embobado en el celular.

DIANTHE (SEGUNDO ACTO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora