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Acarició el dorso de su mano recordando lo que había sucedido la noche anterior

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Acarició el dorso de su mano recordando lo que había sucedido la noche anterior.

Tenemos que hablar.

—No son días buenos para el F4—escucho a su derecha topándose con todos sus amigos con la mirada decaída a excepción de Lei, quien era el que se estaba mofando.

Se fijo mejor en sus amigos que lucían terrible, algunos con ojeras otros con su simple expresión denotaban la tristeza en ellos.

¿Qué había pasado?

Las clases comenzaron en cuanto los profesores arribaron a los salones respectivos, ese día parecía que los profesionistas se habían puesto de acuerdo debido a que no los habían dejado siquiera respirar entre clases hasta que fue la hora libre en la que coincidían los cinco, se encerraron en el salón de bridge en donde la mayoría suspiraban.

—Saben es gracioso—comentó Lei dejando de leer el libro que sostenía en sus manos—Jamás había estado silencioso, creo que deberían de tener problemas más seguido empezando por Si.

Lo voltearon a ver al mismo tiempo sin cambiar su expresión.

—El universo me odia—confesó el pelinegro desparramándose por el sillón, su cadera estaba casi fuera del mueble—¿No es suficiente castigo la madre que me tocó?

—Solo se preocupa por ti a su retorcida manera—bufo haciendo molestar al otro.

Ambos empezaron a negar la cabeza contrariados.

—Claro—dijo con ironía—Porqué la señorita perfecta no tiene problemas con el compromiso, porque su doctor perfecto de seguro ni le interesa ¡Que tu vida es tan perfecta que no tienes...

—No te desquites conmigo—se paro haciendo que el pelinegro también la encarará—Tu sabes mejor que nadie sobre mi vida "perfecta", esas niñeras déjaselas a la simplona.

—Creo que es mejor—el castaño se interpuso entre ellos—Que nos relajemos y no hablemos por ahora de todo eso.

—Como eres bueno para callar las cosas—comentó esta vez Meizuo, arrastrando las palabras.

DIANTHE (SEGUNDO ACTO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora