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—Pensaba que esto podría ayudarte—puso un vaso de su café favorito y un panque en su escritorio

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—Pensaba que esto podría ayudarte—puso un vaso de su café favorito y un panque en su escritorio. Sonrió de lado al ver la pequeña nota—Mi querida Dian, no para ni por un segundo.

Fighting! ¡Lo estás haciendo genial!

-Te quiere, Mei ❤️

Era lo que decía en la nota amarilla pegada a su café, se le hacía adorable.

—Bueno—agarro el panecillo partiéndolo en dos, dándole una mitad al pelinegro—Eso sucede cuando sales con una CEO a cargo de una de las empresas más antiguas de la ciudad.

—Y estoy más que feliz—sonrió de lado empezando a morder el panecillo—¿Has hablado con Hyun?

Le había contado acerca de su encuentro con el doctor que atendía a su mejor amigo, desde esa vez no volvió a intercambiar palabras con el, más que nada por sus visitas rápidas y que la mayor parte del tiempo se la pasaba discutiendo con Si.

Negó con la cabeza arrugando la nariz.

—Es divertido verlos discutir por cosas que ni siquiera tienen sentido—respondió volviendo la vista a su computadora, tecleaba unas cuantas cosas sobre finanzas—¿Sabes como esta Shancai?

—Recuperándose—suspiro, volteo a verlo por su silencio en el que se mostraba perdido.

Se paró de su silla rotatoria haciendo resonar el sonido del tacón, deslizo sus manos por lo hombros para así abrazarlo por detrás irguiéndose a la altura a la que estaba sentado, que fue correspondido cuando Mei acariciaba con su pulgar su antebrazo.

—Sabemos que ambos son fuertes, mucho más de lo que creemos—la silla se movía ligeramente por el peso de ambos—Así que dime ¿Qué es lo que te preocupa?

—Es increíble hasta donde es capaz de llegar la Madre de Si—negó con la cabeza, se sentía abrumado—No puedo si quiera imaginarme si me hicieran lo mismo, no sería capaz de respirar si no estuviera a tu lado.

—Sus acciones no son justificables, los pobres llegaron hasta el hospital por la terquedad—respiro profundo recordando como habían encontrado a la pareja.

Lamentaba por lo que pasaron ambas partes y estaba de acuerdo con su novio, sería horrible si los padres de este, de un momento a otro la desaprobaran y les prohibieran verse, después de todo Meizuo era y seguía formando parte importante en su vida.

—Debemos de encontrar la manera de romper...—se alejo apoyándose en el asiento, levantó una ceja mirándolo divertida. El carraspeo—De qué Si y Shancai estén juntos.

—Vaya, vaya así que Feng Meizuo si es celoso—estaba sonrojado hasta las orejas, guardaba silencio tapándose la boca con el puño. Se puso al frente suyo agachándose a su altura pudiendo revolverle el cabello—Tranquilo, a la persona que quiero que esté a mi lado, eres tú.

Se quedó totalmente sorprendida cuando le agarro el antebrazo poniendo arriba de su cabeza orillandola a la pared, miró hacia arriba notando la deferencia de altura que tenían ambos.

Jamás había visto esa mirada en aquellos ojos cálidos que la seguían para cualquier lado, estaba cargada más bien nublada de algo que no había visto hace mucho tiempo.

Deseo

Iba a abrir su boca sin embargo la mano en su cintura le dio escalofríos quedándose sin aliento, sentía como si le hubieran subido el termostato de un de repente y aquella impulsividad le susurraba al oído lo cerca que ambos estaban.

—Señorita Xan—abrieron la puerta de repente, ambos voltearon hacia el Señor Bong que los veía estupefactos con los papeles que se habían regado en el suelo—Jo-o-ven Feng no sabía...¡Par de hormonales! ¿¡Acaso siguen siendo adolescentes?!

Empujó ligeramente a su novio que retrocedió nervioso tropezando con sus propios pies.

—Los papeles Señor Bong—escondió sus orejas con el cabello, pestañeo varias veces tratando de recomponerse.

—¡Señorita Xan!—respingo ante la llamada de atención—¿Qué hubiera pasado si alguien más los encontraba así en la oficina? Son conscientes de las consecuencias, en especial con su compromiso del que están convencidos los medios.

No pudo evitar mirar al pelinegro que mostraba una pizca de dolor en su mirada, aunque el se mostraba comprensivo y apacible ante la situación de su compromiso sabía que le afectaba de sobremanera, y lo entendía.

No debe ser fácil no poder gritar a los cuatro vientos cuanto quieres a una persona, ver como los demás siguen diciendo que otra persona es más adecuada para tu pareja.

Debía de encontrar la manera de ayudar a los Daoming pronto porque le estaba pasando cuenta.

—Seremos más cuidadosos Señor Bong—afirmó tratando de calmarlo, este solo negó con la cabeza dejándolos solos. El silencio no tardó en aparecer siendo las hojas que recogía del suelo lo único que se escuchaba—Lo siento.

Se relamió los labios aún recogiendo las hojas blancas, una vez que tenía todas en las manos se levantó aún dándole la espalda.

—Debe de ser difícil ver a tu pareja como de alguien más por todos lados—arrugó ligeramente las hojas en sus manos al ejercer presión—No mereces pasar por todo esto, yo no quería que...

Sintió el nudo en su garganta que le impedía hablar más.

—Cariño—se acercó a ella agarrando con las manos su cara, dándose cuenta de su arrepentimiento—No te culpes por ello, yo sabía en lo que me metía cuando decidí confesarte mis sentimientos. Se que lo haces para proteger a Si, y aprecio lo buena amiga que eres, siempre proteges a las personas que te importan.

—Aún así...—hizo un puchero dando indicaciones de que en cualquier momento se pondría a llorar.

Le dio un pico en el puchero.

—Eres la mujer más justa y bondadosa que conozco—le dio otro beso aún más profundo—Con un corazón enorme, inteligente, hermosa tanto de dentro como de fuera y tan fuerte que ahora es la matriarca más joven en su línea generacional.

Le sonrió con los labios enternecida por sus palabras, ahora lloraría por otra cosa completamente distinta, esta vez ella tomó la iniciativa empezando el vaivén entre ambos que duró varios segundos entre suspiros hasta que recordó las palabras pesadas de quien había sido su tutor.

Se aclaró la garganta escondiendo de nuevo sus orejas mientras iba a sentarse a su asiento, de reojo vio como el pelinegro sonreía triunfante de oreja, cosa que sólo la hizo sentir tan cálida que al momento de revisar los documentos que le dio el Señor Bong le dio un leve mareo.

—No puede ser posible—susurro analizando cada una de las hojas, al igual qué hacía comparativas según los expedientes, y la bolsa de valores—Estaba justo enfrente de nuestras narices ¡Meizuo tienes que ver esto!

El pelinegro se acercó a ella extrañado, le dio el papeleo al igual que lo ponía al margen en los documentos que según su punto de vista se relacionaban entre si, al igual que los eventos sucedidos que estaban formando un rompecabezas en su mente.

—Ya se lo que tenemos que hacer—le dijo sonriendo dejando más que confundido al pelinegro.

DIANTHE (SEGUNDO ACTO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora